domingo, 23 de marzo de 2008
El autor es un ausente de su ciudad natal y Domingo
Desde la mítica Staromestské Namestí, el turista sólo emplea cinco minutos en llegar a la calle U Radnice, donde nació Kafka. Cinco minutos suficientes para abandonar toda esperanza de encontrar bien señalizada y a resguardo la casa natal, quede avisado. Sólo se conserva la entrada, clamando en silencio por una mano de limpieza, pero la fachada no conoce la brocha y la pintura, como atestiguan sus potentes desconchones, desde tiempo ha. El escultor a quien se encargó la placa de la esquina tampoco tuvo su mejor día, pues acertó a componer la cara escuálida y casi infantil de un Kafka que se sabe que es Kafka porque pone «Kafka» en la leyenda. Peor es la librería-exposición de la planta baja. Valga como librería, pero no vendría mal a sus empleados un somero cursillo orientativo para que aprendan a informar al curioso sobre en qué lugar de Praga están tomadas las fotos de Kafka que se exponen. Pregunté y sólo coseché vaguedades: «Me parece que es una plaza de la Ciudad Vieja?», «debe de ser una calle de por aquí?». Intrigado por saber si tan difícil era lo que preguntaba o tanta la ignorancia de la pareja librera, fui a tiro fijo: haciéndome el tonto, les pregunté por el nombre de un lugar en que Kafka aparece, en una foto famosa, a sabiendas de que era la Staromestské Namestí: «Me suena? quizás una calle cerca del Reloj?», me respondieron a dubitativo dúo, observando como por primera vez la foto. Kafka no vive en su casa natal.
Lo gordo es lo del palacio Goltz-Kinský, donde fue bachiller y donde su padre abrió tienda. Es, ni más ni menos, el lugar que eligieron los munícipes praguenses para instalar, al fondo de la planta baja, los urinarios públicos en que desahogan sus premuras los centenares de turistas que visitan la Staromestské. Ni en la Casa del Unicornio, ni en la cercana Casa del Minuto (o, quizá mejor, «al Minuto»), ni en las calles Celetná y Pariszká hay testimonio indicativo de que Kafka vivió allí o por allí estuvo de tertulia.
Junto a la entrada de la sinagoga española, se levanta la estatua con la que el escultor Jaroslav Róna ganó, hace cinco años, el concurso para un monumento a Kafka. Es sobre Kafka del mismo modo que puede ser sobre la apoteosis del mazapán toledano. Eso sí, resulta muy práctica para fotografiarse muy culto ante ella. Los libros de las sinagogas tampoco recuerdan a Kafka como uno de los suyos, quizá porque el escritor tardó lo suyo en acercarse al yidis y a la cultura judía. Se le menciona, pero lo justo.
Como Kafka escribió en alemán, me acerqué al Café Arco, en la calle Hybernska, lugar donde charló con los escritores que habían adoptado tal lengua. Sorpresa y anécdota. No es ya un café propiamente dicho, pues en sus mesas alargadas comían en discreto silencio quienes después supe que eran funcionarios del Ministerio checo del Interior, surtidos en el bufé contiguo. Parece ser que, molestos los nacionalistas checos por la naturaleza germana del lugar, lo convirtieron durante la época comunista en lo que es hoy, comedor de policías y gente muy de orden. Café, lo que se dice café, es el inolvidable Slavia, reformado para bien, o el magnífico de la Casa Municipal, con un pianista que no es clavado a Wagner, sino que es, sin duda, Wagner redivivo. No obstante, no se respira en ellos a Kafka tanto como en la «kavarna» del hotel Europa, en la plaza Wenceslao, donde Kafka dio lectura pública a «La condena». Los espejos que aún se conservan, parte del mobiliario y el altillo -que sólo pude entrever por las conminaciones tajantes, en puro checo pero indubitables, de una camarera- sí son de Kafka, sí los vio Kafka.
