Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de lluvia tras los cristales.
Es la clase. En un cartel
se representa a Caín
fugitivo, y muerto Abel,
junto a una mancha carmín.
Con timbre sonoro y hueco
truena el maestro, un anciano
mal vestido, enjuto y seco,
que lleva un libro en la mano.
Y todo un coro infantil
va cantando la lección:
mil veces ciento, cien mil,
mil veces mil, millón.
Una tarde parda y fría
de invierno los colegiales
estudian. Monotonía
de la lluvia en los cristales.
Antonio Machado
miércoles, 22 de agosto de 2007
lunes, 13 de agosto de 2007
El destino de una bala
Cuento policíaco, inédito, basado
en un hecho real ocurrido en Caracas
Original de LUIS PÉREZ.2007.
Marcos había llegado temprano esa tarde a su residencia.
La única casa quinta de la urbanización. La alta Florida
que tiene sobre el techo del porche un curioso tanque de agua con la forma del globo terráqueo de gran capacidad, visible desde
cualquier ángulo en el sector.
Había tenido un día muy ajetreado por que cómo propietario de
un elegante restaurante en el centro de la ciudad era lógico que su
presencia y atención siempre son requeridos por la alta variedad
de clientes asiduos, mas en horas del mediodía que a menudo
algunos empleados de los bancos ubicados en la zona degustan las
exquisiteces de tan prestigioso local.
Isabel, su esposa le recibe como siempre. Una sonrisa, un beso y
un abrazo amante. La pareja apenas tienen dos años y medio de casados y ya han encargado dos preciosos varoncitos; Mario, de
un año y Marcos de diez meses de edad.
El resto de la tarde había transcurrido de forma normal, sin
alteraciones de ninguna índole, solo el fuerte calor que en los
meses de mayo hasta septiembre es común en estos países
tropicales.
La familia se desenvolvía en sus quehaceres cotidianos de manera
natural, los chicos jugando en el cuarto destinado para ello, Isabel
en la cocina, preparando los alimentos para la cena Marcos, en
short y franela, viendo la tele en la sala, saboreando una cerveza
bien fría.
Mario, el hermano de Marcos acaba de entrar a la casa proveniente
del trabajo, cansado, sudoroso. Como es de la casa, pasó
directamente a su dormitorio con un apenas “hola ya llegué”,
minutos después se une a su hermano quien en ese momento
disfruta de un juego de base ball en la televisión entre los mets de
New York y los mellizos de Minessota. Un vaso con cerveza fría
mas unos hielitos adicionales dan el toque agradable del
descanso placentero. Como de costumbre, ambos hermanos conversan entre ining ´s, sobre lo ocurrido en ese día o algún tema tal vez muy privado o simplemente hablan de todo un poco.
Las horas y los minutos vienen y se van inexorablemente, no hay
quien o qué los detenga, es simple la noche precede al día. Pero
esta noche será inolvidable para la familia de Marcos.
Son las siete y media de la noche, Marcos y su hermano habían
terminado de ver el juego y se disponían darse una ducha para
luego sentarse a la mesa para la cena.
De pronto la electricidad del sector deja de funcionar y se apagan
todas las luces y aparatos eléctricos, cunde el pánico por la
sorpresa, los chicos empiezan a llorar; Marcos y Mario a tientas
buscan fósforos o encendedores para procurar alguna luz que les
oriente y no tropezarse con los muebles, es Mario quien ha
logrado ubicar una linterna de mano en alguna gaveta del seibó,
con ella la situación es algo mas clara, entretanto Marcos le grita a
Isabel.
-Isabel, saca a los niños del cuarto y llévalos hacia el porche-
Cómo pudo, tropezándose con todo cuanto encontraba a su paso
logra llegar a la habitación de dónde provienen los desesperados
sollozos de ambos chicos, se acerca a ellos; a Mario lo carga en sus
brazos y a Marcos lo agarra por una manito y los saca hacia la
entrada de la casa.
Las luces de los autos que cruzan por la calle adyacente
enceguecen los ojos de Isabel, quien no atina saber ¿qué ha
sucedido?, el llanto de ambos chicos aúna la desesperación de la
mujer quien se aferra a ambos protegiéndolos.
En eso, y en plena oscuridad, Marcos, el pequeño que tiene
agarrado a su mano, afloja su peso y se deja caer sobre si, Isabel
trata de levantarlo pero no lo logra, el peso del cuerpecito la
domina. Desesperada le grita a su esposo.
-¡Marcos..Marcos, ven rápido que a Marquito le ha pasado algo!-
El padre y el tío como han podido llegar en pocos segundos hasta
el porche de la casa, Marcos agarra al chico quien se ha
desmayado, lo levanta, trata de reanimarlo pero siente que algo
pegajoso le empapa las manos y la cara, no sabe ¿qué es?, la luz de
la linterna que tiene Mario revela que es sangre, tiene todo el
rostro bañado en sangre. El terror cunde entre ellos,¿una pedrada?
¿un golpe?..¿Dios! ¿que es esto?, ¿qué le pasó a mi hijo? El, llanto y
la desesperación no se hacen esperar.
Son casi las ocho de la mañana del día 10 de mayo en la Brigada
contra Homicidios de la policía científica. Los agentes; Peraza y
López, habían llegado varios minutos antes a recibir la guardia de
trabajo de 24 horas del grupo anterior, no sin haber tomado un
ligero desayuno en la cafetería interna en la institución.
La rutina consiste en recibir del grupo saliente los casos que por
motivo de tiempo no fueron resueltos en el lapso del turno de
guardia, con el objeto de que las evidencias no desaparezcan y si
poder procesarlas en el laboratorio científico.
-¿Qué nos dejaste, Rodríguez?- pregunta Peraza al agente saliente.
-¡Un posible homicidio cometido sobre un bebé de 10 meses, la
noche del día cinco, durante un apagón-
-¿De qué forma, tiro, golpe...?- pregunta Peraza
-¡Tiro! Alguien disparó un arma de fuego en la casa donde reside
el infante, hiriéndolo en la cabeza. El padre y un tío del niño lo
ingresaron al Centro Médico de San Bernardino, falleciendo hace
una hora aproximadamente-
-¿Quién inició las investigaciones?-
-¡ García, pero no hizo mucho debido a que le dio prioridad a un
caso con trascendencia política que le fue encomendado!-
-¿El forense actuó?-
-Se le notificó vía telefónica, supongo que deben estar en la
clínica- responde Rodríguez.
-Dame lo que tengas y asienta en “las novedades” que me
entregaste el caso-
-No hay problema, pero vete ya, antes de que el forense ordene el
traslado del cadáver a la morgue-
Peraza y López han dejado la unidad radio patrullera aparcada en
la zona de la clínica y se dirigen hacia “información” en el lobby
del edificio, se identifican con el empleado de turno, este les
indica que el cadáver se encuentra en Anatomía patológica, abajo
en el sótano.
Ambos agentes bajan las escaleras hacia el sótano, penetran a la
sala refrigerada. En ese momento el médico forense se disponía
retirarse ya que había concluido el levantamiento del cadáver.
-No se marche todavía, doctor Castro- le conmina Peraza.
Sobre un display de neón encendido, adosado a una de las
paredes del local hay una placa radiográfica de la cabeza del bebé,
cinco hombres observan los detalles; Peraza, López, Castro, Dr.
Lara (cirujano) y Pedrosa. Encargado de la sección.
-Observen en detalle la ubicación de la bala de forma ojival-
indica el forense – alojada en el hueso peñasco, eso me indica que
no fue disparada directamente a la víctima, si no que bajó desde el
espacio por su propio peso, después de haber subido por efecto
del empuje que le proporcionan los gases en expansión, pierde
velocidad y potencia, atraviesa el frágil cráneo del bebé y se
detiene en la parte mas sólida que es este hueso-
-¡Una bala fría!- asiente Peraza.
-Sin duda alguna, “agentes”- confirma Lara – Alguien muy cerca al
niño debió haber disparado un arma y causó esta tragedia-
- No necesariamente doctor- refuta López –también pudo haber
sido disparada desde otro lugar. Lo que importa es el ángulo y la
distancia, eso lo determinaría un estudio planimetrico del ángulo
de penetración y la posición de la víctima en el sitio del hecho-
-Completamente de acuerdo contigo, López- afirma Peraza. –Esa
conclusión me indica que estamos frente a un “cangrejo”-
-No exactamente, por que si el Dr. Lara tiene razón, el origen del
disparo esta ubicado en la misma casa- confirma Castro.
-¿En algún momento el bebé despertó?- pregunta Peraza al doctor
Lara.
-En absoluto, llegó en coma y así se mantuvo hasta esta mañana,
creo que soportó demasiado tiempo ya que la lesión fue muy
grave, la bala le destrozó áreas del cerebro muy vitales-
-¿El padre del niño comentó algo sobre el hecho doctor?- pregunta
López.
-Si, claro, tanto el tío y el padre del bebé me comentaron que no se
imaginan de dónde le dispararon al niño, ya que nadie oyó la
explosión del arma, solo había oscuridad reinante en toda el área-
-¡Bueno “muchachos”- interviene el forense. – Si no hay mas nada
que hacer aca, debo ir a la morgue, me esperan varias necropsias
por realizar y entre ellas esta-
-No hay problema doctor- asienta López. –Solo le pedimos que la
bala sea extraída con mucho cuidado, es la única evidencia que
tenemos en este caso-
-Delo por hecho, detective.-
A bordo del auto patrulla, los agentes Peraza y López salen del
estacionamiento del centro hospitalario, abordan las vías
adyacentes y en pocos minutos se pierden entre el enjambre de
autos que en esas horas pico del día ya es costumbre en ciudades
tan caóticas como Caracas.-
Muy cerca del mediodía el auto patrulla se detiene frente al
porche de la casa quinta con el tanque de agua en forma de globo
terráqueo, los detectives observan la presencia de muchas
personas de ambos sexos en señal de duelo. Familiares, amigos
vecinos. Marcos, sale a recibirlos, estos se identifican; luego los
conduce hasta una pequeña oficina algo separada de la sala
principal.-
-Lamentamos su pérdida señor Marcos y lo acompañamos en su
pesar- inicia el diálogo el agente López.
Con los ojos enrojecidos por el llanto y el rostro demarcado por la
desesperación, Marcos acepta el pésame de los investigadores, se
seca las lágrimas y asumiendo una actitud alega.
-¡Caballeros!, estoy a su disposición-
-Quisiéramos- indica Peraza, - que nos mostrara el sitio exacto
dónde el niño fue herido y de ser posible si su esposa nos
acompaña ya que ella fue quien los llevó a ese lugar-
-Mi esposa en este momento está muy delicada, pero yo sé
exactamente todo lo ocurrido, vengan, vamos a salir por aca que es
mas directo.
Los tres hombres salen de la oficina y rodeando un lateral de la
casa, llegan frente a dónde está estacionado el auto patrulla,
Marcos se detiene justo donde su esposa estuvo de pié e indica la
posición del bebé. López se agacha asumiendo la posición de bebé
y capta que el borde superior de la cornisa del porche, permite un
espacio abierto de unos tres metros de ancho hacia el espacio
abierto del área indicando el lado norte-oeste del perímetro.
-¿Tienen algún arma de fuego en la casa, señor Marcos?- pregunta
Peraza.
-No, ninguna, recuerden que tengo niños- (rompe en llanto)
-Discúlpeme, es la costumbre- se disculpa el agente.
