martes, 3 de abril de 2012

Editorial "Las personas grandes hablan de cosas grandes; las personas pequeñas hablan de los demás", reza un dicho popular. Y, sin embargo, encontramos ejemplos de personas cultas, inteligentes, por demás interesantes y que sin duda calificaríamos de "grandes", que dedican parte de su tiempo no a acrecentar su propia obra, sino a expresar opiniones sobre otros. Nos referimos a las declaraciones de escritores sobre otros escritores. Y, entre todas ellas, focalizamos en las críticas, acusaciones, insultos, desprecios e ironías en que estos escritores incurren, con todo el talento de su prosa afilada, para dejar en claro cómo reprueban las creaciones que otros han dado a luz. Veamos algunos casos. Están los comentarios que, si bien se destacan por su crítica punzante, no pierden nunca la elegancia ni cierta cuota de humor: "Tenía una mente tan perfecta que ninguna idea podía profanarla" (T. S. Eliot sobre Henry James). "Max Aub era un señoruco que ni siquiera era español, sino un viajante de comercio suizo que llegó a España y se quedó. Su prosa es la que puede esperarse de un viajante de comercio suizo" (Francisco Umbral). "Difiero de Joseph Conradicalmente" (Nabokov sobre Joseph Conrad). "Truman Capote es el gran zirconio en la diadema de la literatura americana" (Gore Vidal). "¿Sabemos acaso qué impulso entrañable pudo haber llevado a Rubén Darío a fabricarse su zoo de cristal, su corte de ensueños imposibles? ¿Qué esotérico resentimiento, a mirarse sus manos de indio chorotega o nagrandano, y decretar que eran de marqués?... ¿Sabemos cuántas oscuras borracheras de vino ordinario y pegajoso habrán mediado entre sus champaña del fino baccarat y su miel celeste?" (Mario Benedetti). También encontramos ejemplos notables de intercambio de opiniones: lo que Faulkner dice de Hemingway, y lo que Hemingway dice de Faulkner; lo que Martínez Estrada acusa en Borges y lo que Borges desdeña en Martínez Estada. "Hemingway jamás ha utilizado una sola palabra que pudiese mandar al lector en busca de un diccionario" (Faulkner). Y en respuesta: "Pobre Faulkner. ¿De veras cree que las grandes emociones surgen de las grandes palabras? ¿Cree que no conozco las palabras altisonantes? Las conozco de sobra. Pero hay palabras más viejas y más simples, y esas son las que uso". Ezequiel Martínez Estrada: "Borges es un turiferario a sueldo, vendido y envilecido". Y Borges: "Martínez Estrada es un profeta bíblico, una especie de sagrado energúmeno". Incluso hay casos más complejos de cruces entre familiares: el caso paradigmático de Kingsley Amis y su hijo, también escritor, Martin Amis, que no dudaron en exponer ante extraños sus complejas relaciones: De Kingsley sobre Martin: "Hablando de Martin, se ha vuelto izquierdista, y del tipo neutralista más asqueroso que hay. De hecho, he oído que últimamente se comporta como H. Pinter. Pero peor, mucho peor, porque encima ha llegado a ese punto tarde; casi a los 37, en lugar de a los 17". De Martin sobre Kingsley: "Escribía sobre beber para aprovechar algunas de las horas que le dedicaba" o "En él engordar era una especie de proyecto inflexiblemente inaugurado el día en que lo dejó Jane, en el invierno de 1980. Un síntoma complejo, regresivo, autoaislador. Lo anulaba sexualmente". Y, como suele ocurrir, la crítica a los best sellers por su supuestamente inferior calidad literaria: "Pérez Reverte o Isabel Allende. Da lo mismo. Feuillet era el autor francés más leído de su época" y "Me parece una mala escritora simple y llanamente, y llamarla escritora es darle cancha. Ni siquiera creo que Isabel Allende sea una escritora, es una escribidora" (Roberto Bolaño). "El bueno de Dan Brown no disfrazaba la paparruchada de pedantería, no se preocupaba de maquillar el esquematismo de sus personajes con esos aderezos de pachulí introspectivo que suelen utilizar otros fabricantes más duchos de best sellers, [...] ni siquiera se recataba de repetir hasta la machaconería los mismos trucos efectistas o de introducir con calzador aclaraciones que parecían postular un lector infinitamente lerdo. No, señor. Aquello era un bodrio mondo y lirondo, sin afeites ni disfraces; un bodrio candoroso, risueño, como encantado de haberse conocido" (Juan Manuel de Prada). Algunas parecen ser críticas bien propinadas, otras demasiado enfáticas, pero, ciertamente, todas son disfrutables para nosotros, lectores en un tercer plano. ¿Conocen ustedes alguna disputa literaria reflejada en frases de este tipo? ¿Alguna cita digna de mención de un escritor sobre otro? (Estas han sido tomadas del recomendable libro Escritores contra escritores, de Albert Angelo). Los escuchamos aquí. Hasta el próximo boletín, LibrosEnRed