El castillo
Cruzado el puente Carlos, se va subiendo el barrio de Hradcany hasta llegar a la catedral de San Vito y al Callejón del Oro o de Los Alquimistas. Ahí sí que los encargados del turismo praguense se esforzaron, ahí sí que supieron explotar a Kafka. Porque el callejón sería nada -un conjunto de casitas diminutas, de una sola planta y desván- si su hermana Ottla no le hubiese cedido el número 22 a Kafka para que escribiese allí unos meses. Que sería nada lo saben, pues no se puede visitar de modo independiente, sólo gastándose unas cuantas coronas checas en un paquete más amplio. Con los libros de Kafka que allí se exponen a la venta y media docena de turistas, ya no se cabe en la casita azul. Un aplauso por haber sabido sacar divisas de tan insignificante lugar. Cerca, uno de los lugares que a Kafka más le gustaban, el Belvedere y su parque, con espléndidas vistas sobre el Moldava y la ciudad, que dicen las guías? sin mencionar a nuestro autor.
Al bajar, viene lo gordo: hay un Museo Kafka, en Cihelná, número 2, en una placita. Bien está. Dos gigantescas kas en ángulo agracian la entrada. En su interior, los decoradores (o como se llamen hoy los artistas encargados de llenar con cosas un lugar) acogieron todo lo que acude al imaginario colectivo cuando se menciona la palabra Kafka: espejos, laberintos, oscuridad (hay zonas propicias para romperse la crisma), cartelones, falsos palimpsestos y una musiquilla ambiente tan chirriante y sorpresiva que haría las delicias de un aprendiz de torturador. Porque, ya que nadie lee a Kafka más allá de «La metamorfosis», «kafkiano» se identifica con embarullado, siniestro, complicado, confuso, inexplicable? cuando una lectura en condiciones de Kafka lo revela como uno de los más ordenados, rectos, sencillos, claros y diáfanos autores que en el mundo han escrito sobre la condición humana, ella sí embarullada, siniestra, etcétera.
Pero no es lo gordo que Kafka se vaya a quedar para siempre como un escritor rarillo gracias al poco gusto por leer y gracias a ese museo pretendidamente kafkiano. Lo gordo es que el militante kafkiano que ya dije ser se llenó de gozo al oír los gritos jocosos y el aire de fiesta de los grupos de jóvenes que, por las calles aledañas, se acercaban al museo. Pero el gozo, al pozo. No iban a ver ni mucho menos el Museo Kafka: iban, en sucesivas oleadas cada vez más jacarandosas, a ver las dos figuras masculinas de bronce, de más de dos metros, que al escultor David Cerny le dejaron poner allí quién sabe quiénes muy postmodernos mandamases. Dos figuras verduscas y móviles cuya gracia reside en que están orinando sobre el estanque en que hunden sus pies. Allí, jóvenes y mayores, se retratan apurando todas las posibilidades que da el chorro de falso pis, y no digo más?
Praga es una ciudad hermosísima de la que Kafka se empapó: su luz, sus bruscos cambios de tiempo, las agujas angustiosas de sus iglesias, el potente Moldava, los abundantes y muy sugestivos pasadizos, el adoquinado de las calles. Pero Praga no consigue empaparse, con respeto y buen hacer, del más grande de los escritores de Europa central. O lo remedia pronto o toda la marea de turismo teledirigido que la invade sólo se quedará con que en esa ciudad nació un novelista friki que tiene un museo detrás de las esculturas meonas, esas que molan.
Titulares Ines.es
- Poesía de la semana -
Domingo 11 de mayo de 2008
Domingo
Tove Ditlevsen
Traducción de Francisco J. Uriz
Nunca ocurre nada los domingos.
Nunca encuentras un nuevo amor en domingo.
Es el día de los infelices.
Día de pensión o día de familia.
Las horas más dolorosas de la amante
cuando se imagina a su amado
con sus hijos en las rodillas
mientras su mujer, sonriente,
entra y sale con tentadoras bandejas.
Un día maldito.
Alguna vez tuvo que haber sido diferente.
¿Por qué si no tendríamos todos
que esperar con ansias el domingo durante toda la semana?
¿Quizá cuando íbamos a la escuela?
Pero ya entonces las campanas sonaban
compungidas y grises como lluvia y muerte.
Ya entonces las voces de los adultos
eran débiles e insonoras como si buscasen a tientas
y en vano las palabras dominicales.