-¿Por qué su esposa trajo los niños hasta aca esa noche?- pregunta
López.
-Cómo le dije al detective que enviaron de su brigada esa
madrugada en el Centro Médico; Mario mi hermano y yo nos
encontrábamos viendo en la tele un juego de béisbol sentados y
tomándonos unas cervezas, nada del otro mundo. Conversábamos
cosas nuestras entre ining , los niños estaban en la habitación de
los juguetes y mi esposa estaba en la cocina junto con la muchacha
de servicio preparando la cena. De pronto las luces se apagan y
queda todo esta área y el sector en penumbras, eso nos sorprendió,
pero los niños comenzaron a llorar, yo le grito a mi esposa para
que los busque y los saque hacia acá, para que el aire los ventile,
mientras Mario y yo buscábamos linternas. Pasaría un cuarto de
hora cuando Isabel me grita desde aca que fuera a ver qué le había
pasado a Marquito, corrí saltando obstáculos y ya saben el resto-
-Creemos que alguien disparó un arma de fuego muy cerca de
aquí- deduce López, - la bala rebota en algún lugar, esta pierde
fuerza y se aloja en la cabeza del bebé-
-¡Pero, es que no oímos ningún disparo por aquí!, pregúntele a
quien sea-
-Su esposa recordará si en ese momento pasó algún auto cerca?-
pregunta Peraza.
-Si ella me dijo que pasó un auto pequeño chirreando los cauchos
y tocando corneta, dedujimos que había pisado una piedra y haya
golpeado al niño, pero en el hospital nos dijeron que fue una bala-
-Si bueno!.. tenemos que observar lo de la bala y de dónde vino-
indica López muy preocupado. Así que le estaremos molestando por unos días hasta establecer los hechos reales de lo ocurrido-
-No se preocupen por eso, acá nos encontrarán-
Se despidieron los detectives del señor Marcos, abordaron el auto
patrulla tomando el volante el agente Peraza, desapareciendo del
lugar.
-¿Qué opinas, sobre lo que acabamos de ver?- pregunta Peraza a su
compañero.
-¡Si la bala no presenta rastros de haber chocado con algo y
desviado su curso original, entonces tenemos un “Cangrejo”-
Atravesando la ciudad usando vías de acceso poco conocidas por
conductores comunes en cuestión de unos 30 minutos el auto llega
a las inmediaciones del edificio donde funciona la división de
Anatomía patológica (morgue) en el ala lateral sur del Hospital
Vargas, ambos agentes dejan la unidad cerrada y seguidamente
suben al segundo piso del local.
El cuadro que se observa a primera vista es dantesco y enerva
hasta la médula de los huesos, hay camas de metal donde reposan
cadáveres desnudos, unos ya cosidos como fardos de yute sobre el
pecho y abdomen. El olor reinante en la atmósfera no se compara
con nada, la respiración se paraliza, los nervios se te alteran mas
aún cuando se te ocurre mirar dentro de algunas ollas gigantes que
contienen vísceras humanas nadando en el agua como sancocho
de res, el vómito no se hace esperar y se te aflojan los esfínteres,
claro. Para quien no está acostumbrado a ello, pero para quienes
están todos los días lidiando con la cantidad de muertes que a
diario se suceden en la ciudad es su trabajo, en este lugar se pierde
la dignidad.-
El cadáver de Marquito se encuentra sobre una de las “bateas” y el
forense había cortado el contorno del cuero cabelludo, lo ha
expandido hacia el rostro y se disponía cortar con una sierra
eléctrica el contorno del cráneo. Por un momento, Peraza vacila,
busca un pañuelo en el pantalón del bolsillo, se seca el sudor, su
rostro refleja la impresión que le provoca el ruido del metal
cortando el hueso. En pocos minutos las manos enguantadas del
patólogo retiran la tapa del cráneo, hunde sus manos dentro de la
cavidad, extrae la masa encefálica después de cortarla de su raíz.
Un micrófono adosado cerca de la boca del patólogo recoge cada
detalle del proceso llevando la información a un grabador de cinta
que funciona muy cerca de la “batea”. Aparte de la voz, solo la
dificultosa respiración de los agentes de homicidios eran los
únicos sonidos en el sitio.
Un micro taladro entra en escena, su fresa penetra el hueso
alrededor de la bala, transcurren los segundos y el taladro es
sustituido por una pinza pico de garza que separa las astillas, tres
segundos mas y ahí esta.
Una bala de plomo intacta, solo algunos pequeños rasguños en la
ojiva. Las esperanzas de los detectives acaban de venirse al suelo
cuando ambos se miran a los ojos.
-¡Ni modo!, - expresa López con cara de vinagre, solo nos toca
llevarla al laboratorio para establecer qué tipo de arma la disparó,
aunque a simple vista parece de un revolver trentiocho-
-Estoy de acuerdo y que Dios nos ayude a descubrir quien asesinó
a esta preciosa criatura- Peraza, mirando el cuerpo del bebé.
Es media tarde, y los agentes López y Peraza se encuentran en el
departamento de planimetría del cuerpo de investigaciones, frente
a un plano de la parte norte de la ciudad adosado a una de las
paredes dónde se pueden observar con lujo de detalles cada calle o
avenida del sector. Una lámina de plástico transparente del mismo
diámetro al del plano les permite a los agentes remarcar con un
marcador de color negro, detalles como: Avenidas, calles, casas,
terrenos, instalaciones, accesos, distancias, coordenadas y todo
cuanto conduzca a tener una clara visión de los casos desde un
punto de vista mas técnico.
El informe de balística indica que se trata de un proyectil hecho de
plomo, calibre 38 disparado por un revolver del mismo calibre, de
los denominado Colt, que comúnmente se le conoce como
“caballito”, debido a las rayas helicoidales impresas sobre su
estructura, no presenta deformaciones por impacto excepto
algunas imperfecciones sobre su ojiva debido a la mala
manipulación y por el choque contra la estructura ósea del cráneo
de la víctima, se concluye que: vista la herida producida, su
alojamiento en el hueso peñasco a poca profundidad y la no
deformación por choque sobre superficies sólidas, esta bala fue
disparada hacia el cielo espacio, formó una parábola desde el
punto de inicio al punto de fatiga, pierde empuje y cae en vuelo
libre por su propio peso hasta el punto de impacto.
Observando el plano abatido del lugar de los hechos se deduce lo
siguiente:
A.- El punto muerto de impacto está ubicado sobre la calle Mérida
adyacente a los límites de la cota 1000 en la parte norte de la alta
florida, porche de la casa-quinta.-
B.- El ángulo de entrada del proyectil en caída libre es norte –
oeste- este.
C.- El punto de inicio se ubica en la parte norte de la avenida
principal de Maripérez, alrededores del teleférico, salida desde la
Urbanización San Bernardino, Comando de la policía
metropolitana y comando de las fuerzas aéreas nacionales. Eso nos
da una línea recta entre el inicio y el final de 700 metros
aproximadamente.-
Procedimiento a seguir:
Establecer la hora exacta y el tiempo transcurrido de la ausencia
de energía Eléctrica en el sector.
Encontrar testigos de oído o visual del origen del disparo.
Ubicar revólveres de las características indicadas en las sedes de la
policía metropolitana, el comando de la fuerza aérea y personal de
seguridad del teleférico o cualquier otro sitio dentro del límite de
la trayectoria recta.-
-¿Dónde comenzamos?- pregunta Peraza a López con cierto
sarcasmo y desgano.
-Primero vamos a planear la estrategia para ir descartando
indicios inútiles, sin dejar cabos sueltos. Cómo tu bien sabes las
relaciones entre esta institución y el comando de la Fuerza Aérea
no son muy amistosas que digamos, así que debemos conseguir la
forma de entrarles, y bien sea de paso. Yo creo que de ahí pudo
haber salido esa “maldita bala” todos sabemos que esa gente son
unos “gatillos alegres”, siempre disparan armas sin motivo
alguno. Con la Policía metropolitana no hay problemas. El guardia
del colegio La Salle está descartado ellos usan un rolo de madera
para espantar gatos. A los agentes de seguridad del teleférico
también queda descartado, ellos usan escopetas y son muy
cuidadosos-
-De acuerdo, comencemos con los “metros”- afinó Peraza.
Durante la ceremonia del sepelio del cadáver de “Marquito” en el cementerio del Este, esa tarde fue muy conmovedor, Isabel, su madre muy deprimida casi desfallece cuando el féretro bajaba por efecto del sistema mecánico hasta la última morada. Marcos, su padre, en un momento de dolor intenso y aferrado a su esposa deja escapar una imprecación maléfica: “Maldito asesino, lo pagarás aca en la tierra o en el infierno”.
En los tres días subsiguientes ambos investigadores se dedicaron a interrogar a cuanta persona, residente o transeúnte en el sector sin obtener indicio alguno que les orientara. En la metropolitana tampoco obtuvieron mucha información a excepto por uno de los agentes que recordó haber oído esa noche cuando hubo el apagón tres sonidos parecidos a disparos, pero no ubicó el origen por lo complicado del sector, él agente presume que pudieron haber sido los aviadores de al lado, ya que se sabe que esa gente tiene esa zona como polígono de tiro.
Al comienzo de la tarde del cuarto día, el inspector jefe de la
brigada contra homicidios sostiene una reunión de trabajo con los
agentes Peraza y López en su oficina.-
-Bueno..muchachos, ¿qué tienen sobre el caso del bebé herido?-
muy amistoso el insp. Fraga.
-¡Algo y nada!,- alega López con mucho desaliento. –Tenemos la
bala y sabemos la marca del revolver que la disparó, sabemos por
balística que fue disparada desde unos 700 metros desde el inicio
al punto de impacto a cielo abierto, impactando con poca fuerza
perpendicularmente en la cabeza del bebé alojándosele en el
hueso denominado peñasco apoca profundidad, debió haber
formado una parábola en el espacio hasta el punto muerto.
Sabemos también que los disparos fueron oídos por una agente de
la “metro” como a las siete y quince de la noche del apagón, entre
la sede policial y el comando de las Fuerzas Aéreas-
-También sabemos.- interviene Peraza, -que nuestros amigos
pilotos, no tienen muy buenas relaciones con nosotros, así que
estamos estancados-
-Así que prácticamente no tienen nada, se les convirtió en un
“cangrejo” (muchas patas)—aduce Fraga, - Mejor engaveten ese
caso y dedíquenle mas tiempo a los que tienen mas posibilidades
de esclarecer, no pierdan mas tiempo, piensen por un momento:
un irresponsable dispara un revolver hacia el cielo en una noche
oscura, nadie lo ve ó no hemos encontrado quien lo pudo haber
visto, su bala, mata a una criatura léjos de dónde está, no sabe que
lo hizo ni se lo imagina...miren muchachos esa bala fue el destino
de esa criatura-
-Estoy de acuerdo con usted, inspector—aclara Peraza, - en eso del
destino-
-A qué quieres llegar ?- pregunta López.
-No, tiene que ver con el caso, es con respecto a lo que los teólogos
tienen como información veraz. Según ellos, todo ser viviente en
este planeta está formado por tres elementos; Espíritu, que vendría
a ser la energía, el Alma, que sería la memoria y la Materia, que
sería el soporte de los anteriores. Dicen ellos que si un niño muere
bien sea al nacer o a pocos meses o años, el espíritu finiquita su
período de estadía en la tierra a través del tiempo que le fue
asignado y si muere anciano, significa que está comenzando esa
estadía, o sea que tendrá que reencarnar muchas veces-
-¿Y el alma?- pregunta Fraga.
-Esa es eterna, nunca desaparece, no tiene sexo, ni edad, se une al
espíritu que le asignen y cambia a otro en el momento de un
nacimiento-
-Oye..no sabía que estabas estudiando para cura- dice con sorna su
compañero-
-Se me acaba de venir a la mente una idea- interviene Fraga, -
pensando lo de la Fuerza Aérea, yo creo que podemos buscarle
una solución-
-¡Si..¿cómo?- preguntan casi al unísono los detectives.
-En nuestra academia estudió un miembro de la Policía Militar de
nombre, sargento Hernández, él se graduó de PTJ. Con el rango de
sub.-inspector y en su comando allá en el Fuerte Tiuna él tiene
una pequeña PTJ para los casos con militares, si hablan con él y le
plantean el caso para que envíe un espía al comando aéreo a ver si
alguien disparó ese revolver?-
-La idea no es nada mala- afirma López
-A mi me parece estupenda, si no sale nada positivo, el caso
muere- sostiene Peraza.
-Mañana temprano le voy a llamar por teléfono para decirle que
ustedes van para allá y le hablo un poco del caso, estoy seguro que
los va ayudar a ese sargento le encanta lo detectivesco. Así que a
mas tardar a las 10 de la mañana ya ustedes estarán hablando con
el hombre-¿entendido?-
-¡Entendido inspector!- al unísono.-
Cerca de las nueve de la mañana del día noveno después de la
muerte del bebé, los agentes López y Peraza al volante se
desplazan a bordo de su auto patrulla por la autopista vía oeste.
-¿Entramos por la panamericana?- pregunta Peraza
-¡Creo que es mejor por ahí, presumo que el comando de la PM.
Debe estar por ese lugar.-
En este momento el transmisor de la unidad reporta un tiroteo en
la avenida principal de los jardines del valle. Desde un auto sedan
color azul, varios individuos armados dispararon contra una
unidad policial hiriendo a dos funcionarios de gravedad, se
solicita que cualquier unidad que se encuentre por las adyacencias
de la autopista del oeste hacia el Valle, se reporte.-
-¿Qué hacemos, nos metemos en este lío?- pregunta López
-¿Tenemos armas largas?- devuelve la pregunta Peraza.
-¡No, solamente estos revolvitos piches!-
-Bueno, ahí esta la respuesta, olvídalo esos landros son
guerrilleros y matones que se encargue la Guardia Nacional-
A la altura del distribuidor panamericana, el auto aborda la vía
hacia la entrada a la zona militar, llegan a la alcabala, se
identifican y les ordenan estacionarse en el aparcadero, reportarse
con el jefe de comando y solicitar un pase para cada uno.
Cerca de las diez de la mañana, el auto patrulla queda estacionado
en la zona de visitantes de las adyacencias del comando, los
agentes dejan la unidad después de reportar a la central de
trasmisiones el motivo de la comisión.
Ambos se dirigen hacia un local con varias puertas, un soldado
PM, les ve venir, estos se identifican, solicitan al sargento
Hernández y el soldado los conduce hasta la oficina de
investigaciones.
A medida que los agentes recorren los pasillos por entre los
diferentes cubículos destinados a varias labores militares, los
decorados paneles y puertas dicen mucho de las actividades que
sobre seguridad nacional, respaldo a los batallones, castigo a los
infractores, beneficios al personal de tropa y todo cuanto
representa el batallón de Policía Militar, impresionan a los
visitantes civiles.-
El sargento Hernández es un hombre joven de contextura delgada
pero fuerte, muy amable en su expresión.
-¡Sargento!- ambos le extienden las manos en saludo
-¡Detectives!- se las estrechan y queda la bienvenida sellada.
-Fraga, me llamó anoche y me explicó algo sobre un homicidio y
que ustedes me lo aclararían; pero antes de que eso suceda,
permítanme enseñarles mi comando y presentarles a mi personal-
sugirió el sargento muy entusiasmado a sus distinguidos
visitantes.
Durante una hora aproximadamente los dos detectives estuvieron
recorriendo, estrechando manos, conociendo gente nueva y
amistosa, ya cercana a la hora del almuerzo, el sargento los invitó
a la Cantina del batallón, donde les brindó un suculento almuerzo
de bienvenida, el motivo de la misión no se planteó durante el
recorrido ni en la cantina, fue de regreso a la oficina del sargento
que López inicia el diálogo.
-Cómo usted ya sabe, un bebé de diez meses recibió el impacto de
una bala de revolver 38 en caída libre en su cabeza, muriendo
cinco días después del hecho-
-¿Una bala fría?- asienta el sargento – ¿Disparada desde dónde?-
-Desde unos 700 metros en línea recta, o mejor dicho; desde los
alededores del teleférico hasta la calle Mérida de la Alta florida
pero en parábola- confirma Peraza. –Nuestra investigación
comienza en la comandancia de la policía metropolitana, dónde
constatamos que ese tipo de arma no existe en ese comando,
también descartamos a los guardias de seguridad del teleférico, así
que nos queda el comando de la fuerza aérea, pero aca es dónde
necesitamos de su ayuda para que haga introducir a uno de los
suyos y pueda averiguar si alguno de esos aviadores disparó un
revolver así-
-Y, ¿ establecieron la marca del revolver?-
-¡Si!, se trata de un Colt 38 de los llamados Caballito- responde
López.
El sargento se echa hacia atrás en la silla, abre la gaveta de su
escritorio, mete la mano y saca un revolver que pone a la vista de
los agentes. -¿Así como este?-
Los agentes lo miran, el sargento se los pasa para que lo observen
y luego se lo devuelven.
-¡Si, sería como este!- confirma Peraza.
-Les voy a contar la historia de este revolver- alega el sargento.
-Esa madrugada del apagón que ustedes mencionan, el comando
recibió una llamada de un hospital ubicado en Charallave estado
Miranda, donde notificaron que un empleado civil de apellido
Pacheco y que trabaja en este batallón había sufrido un accidente
con el jeep que conducía en el sector.
Yo me apersono con una comisión, me entrevisto con Pacheco. Este
señor es amigo personal de nuestro comandante, son paisanos.
Andinos, tiene unos 60 años y su paisano, mi comandante para
ayudarlo le dio el trabajo de su chofer en el jeep. Pacheco reside
en Charallave. Pues bien, Pacheco presenta lesiones en la cara y
brazos, el jeep tiene golpes en el parafango izquierdo. Luego le
pido que me muestre su arma de reglamento, me dice que no le
habían asignado ninguna arma de reglamento, pero que él
personalmente tiene este revolver que compró en San Cristóbal
hace unos cinco años atrás. Tomo el arma en mis manos, abro el
tambor y veo que hay tres cartuchos percutados, le pregunto sobre
estas tres balas y me dice que cuando venía por la autopista, casi
llegando a su casa, en la noche, un auto lo embistió y lo hizo
perder el control, se encuneta, se detiene el jeep, se lesiona y saca
el arma y dispara tres veces para que el conductor del auto se
detenga, pero aquel se dio a la fuga. Una vez curado, nos lo
traemos al comando para que rinda un informe.-
-Interesante el asunto- alega López – pero en realidad no veo
relación con nuestro caso, por la diferencia en los sitios de los
hechos.-
-No, definitivamente no tenemos un caso- señala López.
-Bueno “muchachos”, no se desanimen, déjenme pensar cómo voy
a hacer para enviar a uno de los míos al comando de la Fuerza
Aérea, esta misma semana y en cuanto tenga alguna novedad se
las hago saber- concluyó Hernández, la entrevista.
De regreso y con López al volante del auto patrulla.
-Que interesante lo de ese señor Pacheco- se pregunta Peraza, -le
dispara al carro que lo choca con un arma igual a la que nosotros
buscamos. ¿tanta coincidencia? ó estamos frente a una verdad y no
la vemos-
-¿A dónde quieres llegar?-
-No sé, siento que no tenemos la información completa sobre lo de
Pacheco-
-¿Por qué?- insiste López.
-Si Pacheco es el chofer del comandante del batallón y que por
supuesto esta todo el tiempo a su lado, por qué no estaba el
comandante con él al momento del accidente?-
-Tal vez ya lo había dejado en su domicilio y se iba al suyo allá en
Charallave. Creo yo, no se, presumo- López, indeciso.
-De ser como tú dices, cabría saber ¿dónde reside el comandante?-
interroga Peraza.
-Buena pregunta, pero esa respuesta la tiene Hernández- afirma
López.
-Aquí la única manera de salir de dudas sobre Pacheco es
haciéndole al revolver que él disparó una experticia balística, con
una bala disparada en recuperación y comparándola en el
microscopio con la bala incriminada- sugiere Peraza.
-Si, pero ¿cómo vamos a obtener esa bala?, si no tenemos nada en
contra de Pacheco, aparte de que tocar ese punto con el
comandante de la policía Militar y su amigo...Mira Peraza, nos
vamos a meter en un tremendo lío, por que solo son suposiciones-
deduce López.
-De pronto le hacemos una llamada a Hernández, así como quien
no quiere la cosa, le sugerimos esa sospecha, él recupera esa
muestra y la comparamos y ya se acabó, salimos de dudas- sugiere
Peraza.
-Aunque así sea, Hernández puede muy bien meterse en un grave
problema con su comando, primero porque no debió contarnos
nada de ese hecho con Pacheco debido a que es asunto militar,
segundo; si hace lo que tu sugieres y lo descubren, aparte de que
le dan de baja del batallón se va a crear enemigos. Eso no esta
bien, tenemos que pensar bien lo que vamos a hacer, al fin y al
cabo no vamos a revivir al “carajito” y Pacheco, de resultar
culpable es un anciano, aparte de que ningún juez lo condenaría
por que si un buen abogado alega, aquello de la relación de
víctima con victimario, motivo por el cual y vaya a saber otras
miles de salidas, ese caso lo ganaría antes de que empezara- aclara
López.
-Y..¿vamos a dejarlo así?- pregunta Peraza.
-Mira, vamos a plantearlo en el despacho, con lujo de detalles,
hablamos con fiscal del ministerio público y entre todos
resolvemos el enigma- finaliza López.
Al día siguiente cerca de las once de la mañana en la sala de
conferencias de la brigada contra homicidios, se encuentran, los
dos agentes Peraza y López; el inspector Fraga y el fiscal del
ministerio público Dr. Domínguez.-
-¡Doctor Domínguez!,- inicia Fraga; --tenemos el siguiente caso:
un niño de diez meses de edad, fue herido accidentalmente con
una bala, cuando alguien que desconocemos disparó un revolver
38 a cielo abierto, esta bala subió a un punto muerto y descendió
desde una distancia de 700 metros. Los detectives aca presente
están a cargo de la investigación y tienen un problema de carácter
estratégico que le va a plantear-
-¡Bueno, veamos de que se trata- queda a oído el fiscal.
-Ocurrió- inicia Peraza, -que en el transcurso de la investigación,
hemos tenido que acudir en ayuda de un sargento de la policía
militar muy apreciado por nosotros para que nos preste una
persona de su despacho a objeto de infiltrarlo en una sede militar
ya que nuestras relaciones son graves. Mientras le planteábamos
nuestro caso le informamos que buscábamos a una persona que la
noche del día cinco de mayo disparó al aire un revolver marca Colt
de los denominados “Caballito” matando a ese bebé.