El olor a humedad y a pan mohoso,
a sueño, botas de goma y achicoria
ya subía entonces por la escalera
y la calle, que estaba dura, vacía y diferente
de una manera desolada
El olor dominical nos forraba
con la gruesa capa de la decepción
que sigue a una expectativa
sin meta específica.
Pero, entonces ¿cuándo? En un lugar anterior a la memoria
hubo felicidad, una expectativa irresistible
que todavía nadie había sido capaz de defraudar.
Entonces las campanas significaban que papá estaba en casa,
el bigote, las negras cejas y el olor a tabaco mascado
estaban allí y allí quedaban, en un lugar cercano,
y quizá la risa de tu joven madre
sonaba más alegre que los otros días.
Es domingo. Tú nunca encontrarás
un nuevo amor ese día.
Estás sentada en el cuarto de estar
apabullada y rígida como una figura de cartón
a los ojos de los niños.
Escarban con los pies
y se pelean sin energía.
«Deberíamos hacer algo», dices.
«Sí», dice una voz detrás del periódico.
Entonces os calláis los dos, porque todo lo que tenéis ganas
de hacer es oculto y secreto
y sería inaceptable para el otro.
Las campanas de la iglesia suenan. Las narices de los niños
se llenan de desesperanzado olor heredado.
Sobre sus dulces rostros se desliza
una fealdad pasajera.
Una luz marchita
nace en sus ojos.
Pero todos esperamos el domingo
toda la semana, toda nuestra vida,
esperamos la ilusión de cientos
de largos domingos vacíos, agotadores.
Día familiar, día de pensión,
el infierno de los amantes secretos.
Ese día en que la nauseabunda grisura de los adultos
impregna a los niños y establece
la incomprensible melancolía dominical de los años venideros.
Tove Ditlevsen (1918 - 1976) Nació en Copenhaguen, Dinamarca. Nacida en una familia obrera, su formación fue enteramente autodidacta. Trabajó de oficinista y debutó en 1939. Ha publicado poemas y novelas, que encontraron un gran número de lectores.
poesiasemanal.com
jueves, 13 de marzo de 2008
¿Pudo Lennon haber sido feliz con otra y volver a ser un Beatle?
ABC John Lennon, en Cannes en 1971ANNA GRAU SERVICIO ESPECIAL. NUEVA YORK
¿Pudo John Lennon haber sido más feliz con otra mujer que con Yoko Ono y volver a ser un Beatle? Esta es la reivindicación de fondo de «Instamatic Karma», el segundo libro entregado a la imprenta por May Fung Yee Pang, más conocida como May Pang. Y por haber convivido con Lennon durante dieciocho meses de paréntesis en su matrimonio con Yoko Ono.
May Pang ya era autora de «Loving John» (Amando a John), donde hacía una primera memoria de su relación, que en la leyenda ha quedado como una especie de descenso a los infiernos del ex Beatle. Él mismo se refería a su período lejos de Yoko Ono como «el fin de semana perdido». Lennon estaba parafraseando el título de una película americana cuyo protagonista es un escritor sumido en el alcoholismo.
¿Era un John Lennon en horas bajas el que anduvo con May Pang? De esta época data su expulsión de un club de Los Ángeles, borracho como una cuba. También data de entonces la definitiva disolución de The Beatles. Uno de los documentos clave del libro es la foto en que se ve a Lennon estampando su firma al pie del documento que finiquitaba legalmente la sociedad.
Y es que «Instamatic Karma» -titulado así en honor de su canción «Instant Karma»- es básicamente un libro de fotografías. Vemos a Lennon nadando en Long Island, relajado con su hijo Julian, etc. Larry Kane, periodista y amigo de Lennon, sostiene que éste le confesó en privado que esta época fue «la más feliz de mi vida». May Pang incluso siembra la duda de cómo podría haber cambiado la historia de la música. The Beatles se disolvieron en diciembre de 1974. Sostiene May Pang que en febrero de 1975 ella y Lennon tenían planes para visitar en Nueva Orleáns a Paul y Linda McCartney. El día antes Lennon la dejó a ella y lo dejó todo para volver con Yoko Ono.