El sargento, muy amable nos mostró un revolver con esas
características que esa noche específicamente el chofer del
comandante del batallón de policía militar, había disparado en
amedrantamiento hacia un conductor que le había chocado el jeep
y perdido el control y chocado, salió herido-
-El hecho, según ese chofer- continua López. –ocurrió en la vía a
Charallave y el caso nuestro ocurrió en la parte norte de la Alta
Florida como a las siete de la noche-
-Esta claro, pero no veo el motivo de preocupación- alega el fiscal.
-El problema, doctor. Está en que- interviene Fraga. – hasta el
momento se ha establecido que un revolver Colt-38 fue disparado
esa noche y el único que sabemos es este de la policía militar. No
estamos seguros de este sea el incriminado hasta no hacerle una
experticia-
-sigo sin entender...ah, ya sé. Ustedes creen que es la misma arma
pero no tienen pruebas y seguramente si le dicen al sargento lo de
la sospecha, este les da una bala y resulta positiva. La carrera del
sargento acaba de un solo tajo- deduce el fiscal.
-Eso mismo, lo entendió- dice Fraga.
-Menudo problema, esto hay que pensarlo muy bien por que no se
trata de un caso civil que es mas fácil, si no un caso militar y es su
jurisdicción, otra cosa; ustedes no le vieron el serial--¿verdad?-
-No, para nada apenas si lo manoseamos por que no lo teníamos
en mente, ni siquiera sabíamos de ese hecho- interviene López.
-No podemos informarle de esta sospecha al sargento, por que si
cae en cuenta de lo que nosotros hemos deducido, para evitarse
problemas y evitárselos al comando, niega los hechos o cambia el
arma, para ellos es fácil. Por otro lado legalmente no podemos
solicitar una intervención del arma, ya que no tenemos prueba
alguna de que sea la misma, aquí vamos a tener que aplicar una
estrategia en la que salgamos todos bien y nadie salga lastimado-
-Eso estaba pensando pero no tengo las armas- alega Fraga.
-Vamos a invitar al sargento a que venga un momento hasta acá, lo
ponemos en conocimiento de lo que sospechamos y entre todos
resolvemos que hacer. ¿No les parece?- sugiere el abogado.
-Me parece bien- alega Fraga. – como soy bastante amigo de él, lo
voy a llamar ahora mas tarde, le asomo algo y lo invito. Por que
me va a preguntar por esa insistencia-
-Está bien, en cuanto concreten la cita con el sargento, me lo
informan y nos reunimos aca mismo-
-De acuerdo doctor- finaliza López.-
Tres días después y siendo las once de la mañana y en el mismo
salón de conferencias, se encuentran reunidos los funcionarios
anteriores y el sargento Hernández.
-Doctor Domínguez, él es el sargento Hernández de la Policía
Militar y del que ya conoce- presenta Fraga.
Se estrechan las manos y comienza el fiscal.
-¡Sargento!., esta reunión se debe a que se nos ha presentado un
problema de dudas que creemos podemos resolverlo de la mejor
manera-
-Gracias doctor. Domínguez, mi amigo Fraga me contó lo de la
sospecha y atando cabos en mi despacho, también llegué a la
conclusión de que Pacheco puede ser el autor de ese homicidio, así
que obtuve una bala del revolver en mi cajón de pruebas
balísticas, aca se las entrego para que la comparen y así salir de
dudas-
Los presentes quedaron estupefactos ante esta declaración tan
inesperada ya que esperaban negatividad, no pensaron que el
sargento es también uno de ellos, es un detective mas de la PTJ y
su deber está con la justicia.
-Dígame sargento- pregunta el fiscal. - ¿cómo llegó a esa
conclusión?-
-Muy simple doctor. Nuestro comandante reside en la calle
Codazzi de San Bernardino en la parte alta, muy cerca de la salida
hacia el teleférico, esa es la vía que Pacheco debe abordar para ir a
su residencia en los valles del Tuy, después que lo deja en su
residencia. Y aunque no le he interrogado mas a fondo, deduzco
que fue allí donde disparó esas tres balas percutadas que
encontramos en su arma esa madrugada, eso aunándole la
información que me dieron los detectives de que alguien había
oído tres detonaciones por esos lados-
-Si, son mucha coincidencias para ser negativo- deduce el fiscal,
-Una pregunta doctor. ¿si la bala dice que es el arma homicida,
cómo va a hacer para ubicar legalmente a Pacheco en ese lugar y
de haber disparado, sin que me cause problemas por esta
reunión?-
-Se me ocurre que inventemos un testigo que dice haber visto al
chofer de ese jeep. Por supuesto que usted nos da el número de las
placas, disparar un arma al aire por tres ocasiones cuando un carro
lo chocó, en el momento del apagón en la salida a Maripérez a esa
hora; como en el comando suyo vieron a estos dos agentes hablar
con usted, queda asentado de que ellos le estaban comunicando
este resultado de la investigación a su despacho para que abriera
una averiguación y usted descubrió a Pacheco cuando lo interrogó,
que es lo que va a hacer si la bala dice que él es culpable-
-Genial, doctor genial. Bueno esperemos este resultado- alegó
Hernández.-
Todo el grupo sube al segundo piso del edificio dónde funciona el
laboratorio de balística, hablan con el oficial encargado, le
entregan la muestra y este de inmediato busca la bala
incriminada, las coloca en los soportes y comienza a mover las
perillas buscando coincidencias, al cabo de unos segundos llama a
los presentes para que vieran que ambas balas fueron disparadas
por el mismo revolver.-
-No hay duda, Pacheco me mintió. ¿ Qué debo hacer ahora doctor?-
-Nosotros le vamos a extender un auto de proceder firmado por mi
y toda la documentación dónde se menciona lo del testigo, su
declaración, como si los agentes se lo hubieran entregado el día
que lo visitaron. Usted con eso, elabora un informe bien detallado
de la investigación que hizo su despacho, mencionando la prueba
balística. Aca usted tiene que ser muy convincente ante su
comandante, deje que él decida la suerte de Pacheco, no sugiera
nada ni intimide a Pacheco para nada. En el transcurso de la
semana, yo me presento ante usted, le pongo en conocimiento de
la demanda fiscal y me hace hablar con su comandante, Como si
nada de esto hubiese ocurrido. No se preocupe, la ley está departe
nuestra.- concluye el fiscal.
A la mañana siguiente en el despacho del sargento Hernández,
este de riguroso uniforme y con una carpeta bajo el brazo, se
dirige al otro lado del edificio donde funciona el comando del
batallón, se acerca a la puerta, el guardia lo recibe, luego lo hace
pasar al interior, Hernández marcialmente se presenta.
-Mi comandante, permiso para hablar con usted- se cuadra y
saluda militarmente.
-Siéntate Hernández y déjate de jaladera que para eso somos
amigos. Antes dime, ¿Cómo va ese departamento de
investigaciones que instalaste., se oyen rumores que eres bueno en
eso-
-Si mi comandante, estamos trabajando duro contra muchas
irregularidades cometidas con el personal nuevo, hay droga,
homosexualismo y hasta ladrones, pero funciona y pronto vamos a
ser los mas envidiados de los demás batallones-
-Bueno, bueno. ¿Qué es eso tan importante que te trae?-
En cuestión de una media hora le relata al comandante todo sobre
el caso de Pacheco, tal cual como se lo indicó el fiscal del
ministerio público, el rostro del comandante fue cambiando de
expresión a medida que Hernández le daba detalles
pormenorizados del caso. Al final, el comandante alega.
-Esta bien, Hernández. Lo haz hecho bien y gracias por haberme
comunicado esto antes de elevarlo a las altas autoridades, voy a
hacer pasar a Pacheco para que delante de ti me diga la verdad-
Toca un timbre y el guardia de puerta entra. Saluda y:
-Búscame a Pacheco y dile que quiero hablar con él-
El guardia sale y a pocos segundos entra Pacheco.
-Siéntate Pacheco, y dime. ¿dónde está tu revolver?-
-Señor, mi revolver lo tiene el sargento Hernández-
-Y.¿por qué?-
-Porque lo disparé para amedrentar a un conductor que me chocó
el jeep la noche del apagón. Señor-
-Y ¿dónde fue eso Pacheco..Y ¡coño! no me mientas “Carajo” que
yo estoy enterado de lo que hiciste-
Pacheco comienza a temblar como un resorte.
-Eso fue la noche que hubo el apagón, cerca de dónde usted vive,
entrando a Maripérez, señor-
-Bueno, Pacheco, entérate, una de esas balas que disparaste mató a
un bebé de diez meses de edad que su madre tenia agarrado para
protegerlo en la oscuridad-
Pacheco, entra en pánico y rompe a llorar vociferando que no
podía ser, que no fue su intención, que solo quería amedrentar al
chofer del auto que lo agredió, que no vio a ese niño. Etc etc.-
Hernández solo se limita a escuchar los lamentos de Pacheco sin
intervenir a pedido de su comandante, siente que de un momento
a otro Pacheco puede, debido a su edad colapsar, se prepara para
una intervención oportuna, pero a dios gracia no ocurre nada.
Pacheco, baja la guardia, baja la cabeza y solo espera.
El comandante reacciona, se ha dado cuenta que ha podido
provocarle a su amigo un colapso, por la forma intespectiva de
informarle del delito cometido, pero como militar no podía hacer
otra cosa sino plantearlo de esa manera.
-¡Hernández!-
-¡Señor!-
-¿Cuáles son los pasos siguientes?-
-En vista de que el señor Pacheco no es un militar, sino un
empleado suyo particularmente, que no se le dotó de un arma de
reglamento, sino que usó una de su propiedad, que disparó un
arma de fuego irresponsablemente procurando el deceso de un ser
humano. Propongo que el señor Pacheco, quede detenido en el
comando, se le abra un expediente al respecto y se le pone a la
orden de la brigada contra homicidios de la PTJ para que sea
juzgado por los tribunales civiles-
-Eso esta bien en términos jurídicos. Hernández, pero debemos
tomar en consideración varios aspectos; primero. Pacheco es una
persona que goza de mi aprecio y consideración desde muchos
años por razones familiares y paisanos de origen, segundo. Que se
trata de una persona mayor de edad, tercero que no tuvo ninguna
intención de causarle daño a nadie disparando el arma a cielo
abierto hacia una zona desolada, cuarto. Que no podía prever que
una de esas balas estuviese destinada a dar muerte a esa criatura,
quinto, que con todo ello. Pacheco esta bajo la jurisdicción militar
hasta que un juez militar decida lo contrario. Así que vamos a
ceñirnos a las reglas. Ponlo bajo custodia del comando bajo
condiciones consonas con su persona. Elabora el expediente y
solicita a la PTJ los recaudos del caso y lo agregas a ese
expediente, luego notificas al Juez militar sobre este caso y sigue
las instrucciones que ellos te asignen..¿entendido?-
-¡Entendido mi comandante!- Se cuadró y saludó.
Pacheco, fue confinado a una barraca especial para casos conexos
con todas las comodidades que según los cánones militares le son
concedidas mientras dure el proceso del caso judicialmente.-
La decisión tomada por el comandante del batallón de la policía
militar, creó un conflicto de jurisdicción entre los tribunales
civiles y militares. Afortunadamente se solventó la situación.
Tiempo después, el señor Pacheco fue considerado culpable por la
Justicia por el delito de homicidio concausal, y sentenciado a
purgar una condena especial en una institución para personas
mayores de edad consideradas no peligrosas.-
FIN.
Al instante de terminar de escribir esta historia, muchos de los
personajes que aparecen en ella y que por razones obvias sus
nombres verdaderos fueron cambiados, no existen físicamente,
incluyendo al presunto homicida.-
EL AUTOR. L.P.-
en un hecho real ocurrido en Caracas
Original de LUIS PÉREZ.2007.
Marcos había llegado temprano esa tarde a su residencia.
La única casa quinta de la urbanización. La alta Florida
que tiene sobre el techo del porche un curioso tanque de agua con la forma del globo terráqueo de gran capacidad, visible desde
cualquier ángulo en el sector.
Había tenido un día muy ajetreado por que cómo propietario de
un elegante restaurante en el centro de la ciudad era lógico que su
presencia y atención siempre son requeridos por la alta variedad
de clientes asiduos, mas en horas del mediodía que a menudo
algunos empleados de los bancos ubicados en la zona degustan las
exquisiteces de tan prestigioso local.
Isabel, su esposa le recibe como siempre. Una sonrisa, un beso y
un abrazo amante. La pareja apenas tienen dos años y medio de casados y ya han encargado dos preciosos varoncitos; Mario, de
un año y Marcos de diez meses de edad.
El resto de la tarde había transcurrido de forma normal, sin
alteraciones de ninguna índole, solo el fuerte calor que en los
meses de mayo hasta septiembre es común en estos países
tropicales.
La familia se desenvolvía en sus quehaceres cotidianos de manera
natural, los chicos jugando en el cuarto destinado para ello, Isabel
en la cocina, preparando los alimentos para la cena Marcos, en
short y franela, viendo la tele en la sala, saboreando una cerveza
bien fría.
Mario, el hermano de Marcos acaba de entrar a la casa proveniente
del trabajo, cansado, sudoroso. Como es de la casa, pasó
directamente a su dormitorio con un apenas “hola ya llegué”,
minutos después se une a su hermano quien en ese momento
disfruta de un juego de base ball en la televisión entre los mets de
New York y los mellizos de Minessota. Un vaso con cerveza fría
mas unos hielitos adicionales dan el toque agradable del
descanso placentero. Como de costumbre, ambos hermanos conversan entre ining ´s, sobre lo ocurrido en ese día o algún tema tal vez muy privado o simplemente hablan de todo un poco.
Las horas y los minutos vienen y se van inexorablemente, no hay
quien o qué los detenga, es simple la noche precede al día. Pero
esta noche será inolvidable para la familia de Marcos.
Son las siete y media de la noche, Marcos y su hermano habían
terminado de ver el juego y se disponían darse una ducha para
luego sentarse a la mesa para la cena.
De pronto la electricidad del sector deja de funcionar y se apagan
todas las luces y aparatos eléctricos, cunde el pánico por la
sorpresa, los chicos empiezan a llorar; Marcos y Mario a tientas
buscan fósforos o encendedores para procurar alguna luz que les
oriente y no tropezarse con los muebles, es Mario quien ha
logrado ubicar una linterna de mano en alguna gaveta del seibó,
con ella la situación es algo mas clara, entretanto Marcos le grita a
Isabel.
-Isabel, saca a los niños del cuarto y llévalos hacia el porche-
Cómo pudo, tropezándose con todo cuanto encontraba a su paso
logra llegar a la habitación de dónde provienen los desesperados
sollozos de ambos chicos, se acerca a ellos; a Mario lo carga en sus
brazos y a Marcos lo agarra por una manito y los saca hacia la
entrada de la casa.
Las luces de los autos que cruzan por la calle adyacente
enceguecen los ojos de Isabel, quien no atina saber ¿qué ha
sucedido?, el llanto de ambos chicos aúna la desesperación de la
mujer quien se aferra a ambos protegiéndolos.
En eso, y en plena oscuridad, Marcos, el pequeño que tiene
agarrado a su mano, afloja su peso y se deja caer sobre si, Isabel
trata de levantarlo pero no lo logra, el peso del cuerpecito la
domina. Desesperada le grita a su esposo.
-¡Marcos..Marcos, ven rápido que a Marquito le ha pasado algo!-
El padre y el tío como han podido llegar en pocos segundos hasta
el porche de la casa, Marcos agarra al chico quien se ha
desmayado, lo levanta, trata de reanimarlo pero siente que algo
pegajoso le empapa las manos y la cara, no sabe ¿qué es?, la luz de
la linterna que tiene Mario revela que es sangre, tiene todo el
rostro bañado en sangre. El terror cunde entre ellos,¿una pedrada?
¿un golpe?..¿Dios! ¿que es esto?, ¿qué le pasó a mi hijo? El, llanto y
la desesperación no se hacen esperar.
Son casi las ocho de la mañana del día 10 de mayo en la Brigada
contra Homicidios de la policía científica. Los agentes; Peraza y
López, habían llegado varios minutos antes a recibir la guardia de
trabajo de 24 horas del grupo anterior, no sin haber tomado un
ligero desayuno en la cafetería interna en la institución.
La rutina consiste en recibir del grupo saliente los casos que por
motivo de tiempo no fueron resueltos en el lapso del turno de
guardia, con el objeto de que las evidencias no desaparezcan y si
poder procesarlas en el laboratorio científico.
-¿Qué nos dejaste, Rodríguez?- pregunta Peraza al agente saliente.
-¡Un posible homicidio cometido sobre un bebé de 10 meses, la
noche del día cinco, durante un apagón-
-¿De qué forma, tiro, golpe...?- pregunta Peraza
-¡Tiro! Alguien disparó un arma de fuego en la casa donde reside
el infante, hiriéndolo en la cabeza. El padre y un tío del niño lo
ingresaron al Centro Médico de San Bernardino, falleciendo hace
una hora aproximadamente-
-¿Quién inició las investigaciones?-
-¡ García, pero no hizo mucho debido a que le dio prioridad a un
caso con trascendencia política que le fue encomendado!-
-¿El forense actuó?-
-Se le notificó vía telefónica, supongo que deben estar en la
clínica- responde Rodríguez.
-Dame lo que tengas y asienta en “las novedades” que me
entregaste el caso-
-No hay problema, pero vete ya, antes de que el forense ordene el
traslado del cadáver a la morgue-
Peraza y López han dejado la unidad radio patrullera aparcada en
la zona de la clínica y se dirigen hacia “información” en el lobby
del edificio, se identifican con el empleado de turno, este les
indica que el cadáver se encuentra en Anatomía patológica, abajo
en el sótano.
Ambos agentes bajan las escaleras hacia el sótano, penetran a la
sala refrigerada. En ese momento el médico forense se disponía
retirarse ya que había concluido el levantamiento del cadáver.
-No se marche todavía, doctor Castro- le conmina Peraza.
Sobre un display de neón encendido, adosado a una de las
paredes del local hay una placa radiográfica de la cabeza del bebé,
cinco hombres observan los detalles; Peraza, López, Castro, Dr.
Lara (cirujano) y Pedrosa. Encargado de la sección.
-Observen en detalle la ubicación de la bala de forma ojival-
indica el forense – alojada en el hueso peñasco, eso me indica que
no fue disparada directamente a la víctima, si no que bajó desde el
espacio por su propio peso, después de haber subido por efecto
del empuje que le proporcionan los gases en expansión, pierde
velocidad y potencia, atraviesa el frágil cráneo del bebé y se
detiene en la parte mas sólida que es este hueso-
-¡Una bala fría!- asiente Peraza.
-Sin duda alguna, “agentes”- confirma Lara – Alguien muy cerca al
niño debió haber disparado un arma y causó esta tragedia-
- No necesariamente doctor- refuta López –también pudo haber
sido disparada desde otro lugar. Lo que importa es el ángulo y la
distancia, eso lo determinaría un estudio planimetrico del ángulo
de penetración y la posición de la víctima en el sitio del hecho-
-Completamente de acuerdo contigo, López- afirma Peraza. –Esa
conclusión me indica que estamos frente a un “cangrejo”-
-No exactamente, por que si el Dr. Lara tiene razón, el origen del
disparo esta ubicado en la misma casa- confirma Castro.
-¿En algún momento el bebé despertó?- pregunta Peraza al doctor
Lara.
-En absoluto, llegó en coma y así se mantuvo hasta esta mañana,
creo que soportó demasiado tiempo ya que la lesión fue muy
grave, la bala le destrozó áreas del cerebro muy vitales-
-¿El padre del niño comentó algo sobre el hecho doctor?- pregunta
López.
-Si, claro, tanto el tío y el padre del bebé me comentaron que no se
imaginan de dónde le dispararon al niño, ya que nadie oyó la
explosión del arma, solo había oscuridad reinante en toda el área-
-¡Bueno “muchachos”- interviene el forense. – Si no hay mas nada
que hacer aca, debo ir a la morgue, me esperan varias necropsias
por realizar y entre ellas esta-
-No hay problema doctor- asienta López. –Solo le pedimos que la
bala sea extraída con mucho cuidado, es la única evidencia que
tenemos en este caso-
-Delo por hecho, detective.-
A bordo del auto patrulla, los agentes Peraza y López salen del
estacionamiento del centro hospitalario, abordan las vías
adyacentes y en pocos minutos se pierden entre el enjambre de
autos que en esas horas pico del día ya es costumbre en ciudades
tan caóticas como Caracas.-
Muy cerca del mediodía el auto patrulla se detiene frente al
porche de la casa quinta con el tanque de agua en forma de globo
terráqueo, los detectives observan la presencia de muchas
personas de ambos sexos en señal de duelo. Familiares, amigos
vecinos. Marcos, sale a recibirlos, estos se identifican; luego los
conduce hasta una pequeña oficina algo separada de la sala
principal.-
-Lamentamos su pérdida señor Marcos y lo acompañamos en su
pesar- inicia el diálogo el agente López.
Con los ojos enrojecidos por el llanto y el rostro demarcado por la
desesperación, Marcos acepta el pésame de los investigadores, se
seca las lágrimas y asumiendo una actitud alega.
-¡Caballeros!, estoy a su disposición-
-Quisiéramos- indica Peraza, - que nos mostrara el sitio exacto
dónde el niño fue herido y de ser posible si su esposa nos
acompaña ya que ella fue quien los llevó a ese lugar-
-Mi esposa en este momento está muy delicada, pero yo sé
exactamente todo lo ocurrido, vengan, vamos a salir por aca que es
mas directo.
Los tres hombres salen de la oficina y rodeando un lateral de la
casa, llegan frente a dónde está estacionado el auto patrulla,
Marcos se detiene justo donde su esposa estuvo de pié e indica la
posición del bebé. López se agacha asumiendo la posición de bebé
y capta que el borde superior de la cornisa del porche, permite un
espacio abierto de unos tres metros de ancho hacia el espacio
abierto del área indicando el lado norte-oeste del perímetro.
-¿Tienen algún arma de fuego en la casa, señor Marcos?- pregunta
Peraza.
-No, ninguna, recuerden que tengo niños- (rompe en llanto)
-Discúlpeme, es la costumbre- se disculpa el agente.
-¿Por qué su esposa trajo los niños hasta aca esa noche?- pregunta
López.