Existe entre ambas mujeres un fascinante juego de espejos. Ambas son orientales, aunque Yoko Ono es japonesa y May Pang nació en Estados Unidos, hija de inmigrantes chinos. May Pang es diecisiete años más joven. Ahora está divorciada, tiene dos hijos, diseña bisutería y es una ardiente protectora de los animales. Tiene un perro salvado del Katrina y sigue rodeándola un halo de dulzura y de buen rollo, justo lo contrario de lo que sucede con su rival.
Productora musical
May Pang entró en la vida de los Lennon como productora musical, puesta a sus órdenes en Apple Records. Se convirtió primero en su chica para todo y después en su asistente personal. ¿Entonces Lennon es el típico que deja a su mujer por la secretaria? Pues sí, pero atención, porque aquí nada es lo que parece: para empezar fue la misma Yoko Ono la que le arregló la relación con May Pang.
Fue Yoko Ono la que le comunicó a la asistente que ellos dos habían decidido separarse. Añadió que Lennon había empezado a salir con otras pero que lo mejor era que estuviera con May Pang, quien al principio rechazó la oferta alucinada. Yoko Ono ignoró sus protestas y los despachó juntos a Los Ángeles. Dieciocho meses después pasó a recoger a su John, con la noticia de que había encontrado una nueva cura para su tabaquismo. Y su John simplemente volvió con ella.
miércoles, 5 de marzo de 2008
Sobre Lucas Cranach el Viejo (1472-1553)
Hasta el 8 de junio
Londres acoge una muestra sobre Lucas Cranach, propagandista de Lutero y pintor de desnudos femeninos
Semanas antes de su inauguración, el Metro prohibió que se anunciara en sus túneles una de sus obras más famosas, una Venus cubierta sólo con una gasa
Lucas Cranach el Viejo (1472-1553), contemporáneo de Durero, propagandista de Martín Lutero y pintor al mismo tiempo de sinuosos desnudos de heroínas bíblicas o mitológicas, es objeto de una gran exposición que comienza este sábado en la Royal Academy of Arts londinense. Cranach fue un artista de enorme éxito material, cuyas pinturas e imágenes tuvieron una enorme demanda entre los ricos coleccionistas alemanes y su estudio, convertido casi en factoría, produjo numerosas réplicas, entre ellas de sus fascinantes desnudos femeninos. Gran cultivador del retrato, Lucas Cranach pintó varios de su amigo Martín Lutero, de los que se hicieron también numerosas reproducciones que se difundieron rápidamente por toda Europa, contribuyendo a la difusión de la Reforma protestante.
Joaquín Rábago/Efe
Londres
Semanas antes de su inauguración, la exposición armó un cierto revuelo cuando el Metro londinense decidió no admitir como cartel anunciador en sus túneles uno de sus desnudos femeninos más famosos, que muestra a una Venus de felina sonrisa cubierta sólo con una gasa tan transparente como provocativa.
Cranach fue un artista de enorme éxito material. Ocupó durante varios años el cargo de burgomaestre de Wittenberg, ciudad íntimamente vinculada a la reforma del fraile agustino -en su castillo clavó Lutero sus 95 tesis contra el negocio de las indulgencias- y corte de Federico III el Sabio, príncipe elector de Sajonia.
Sus pinturas e imágenes tuvieron una enorme demanda entre los ricos coleccionistas alemanes y su estudio, convertido casi en factoría, produjo numerosas réplicas, entre ellas de sus fascinantes desnudos femeninos.
Ingenuo y taimado erotismo
Destacan éstos por un elegante y entre ingenuo y taimado erotismo que aún hoy, época de saturación sexual, sigue sorprendiendo por la forma, entre disimulada y coqueta con que esas heroínas bíblicas miran muchas veces al espectador.
Pintor enormemente versátil, Cranach pintó en su etapa de Viena, ciudad donde comienza a saberse algo de su vida, excelentes retratos de humanistas y otros personajes relacionados con su nueva universidad.
De esa época son también obras devocionales como La Crucifixión, en las que destaca su maestría como paisajista, o su espectacular Martirio de Santa Catalina (hacia 1505), obra que presagia su actividad en Wittenberg como pintor de cámara de Federico el Sabio.