-Cómo le dije al detective que enviaron de su brigada esa
madrugada en el Centro Médico; Mario mi hermano y yo nos
encontrábamos viendo en la tele un juego de béisbol sentados y
tomándonos unas cervezas, nada del otro mundo. Conversábamos
cosas nuestras entre ining , los niños estaban en la habitación de
los juguetes y mi esposa estaba en la cocina junto con la muchacha
de servicio preparando la cena. De pronto las luces se apagan y
queda todo esta área y el sector en penumbras, eso nos sorprendió,
pero los niños comenzaron a llorar, yo le grito a mi esposa para
que los busque y los saque hacia acá, para que el aire los ventile,
mientras Mario y yo buscábamos linternas. Pasaría un cuarto de
hora cuando Isabel me grita desde aca que fuera a ver qué le había
pasado a Marquito, corrí saltando obstáculos y ya saben el resto-
-Creemos que alguien disparó un arma de fuego muy cerca de
aquí- deduce López, - la bala rebota en algún lugar, esta pierde
fuerza y se aloja en la cabeza del bebé-
-¡Pero, es que no oímos ningún disparo por aquí!, pregúntele a
quien sea-
-Su esposa recordará si en ese momento pasó algún auto cerca?-
pregunta Peraza.
-Si ella me dijo que pasó un auto pequeño chirreando los cauchos
y tocando corneta, dedujimos que había pisado una piedra y haya
golpeado al niño, pero en el hospital nos dijeron que fue una bala-
-Si bueno!.. tenemos que observar lo de la bala y de dónde vino-
indica López muy preocupado. Así que le estaremos molestando por unos días hasta establecer los hechos reales de lo ocurrido-
-No se preocupen por eso, acá nos encontrarán-
Se despidieron los detectives del señor Marcos, abordaron el auto
patrulla tomando el volante el agente Peraza, desapareciendo del
lugar.
-¿Qué opinas, sobre lo que acabamos de ver?- pregunta Peraza a su
compañero.
-¡Si la bala no presenta rastros de haber chocado con algo y
desviado su curso original, entonces tenemos un “Cangrejo”-
Atravesando la ciudad usando vías de acceso poco conocidas por
conductores comunes en cuestión de unos 30 minutos el auto llega
a las inmediaciones del edificio donde funciona la división de
Anatomía patológica (morgue) en el ala lateral sur del Hospital
Vargas, ambos agentes dejan la unidad cerrada y seguidamente
suben al segundo piso del local.
El cuadro que se observa a primera vista es dantesco y enerva
hasta la médula de los huesos, hay camas de metal donde reposan
cadáveres desnudos, unos ya cosidos como fardos de yute sobre el
pecho y abdomen. El olor reinante en la atmósfera no se compara
con nada, la respiración se paraliza, los nervios se te alteran mas
aún cuando se te ocurre mirar dentro de algunas ollas gigantes que
contienen vísceras humanas nadando en el agua como sancocho
de res, el vómito no se hace esperar y se te aflojan los esfínteres,
claro. Para quien no está acostumbrado a ello, pero para quienes
están todos los días lidiando con la cantidad de muertes que a
diario se suceden en la ciudad es su trabajo, en este lugar se pierde
la dignidad.-
El cadáver de Marquito se encuentra sobre una de las “bateas” y el
forense había cortado el contorno del cuero cabelludo, lo ha
expandido hacia el rostro y se disponía cortar con una sierra
eléctrica el contorno del cráneo. Por un momento, Peraza vacila,
busca un pañuelo en el pantalón del bolsillo, se seca el sudor, su
rostro refleja la impresión que le provoca el ruido del metal
cortando el hueso. En pocos minutos las manos enguantadas del
patólogo retiran la tapa del cráneo, hunde sus manos dentro de la
cavidad, extrae la masa encefálica después de cortarla de su raíz.
Un micrófono adosado cerca de la boca del patólogo recoge cada
detalle del proceso llevando la información a un grabador de cinta
que funciona muy cerca de la “batea”. Aparte de la voz, solo la
dificultosa respiración de los agentes de homicidios eran los
únicos sonidos en el sitio.
Un micro taladro entra en escena, su fresa penetra el hueso
alrededor de la bala, transcurren los segundos y el taladro es
sustituido por una pinza pico de garza que separa las astillas, tres
segundos mas y ahí esta.
Una bala de plomo intacta, solo algunos pequeños rasguños en la
ojiva. Las esperanzas de los detectives acaban de venirse al suelo
cuando ambos se miran a los ojos.
-¡Ni modo!, - expresa López con cara de vinagre, solo nos toca
llevarla al laboratorio para establecer qué tipo de arma la disparó,
aunque a simple vista parece de un revolver trentiocho-
-Estoy de acuerdo y que Dios nos ayude a descubrir quien asesinó
a esta preciosa criatura- Peraza, mirando el cuerpo del bebé.
Es media tarde, y los agentes López y Peraza se encuentran en el
departamento de planimetría del cuerpo de investigaciones, frente
a un plano de la parte norte de la ciudad adosado a una de las
paredes dónde se pueden observar con lujo de detalles cada calle o
avenida del sector. Una lámina de plástico transparente del mismo
diámetro al del plano les permite a los agentes remarcar con un
marcador de color negro, detalles como: Avenidas, calles, casas,
terrenos, instalaciones, accesos, distancias, coordenadas y todo
cuanto conduzca a tener una clara visión de los casos desde un
punto de vista mas técnico.
El informe de balística indica que se trata de un proyectil hecho de
plomo, calibre 38 disparado por un revolver del mismo calibre, de
los denominado Colt, que comúnmente se le conoce como
“caballito”, debido a las rayas helicoidales impresas sobre su
estructura, no presenta deformaciones por impacto excepto
algunas imperfecciones sobre su ojiva debido a la mala
manipulación y por el choque contra la estructura ósea del cráneo
de la víctima, se concluye que: vista la herida producida, su
alojamiento en el hueso peñasco a poca profundidad y la no
deformación por choque sobre superficies sólidas, esta bala fue
disparada hacia el cielo espacio, formó una parábola desde el
punto de inicio al punto de fatiga, pierde empuje y cae en vuelo
libre por su propio peso hasta el punto de impacto.
Observando el plano abatido del lugar de los hechos se deduce lo
siguiente:
A.- El punto muerto de impacto está ubicado sobre la calle Mérida
adyacente a los límites de la cota 1000 en la parte norte de la alta
florida, porche de la casa-quinta.-
B.- El ángulo de entrada del proyectil en caída libre es norte –
oeste- este.
C.- El punto de inicio se ubica en la parte norte de la avenida
principal de Maripérez, alrededores del teleférico, salida desde la
Urbanización San Bernardino, Comando de la policía
metropolitana y comando de las fuerzas aéreas nacionales. Eso nos
da una línea recta entre el inicio y el final de 700 metros
aproximadamente.-
Procedimiento a seguir:
Establecer la hora exacta y el tiempo transcurrido de la ausencia
de energía Eléctrica en el sector.
Encontrar testigos de oído o visual del origen del disparo.
Ubicar revólveres de las características indicadas en las sedes de la
policía metropolitana, el comando de la fuerza aérea y personal de
seguridad del teleférico o cualquier otro sitio dentro del límite de
la trayectoria recta.-
-¿Dónde comenzamos?- pregunta Peraza a López con cierto
sarcasmo y desgano.
-Primero vamos a planear la estrategia para ir descartando
indicios inútiles, sin dejar cabos sueltos. Cómo tu bien sabes las
relaciones entre esta institución y el comando de la Fuerza Aérea
no son muy amistosas que digamos, así que debemos conseguir la
forma de entrarles, y bien sea de paso. Yo creo que de ahí pudo
haber salido esa “maldita bala” todos sabemos que esa gente son
unos “gatillos alegres”, siempre disparan armas sin motivo
alguno. Con la Policía metropolitana no hay problemas. El guardia
del colegio La Salle está descartado ellos usan un rolo de madera
para espantar gatos. A los agentes de seguridad del teleférico
también queda descartado, ellos usan escopetas y son muy
cuidadosos-
-De acuerdo, comencemos con los “metros”- afinó Peraza.
Durante la ceremonia del sepelio del cadáver de “Marquito” en el cementerio del Este, esa tarde fue muy conmovedor, Isabel, su madre muy deprimida casi desfallece cuando el féretro bajaba por efecto del sistema mecánico hasta la última morada. Marcos, su padre, en un momento de dolor intenso y aferrado a su esposa deja escapar una imprecación maléfica: “Maldito asesino, lo pagarás aca en la tierra o en el infierno”.
En los tres días subsiguientes ambos investigadores se dedicaron a interrogar a cuanta persona, residente o transeúnte en el sector sin obtener indicio alguno que les orientara. En la metropolitana tampoco obtuvieron mucha información a excepto por uno de los agentes que recordó haber oído esa noche cuando hubo el apagón tres sonidos parecidos a disparos, pero no ubicó el origen por lo complicado del sector, él agente presume que pudieron haber sido los aviadores de al lado, ya que se sabe que esa gente tiene esa zona como polígono de tiro.
Al comienzo de la tarde del cuarto día, el inspector jefe de la
brigada contra homicidios sostiene una reunión de trabajo con los
agentes Peraza y López en su oficina.-
-Bueno..muchachos, ¿qué tienen sobre el caso del bebé herido?-
muy amistoso el insp. Fraga.
-¡Algo y nada!,- alega López con mucho desaliento. –Tenemos la
bala y sabemos la marca del revolver que la disparó, sabemos por
balística que fue disparada desde unos 700 metros desde el inicio
al punto de impacto a cielo abierto, impactando con poca fuerza
perpendicularmente en la cabeza del bebé alojándosele en el
hueso denominado peñasco apoca profundidad, debió haber
formado una parábola en el espacio hasta el punto muerto.
Sabemos también que los disparos fueron oídos por una agente de
la “metro” como a las siete y quince de la noche del apagón, entre
la sede policial y el comando de las Fuerzas Aéreas-
-También sabemos.- interviene Peraza, -que nuestros amigos
pilotos, no tienen muy buenas relaciones con nosotros, así que
estamos estancados-
-Así que prácticamente no tienen nada, se les convirtió en un
“cangrejo” (muchas patas)—aduce Fraga, - Mejor engaveten ese
caso y dedíquenle mas tiempo a los que tienen mas posibilidades
de esclarecer, no pierdan mas tiempo, piensen por un momento:
un irresponsable dispara un revolver hacia el cielo en una noche
oscura, nadie lo ve ó no hemos encontrado quien lo pudo haber
visto, su bala, mata a una criatura léjos de dónde está, no sabe que
lo hizo ni se lo imagina...miren muchachos esa bala fue el destino
de esa criatura-
-Estoy de acuerdo con usted, inspector—aclara Peraza, - en eso del
destino-
-A qué quieres llegar ?- pregunta López.
-No, tiene que ver con el caso, es con respecto a lo que los teólogos
tienen como información veraz. Según ellos, todo ser viviente en
este planeta está formado por tres elementos; Espíritu, que vendría
a ser la energía, el Alma, que sería la memoria y la Materia, que
sería el soporte de los anteriores. Dicen ellos que si un niño muere
bien sea al nacer o a pocos meses o años, el espíritu finiquita su
período de estadía en la tierra a través del tiempo que le fue
asignado y si muere anciano, significa que está comenzando esa
estadía, o sea que tendrá que reencarnar muchas veces-
-¿Y el alma?- pregunta Fraga.
-Esa es eterna, nunca desaparece, no tiene sexo, ni edad, se une al
espíritu que le asignen y cambia a otro en el momento de un
nacimiento-
-Oye..no sabía que estabas estudiando para cura- dice con sorna su
compañero-
-Se me acaba de venir a la mente una idea- interviene Fraga, -
pensando lo de la Fuerza Aérea, yo creo que podemos buscarle
una solución-
-¡Si..¿cómo?- preguntan casi al unísono los detectives.
-En nuestra academia estudió un miembro de la Policía Militar de
nombre, sargento Hernández, él se graduó de PTJ. Con el rango de
sub.-inspector y en su comando allá en el Fuerte Tiuna él tiene
una pequeña PTJ para los casos con militares, si hablan con él y le
plantean el caso para que envíe un espía al comando aéreo a ver si
alguien disparó ese revolver?-
-La idea no es nada mala- afirma López
-A mi me parece estupenda, si no sale nada positivo, el caso
muere- sostiene Peraza.
-Mañana temprano le voy a llamar por teléfono para decirle que
ustedes van para allá y le hablo un poco del caso, estoy seguro que
los va ayudar a ese sargento le encanta lo detectivesco. Así que a
mas tardar a las 10 de la mañana ya ustedes estarán hablando con
el hombre-¿entendido?-
-¡Entendido inspector!- al unísono.-
Cerca de las nueve de la mañana del día noveno después de la
muerte del bebé, los agentes López y Peraza al volante se
desplazan a bordo de su auto patrulla por la autopista vía oeste.
-¿Entramos por la panamericana?- pregunta Peraza
-¡Creo que es mejor por ahí, presumo que el comando de la PM.
Debe estar por ese lugar.-
En este momento el transmisor de la unidad reporta un tiroteo en
la avenida principal de los jardines del valle. Desde un auto sedan
color azul, varios individuos armados dispararon contra una
unidad policial hiriendo a dos funcionarios de gravedad, se
solicita que cualquier unidad que se encuentre por las adyacencias
de la autopista del oeste hacia el Valle, se reporte.-
-¿Qué hacemos, nos metemos en este lío?- pregunta López
-¿Tenemos armas largas?- devuelve la pregunta Peraza.
-¡No, solamente estos revolvitos piches!-
-Bueno, ahí esta la respuesta, olvídalo esos landros son
guerrilleros y matones que se encargue la Guardia Nacional-
A la altura del distribuidor panamericana, el auto aborda la vía
hacia la entrada a la zona militar, llegan a la alcabala, se
identifican y les ordenan estacionarse en el aparcadero, reportarse
con el jefe de comando y solicitar un pase para cada uno.
Cerca de las diez de la mañana, el auto patrulla queda estacionado
en la zona de visitantes de las adyacencias del comando, los
agentes dejan la unidad después de reportar a la central de
trasmisiones el motivo de la comisión.
Ambos se dirigen hacia un local con varias puertas, un soldado
PM, les ve venir, estos se identifican, solicitan al sargento
Hernández y el soldado los conduce hasta la oficina de
investigaciones.
A medida que los agentes recorren los pasillos por entre los
diferentes cubículos destinados a varias labores militares, los
decorados paneles y puertas dicen mucho de las actividades que
sobre seguridad nacional, respaldo a los batallones, castigo a los
infractores, beneficios al personal de tropa y todo cuanto
representa el batallón de Policía Militar, impresionan a los
visitantes civiles.-
El sargento Hernández es un hombre joven de contextura delgada
pero fuerte, muy amable en su expresión.
-¡Sargento!- ambos le extienden las manos en saludo
-¡Detectives!- se las estrechan y queda la bienvenida sellada.
-Fraga, me llamó anoche y me explicó algo sobre un homicidio y
que ustedes me lo aclararían; pero antes de que eso suceda,
permítanme enseñarles mi comando y presentarles a mi personal-
sugirió el sargento muy entusiasmado a sus distinguidos
visitantes.
Durante una hora aproximadamente los dos detectives estuvieron
recorriendo, estrechando manos, conociendo gente nueva y
amistosa, ya cercana a la hora del almuerzo, el sargento los invitó
a la Cantina del batallón, donde les brindó un suculento almuerzo
de bienvenida, el motivo de la misión no se planteó durante el
recorrido ni en la cantina, fue de regreso a la oficina del sargento
que López inicia el diálogo.
-Cómo usted ya sabe, un bebé de diez meses recibió el impacto de
una bala de revolver 38 en caída libre en su cabeza, muriendo
cinco días después del hecho-
-¿Una bala fría?- asienta el sargento – ¿Disparada desde dónde?-
-Desde unos 700 metros en línea recta, o mejor dicho; desde los
alededores del teleférico hasta la calle Mérida de la Alta florida
pero en parábola- confirma Peraza. –Nuestra investigación
comienza en la comandancia de la policía metropolitana, dónde
constatamos que ese tipo de arma no existe en ese comando,
también descartamos a los guardias de seguridad del teleférico, así
que nos queda el comando de la fuerza aérea, pero aca es dónde
necesitamos de su ayuda para que haga introducir a uno de los
suyos y pueda averiguar si alguno de esos aviadores disparó un
revolver así-
-Y, ¿ establecieron la marca del revolver?-
-¡Si!, se trata de un Colt 38 de los llamados Caballito- responde
López.
El sargento se echa hacia atrás en la silla, abre la gaveta de su
escritorio, mete la mano y saca un revolver que pone a la vista de
los agentes. -¿Así como este?-
Los agentes lo miran, el sargento se los pasa para que lo observen
y luego se lo devuelven.
-¡Si, sería como este!- confirma Peraza.
-Les voy a contar la historia de este revolver- alega el sargento.
-Esa madrugada del apagón que ustedes mencionan, el comando
recibió una llamada de un hospital ubicado en Charallave estado
Miranda, donde notificaron que un empleado civil de apellido
Pacheco y que trabaja en este batallón había sufrido un accidente
con el jeep que conducía en el sector.
Yo me apersono con una comisión, me entrevisto con Pacheco. Este
señor es amigo personal de nuestro comandante, son paisanos.
Andinos, tiene unos 60 años y su paisano, mi comandante para
ayudarlo le dio el trabajo de su chofer en el jeep. Pacheco reside
en Charallave. Pues bien, Pacheco presenta lesiones en la cara y
brazos, el jeep tiene golpes en el parafango izquierdo. Luego le
pido que me muestre su arma de reglamento, me dice que no le
habían asignado ninguna arma de reglamento, pero que él
personalmente tiene este revolver que compró en San Cristóbal
hace unos cinco años atrás. Tomo el arma en mis manos, abro el
tambor y veo que hay tres cartuchos percutados, le pregunto sobre
estas tres balas y me dice que cuando venía por la autopista, casi
llegando a su casa, en la noche, un auto lo embistió y lo hizo
perder el control, se encuneta, se detiene el jeep, se lesiona y saca
el arma y dispara tres veces para que el conductor del auto se
detenga, pero aquel se dio a la fuga. Una vez curado, nos lo
traemos al comando para que rinda un informe.-
-Interesante el asunto- alega López – pero en realidad no veo
relación con nuestro caso, por la diferencia en los sitios de los
hechos.-
-No, definitivamente no tenemos un caso- señala López.
-Bueno “muchachos”, no se desanimen, déjenme pensar cómo voy
a hacer para enviar a uno de los míos al comando de la Fuerza
Aérea, esta misma semana y en cuanto tenga alguna novedad se
las hago saber- concluyó Hernández, la entrevista.
De regreso y con López al volante del auto patrulla.
-Que interesante lo de ese señor Pacheco- se pregunta Peraza, -le
dispara al carro que lo choca con un arma igual a la que nosotros
buscamos. ¿tanta coincidencia? ó estamos frente a una verdad y no
la vemos-
-¿A dónde quieres llegar?-
-No sé, siento que no tenemos la información completa sobre lo de
Pacheco-
-¿Por qué?- insiste López.
-Si Pacheco es el chofer del comandante del batallón y que por
supuesto esta todo el tiempo a su lado, por qué no estaba el
comandante con él al momento del accidente?-
-Tal vez ya lo había dejado en su domicilio y se iba al suyo allá en
Charallave. Creo yo, no se, presumo- López, indeciso.
-De ser como tú dices, cabría saber ¿dónde reside el comandante?-
interroga Peraza.
-Buena pregunta, pero esa respuesta la tiene Hernández- afirma
López.
-Aquí la única manera de salir de dudas sobre Pacheco es
haciéndole al revolver que él disparó una experticia balística, con
una bala disparada en recuperación y comparándola en el
microscopio con la bala incriminada- sugiere Peraza.
-Si, pero ¿cómo vamos a obtener esa bala?, si no tenemos nada en
contra de Pacheco, aparte de que tocar ese punto con el
comandante de la policía Militar y su amigo...Mira Peraza, nos
vamos a meter en un tremendo lío, por que solo son suposiciones-
deduce López.
-De pronto le hacemos una llamada a Hernández, así como quien
no quiere la cosa, le sugerimos esa sospecha, él recupera esa
muestra y la comparamos y ya se acabó, salimos de dudas- sugiere
Peraza.
-Aunque así sea, Hernández puede muy bien meterse en un grave
problema con su comando, primero porque no debió contarnos
nada de ese hecho con Pacheco debido a que es asunto militar,
segundo; si hace lo que tu sugieres y lo descubren, aparte de que
le dan de baja del batallón se va a crear enemigos. Eso no esta
bien, tenemos que pensar bien lo que vamos a hacer, al fin y al
cabo no vamos a revivir al “carajito” y Pacheco, de resultar
culpable es un anciano, aparte de que ningún juez lo condenaría
por que si un buen abogado alega, aquello de la relación de
víctima con victimario, motivo por el cual y vaya a saber otras
miles de salidas, ese caso lo ganaría antes de que empezara- aclara
López.
-Y..¿vamos a dejarlo así?- pregunta Peraza.
-Mira, vamos a plantearlo en el despacho, con lujo de detalles,
hablamos con fiscal del ministerio público y entre todos
resolvemos el enigma- finaliza López.
Al día siguiente cerca de las once de la mañana en la sala de
conferencias de la brigada contra homicidios, se encuentran, los
dos agentes Peraza y López; el inspector Fraga y el fiscal del
ministerio público Dr. Domínguez.-
-¡Doctor Domínguez!,- inicia Fraga; --tenemos el siguiente caso:
un niño de diez meses de edad, fue herido accidentalmente con
una bala, cuando alguien que desconocemos disparó un revolver
38 a cielo abierto, esta bala subió a un punto muerto y descendió
desde una distancia de 700 metros. Los detectives aca presente
están a cargo de la investigación y tienen un problema de carácter
estratégico que le va a plantear-
-¡Bueno, veamos de que se trata- queda a oído el fiscal.
-Ocurrió- inicia Peraza, -que en el transcurso de la investigación,
hemos tenido que acudir en ayuda de un sargento de la policía
militar muy apreciado por nosotros para que nos preste una
persona de su despacho a objeto de infiltrarlo en una sede militar
ya que nuestras relaciones son graves. Mientras le planteábamos
nuestro caso le informamos que buscábamos a una persona que la
noche del día cinco de mayo disparó al aire un revolver marca Colt
de los denominados “Caballito” matando a ese bebé.
El sargento, muy amable nos mostró un revolver con esas
características que esa noche específicamente el chofer del
comandante del batallón de policía militar, había disparado en
amedrantamiento hacia un conductor que le había chocado el jeep
y perdido el control y chocado, salió herido-
-El hecho, según ese chofer- continua López. –ocurrió en la vía a
Charallave y el caso nuestro ocurrió en la parte norte de la Alta
Florida como a las siete de la noche-
-Esta claro, pero no veo el motivo de preocupación- alega el fiscal.