Gran cultivador del retrato
Gran cultivador del retrato, Lucas Cranach pintó varios de su amigo Martín Lutero, de los que se hicieron también numerosas reproducciones que se difundieron rápidamente por toda Europa, contribuyendo a la difusión de la Reforma protestante.
Sus grabados para la primera edición del Nuevo Testamento, traducida por el propio Lutero en 1522 y considerada una obra fundamental desde el punto de vista no sólo religioso sino del alemán moderno, alcanzaron también enorme popularidad.
Su amistad con aquel monje excomulgado por el Papa León X y su colaboración con el también teólogo reformista Felipe Melanchton no impidió a Cranach, sin embargo, atender los pedidos del rival de ambos, el arzobispo de Maguncia y cardenal Alberto de Hohenzollern.
Cranach retrató al famoso cardenal, aunque no del natural sino copiándolo del famoso grabado de Alberto Durero, y representándolo como San Jerónimo en su estudio, rodeado de animales.
También se deben a sus pinceles piezas de retablo para la catedral de Maguncia y diversas tablas devocionales para su arzobispo así como para otros mecenas católicos.
Tanto escenas bíblicas o de martirios de santos como partidas de caza
Cranach, llamado así por la ciudad alemana donde nació (Kronach), supo satisfacer en todo momento los deseos de sus patronos, y así pintó también lo mismo escenas bíblicas o de martirios de santos que espectaculares partidas de caza, a la que tan aficionados eran sus benefactores.
También dibujó con su taller centros de mesa para banquetes, escudos heráldicos y todo tipo de enseñas, e hizo también los grabados del lujoso catálogo de la colección de reliquias del príncipe elector Federico.
Su holgada posición de pintor de cámara de Federico terminó con la derrota que infligió a éste Carlos I de España y V de Alemania en 1547, año en que Cranach se trasladó primero a Augsburgo y luego a Weimar, donde moriría a la edad de 81 años.
La exposición de la Royal Academy, organizada conjuntamente con el museo Städel, de Fráncfort, y que estará abierta hasta el 8 de junio, permite al visitante hacerse una idea muy completa de la extraordinaria maestría y versatilidad de un pintor cuya influencia llega hasta Picasso, Modigliani y, actualmente, el estadounidense John Currin.
martes, 4 de marzo de 2008
Muestra única en España reúne 50 inventos de Da Vinci
«Leonardo Da Vinci. Hombre-Inventor y Genio» se mostrará hasta el próximo 13 de abril en León.
Medio centenar de modelos de los inventos de Leonardo Da Vinci, así como dieciocho reproducciones de sus obras pictóricas tan influyentes como »La Gioconda«, integran una exposición »excepcional« que se muestra desde hoy en León por primera vez en España y que revela el ingenio de un hombre adelantado a su tiempo.
Así lo ha explicado hoy el presidente de Caja España, Santos Llamas, en el acto inaugural de esta exposición con el título de »Leonardo Da Vinci. Hombre-Inventor y Genio«, la cual se mostrará hasta el próximo 13 de abril en León, ciudad a la que ha llegado procedente de México y tras pasar por importantes salas de Europa y América, con un total de 300.000 visitantes.
La exposición reúne sobretodo inventos del artista fabricados en madera por cualificados artesanos de Florencia (Italia), como Paolo Carthiari, además de obras artísticas como una réplica de la »Última Cena«, una de sus pinturas más representativas, junto a »La Gioconda«, y que da la bienvenida al visitante a la muestra.
Entre los inventos destacan el de una bicicleta que nunca llegó a construir; una sala de los espejos, que demuestran la ley de la reflexión; así como una máquina que muestra la »imposibilidad del movimiento perpetuo« y que podría ser un anticipo de la posterior Ley de la Gravedad de Isaac Newton, según ha explicado el director del Museo Provincial de León, Luis Grau.
Grau, experto en la obra de Da Vinci (1452-1519) ha ejercido de guía para esta muestra, ya que el comisario de la misma Christoph Rahofer no ha podido trasladarse a León.
Muchos de estos inventos son interactivos, con lo que se pueden activar »pulsando, apretando o moviendo las manivelas«, con el fin de que se pueda comprender mejor su funcionamiento y finalidad.