-El problema, doctor. Está en que- interviene Fraga. – hasta el
momento se ha establecido que un revolver Colt-38 fue disparado
esa noche y el único que sabemos es este de la policía militar. No
estamos seguros de este sea el incriminado hasta no hacerle una
experticia-
-sigo sin entender...ah, ya sé. Ustedes creen que es la misma arma
pero no tienen pruebas y seguramente si le dicen al sargento lo de
la sospecha, este les da una bala y resulta positiva. La carrera del
sargento acaba de un solo tajo- deduce el fiscal.
-Eso mismo, lo entendió- dice Fraga.
-Menudo problema, esto hay que pensarlo muy bien por que no se
trata de un caso civil que es mas fácil, si no un caso militar y es su
jurisdicción, otra cosa; ustedes no le vieron el serial--¿verdad?-
-No, para nada apenas si lo manoseamos por que no lo teníamos
en mente, ni siquiera sabíamos de ese hecho- interviene López.
-No podemos informarle de esta sospecha al sargento, por que si
cae en cuenta de lo que nosotros hemos deducido, para evitarse
problemas y evitárselos al comando, niega los hechos o cambia el
arma, para ellos es fácil. Por otro lado legalmente no podemos
solicitar una intervención del arma, ya que no tenemos prueba
alguna de que sea la misma, aquí vamos a tener que aplicar una
estrategia en la que salgamos todos bien y nadie salga lastimado-
-Eso estaba pensando pero no tengo las armas- alega Fraga.
-Vamos a invitar al sargento a que venga un momento hasta acá, lo
ponemos en conocimiento de lo que sospechamos y entre todos
resolvemos que hacer. ¿No les parece?- sugiere el abogado.
-Me parece bien- alega Fraga. – como soy bastante amigo de él, lo
voy a llamar ahora mas tarde, le asomo algo y lo invito. Por que
me va a preguntar por esa insistencia-
-Está bien, en cuanto concreten la cita con el sargento, me lo
informan y nos reunimos aca mismo-
-De acuerdo doctor- finaliza López.-
Tres días después y siendo las once de la mañana y en el mismo
salón de conferencias, se encuentran reunidos los funcionarios
anteriores y el sargento Hernández.
-Doctor Domínguez, él es el sargento Hernández de la Policía
Militar y del que ya conoce- presenta Fraga.
Se estrechan las manos y comienza el fiscal.
-¡Sargento!., esta reunión se debe a que se nos ha presentado un
problema de dudas que creemos podemos resolverlo de la mejor
manera-
-Gracias doctor. Domínguez, mi amigo Fraga me contó lo de la
sospecha y atando cabos en mi despacho, también llegué a la
conclusión de que Pacheco puede ser el autor de ese homicidio, así
que obtuve una bala del revolver en mi cajón de pruebas
balísticas, aca se las entrego para que la comparen y así salir de
dudas-
Los presentes quedaron estupefactos ante esta declaración tan
inesperada ya que esperaban negatividad, no pensaron que el
sargento es también uno de ellos, es un detective mas de la PTJ y
su deber está con la justicia.
-Dígame sargento- pregunta el fiscal. - ¿cómo llegó a esa
conclusión?-
-Muy simple doctor. Nuestro comandante reside en la calle
Codazzi de San Bernardino en la parte alta, muy cerca de la salida
hacia el teleférico, esa es la vía que Pacheco debe abordar para ir a
su residencia en los valles del Tuy, después que lo deja en su
residencia. Y aunque no le he interrogado mas a fondo, deduzco
que fue allí donde disparó esas tres balas percutadas que
encontramos en su arma esa madrugada, eso aunándole la
información que me dieron los detectives de que alguien había
oído tres detonaciones por esos lados-
-Si, son mucha coincidencias para ser negativo- deduce el fiscal,
-Una pregunta doctor. ¿si la bala dice que es el arma homicida,
cómo va a hacer para ubicar legalmente a Pacheco en ese lugar y
de haber disparado, sin que me cause problemas por esta
reunión?-
-Se me ocurre que inventemos un testigo que dice haber visto al
chofer de ese jeep. Por supuesto que usted nos da el número de las
placas, disparar un arma al aire por tres ocasiones cuando un carro
lo chocó, en el momento del apagón en la salida a Maripérez a esa
hora; como en el comando suyo vieron a estos dos agentes hablar
con usted, queda asentado de que ellos le estaban comunicando
este resultado de la investigación a su despacho para que abriera
una averiguación y usted descubrió a Pacheco cuando lo interrogó,
que es lo que va a hacer si la bala dice que él es culpable-
-Genial, doctor genial. Bueno esperemos este resultado- alegó
Hernández.-
Todo el grupo sube al segundo piso del edificio dónde funciona el
laboratorio de balística, hablan con el oficial encargado, le
entregan la muestra y este de inmediato busca la bala
incriminada, las coloca en los soportes y comienza a mover las
perillas buscando coincidencias, al cabo de unos segundos llama a
los presentes para que vieran que ambas balas fueron disparadas
por el mismo revolver.-
-No hay duda, Pacheco me mintió. ¿ Qué debo hacer ahora doctor?-
-Nosotros le vamos a extender un auto de proceder firmado por mi
y toda la documentación dónde se menciona lo del testigo, su
declaración, como si los agentes se lo hubieran entregado el día
que lo visitaron. Usted con eso, elabora un informe bien detallado
de la investigación que hizo su despacho, mencionando la prueba
balística. Aca usted tiene que ser muy convincente ante su
comandante, deje que él decida la suerte de Pacheco, no sugiera
nada ni intimide a Pacheco para nada. En el transcurso de la
semana, yo me presento ante usted, le pongo en conocimiento de
la demanda fiscal y me hace hablar con su comandante, Como si
nada de esto hubiese ocurrido. No se preocupe, la ley está departe
nuestra.- concluye el fiscal.
A la mañana siguiente en el despacho del sargento Hernández,
este de riguroso uniforme y con una carpeta bajo el brazo, se
dirige al otro lado del edificio donde funciona el comando del
batallón, se acerca a la puerta, el guardia lo recibe, luego lo hace
pasar al interior, Hernández marcialmente se presenta.
-Mi comandante, permiso para hablar con usted- se cuadra y
saluda militarmente.
-Siéntate Hernández y déjate de jaladera que para eso somos
amigos. Antes dime, ¿Cómo va ese departamento de
investigaciones que instalaste., se oyen rumores que eres bueno en
eso-
-Si mi comandante, estamos trabajando duro contra muchas
irregularidades cometidas con el personal nuevo, hay droga,
homosexualismo y hasta ladrones, pero funciona y pronto vamos a
ser los mas envidiados de los demás batallones-
-Bueno, bueno. ¿Qué es eso tan importante que te trae?-
En cuestión de una media hora le relata al comandante todo sobre
el caso de Pacheco, tal cual como se lo indicó el fiscal del
ministerio público, el rostro del comandante fue cambiando de
expresión a medida que Hernández le daba detalles
pormenorizados del caso. Al final, el comandante alega.
-Esta bien, Hernández. Lo haz hecho bien y gracias por haberme
comunicado esto antes de elevarlo a las altas autoridades, voy a
hacer pasar a Pacheco para que delante de ti me diga la verdad-
Toca un timbre y el guardia de puerta entra. Saluda y:
-Búscame a Pacheco y dile que quiero hablar con él-
El guardia sale y a pocos segundos entra Pacheco.
-Siéntate Pacheco, y dime. ¿dónde está tu revolver?-
-Señor, mi revolver lo tiene el sargento Hernández-
-Y.¿por qué?-
-Porque lo disparé para amedrentar a un conductor que me chocó
el jeep la noche del apagón. Señor-
-Y ¿dónde fue eso Pacheco..Y ¡coño! no me mientas “Carajo” que
yo estoy enterado de lo que hiciste-
Pacheco comienza a temblar como un resorte.
-Eso fue la noche que hubo el apagón, cerca de dónde usted vive,
entrando a Maripérez, señor-
-Bueno, Pacheco, entérate, una de esas balas que disparaste mató a
un bebé de diez meses de edad que su madre tenia agarrado para
protegerlo en la oscuridad-
Pacheco, entra en pánico y rompe a llorar vociferando que no
podía ser, que no fue su intención, que solo quería amedrentar al
chofer del auto que lo agredió, que no vio a ese niño. Etc etc.-
Hernández solo se limita a escuchar los lamentos de Pacheco sin
intervenir a pedido de su comandante, siente que de un momento
a otro Pacheco puede, debido a su edad colapsar, se prepara para
una intervención oportuna, pero a dios gracia no ocurre nada.
Pacheco, baja la guardia, baja la cabeza y solo espera.
El comandante reacciona, se ha dado cuenta que ha podido
provocarle a su amigo un colapso, por la forma intespectiva de
informarle del delito cometido, pero como militar no podía hacer
otra cosa sino plantearlo de esa manera.
-¡Hernández!-
-¡Señor!-
-¿Cuáles son los pasos siguientes?-
-En vista de que el señor Pacheco no es un militar, sino un
empleado suyo particularmente, que no se le dotó de un arma de
reglamento, sino que usó una de su propiedad, que disparó un
arma de fuego irresponsablemente procurando el deceso de un ser
humano. Propongo que el señor Pacheco, quede detenido en el
comando, se le abra un expediente al respecto y se le pone a la
orden de la brigada contra homicidios de la PTJ para que sea
juzgado por los tribunales civiles-
-Eso esta bien en términos jurídicos. Hernández, pero debemos
tomar en consideración varios aspectos; primero. Pacheco es una
persona que goza de mi aprecio y consideración desde muchos
años por razones familiares y paisanos de origen, segundo. Que se
trata de una persona mayor de edad, tercero que no tuvo ninguna
intención de causarle daño a nadie disparando el arma a cielo
abierto hacia una zona desolada, cuarto. Que no podía prever que
una de esas balas estuviese destinada a dar muerte a esa criatura,
quinto, que con todo ello. Pacheco esta bajo la jurisdicción militar
hasta que un juez militar decida lo contrario. Así que vamos a
ceñirnos a las reglas. Ponlo bajo custodia del comando bajo
condiciones consonas con su persona. Elabora el expediente y
solicita a la PTJ los recaudos del caso y lo agregas a ese
expediente, luego notificas al Juez militar sobre este caso y sigue
las instrucciones que ellos te asignen..¿entendido?-
-¡Entendido mi comandante!- Se cuadró y saludó.
Pacheco, fue confinado a una barraca especial para casos conexos
con todas las comodidades que según los cánones militares le son
concedidas mientras dure el proceso del caso judicialmente.-
La decisión tomada por el comandante del batallón de la policía
militar, creó un conflicto de jurisdicción entre los tribunales
civiles y militares. Afortunadamente se solventó la situación.
Tiempo después, el señor Pacheco fue considerado culpable por la
Justicia por el delito de homicidio concausal, y sentenciado a
purgar una condena especial en una institución para personas
mayores de edad consideradas no peligrosas.-
FIN.
Al instante de terminar de escribir esta historia, muchos de los
personajes que aparecen en ella y que por razones obvias sus
nombres verdaderos fueron cambiados, no existen físicamente,
incluyendo al presunto homicida.-
EL AUTOR. L.P.-
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