En la muestra, se pueden contemplar inventos como una »barrena vertical«, con la que se puede clavar una fosa, y junto a ella el denominado »tornillo de Arquímedes«, útil para elevar el agua a un lugar más alto del de donde éste se encuentra, inventos, ambos, muy útiles para transportar agua para una antigua ciudad fortificada.
Un autómata programable, que podría ser el precedente del robot, poleas, grúa, una máquina de piñones para el cambio de marchas, cadenas, un cojinete de tres esferas, incluso un mecanismo que podría ser el antecedente de una cremallera integran esta muestra, que refleja como Da Vinci fue capaz de adelantarse a su tiempo.
»La mayoría de estas máquinas proceden de bocetos que nunca se llevaron a la práctica«, según Grau, que ha añadido que la mayoría de ellos inventos estaban »concebidos para ahorrar esfuerzo al ser humano«.
»Posiblemente no sea el mejor pintor, ingeniero, músico, escultor y matemático, lo impresionante es que fue bueno en todo, tocó todos los palos y dejó una gran huella que ha quedado patente en esta exposición«, ha dicho Grau.
Entre las obras pictóricas que se muestran de Da Vinci, destaca la »Batalla de Anghiari, una copia de una obra de Rubens, quien a su vez reprodujo un fresco de Da Vinci, que ha desaparecido y que constituyó uno de los encargos más importantes que recibió el artista.
domingo, 2 de marzo de 2008
Gabriel Jaime Franco
Puesto que se es un hombre
no se es grande.
Mas es haber venido aquí tan grande,
que haber creído ser un día
es haber sido.
Ahora hago en verdad esto o aquello,
mas no entiendo muy bien
por qué no soy un hombre que embetuna o hace fila,
quien ofrece cursos de ingles o enciclopedias,
algo así,
porqué no sería yo quien ora,
quien ahora muere,
quien intenta ser en esto
o en esto
o en aquello
Porqué sólo soy quien se pregunta,
quien se deshalla y se descentra,
sólo quien intenta no sabe muy bien qué.
Por qué soy al fin quien soy, si fuera.
Mas fue creer haber sido tan grande,
que sólo haberlo creído es haber sido.
*Gabriel Jaime Franco nació en Medellín en 1956. Miembro del consejo de redacción de la revista Prometeo. Ha publicado los libros En la Ruta del Día (1989), La Tierra de la Sal (1994) y Reaprendizaje del Alfabeto (Premio nacional de poesía Fuego en las Palabras, en 1997). Ha sido incluido en las antologías Cinco poetas Jóvenes, Disidencia del Limbo, Conozcámonos Mejor (Brasil-Colombia), Postal de fin de siglo y Quién es Quién en la Poesía Colombiana.
Revista de Arte y Cultura en la Red -
www.enfocarte.com
no se es grande.
Mas es haber venido aquí tan grande,
que haber creído ser un día
es haber sido.
Ahora hago en verdad esto o aquello,
mas no entiendo muy bien
por qué no soy un hombre que embetuna o hace fila,
quien ofrece cursos de ingles o enciclopedias,
algo así,
porqué no sería yo quien ora,
quien ahora muere,
quien intenta ser en esto
o en esto
o en aquello
Porqué sólo soy quien se pregunta,
quien se deshalla y se descentra,
sólo quien intenta no sabe muy bien qué.
Por qué soy al fin quien soy, si fuera.
Mas fue creer haber sido tan grande,
que sólo haberlo creído es haber sido.
*Gabriel Jaime Franco nació en Medellín en 1956. Miembro del consejo de redacción de la revista Prometeo. Ha publicado los libros En la Ruta del Día (1989), La Tierra de la Sal (1994) y Reaprendizaje del Alfabeto (Premio nacional de poesía Fuego en las Palabras, en 1997). Ha sido incluido en las antologías Cinco poetas Jóvenes, Disidencia del Limbo, Conozcámonos Mejor (Brasil-Colombia), Postal de fin de siglo y Quién es Quién en la Poesía Colombiana.
Revista de Arte y Cultura en la Red -
www.enfocarte.com
Suscribirse a:
Entradas (Atom)