lunes, 14 de enero de 2008
González León, eterno.
Falleció el escritor venezolano Adriano González León
Este sábado 12 de enero falleció en Caracas el escritor venezolano Adriano González León, víctima de un infarto que sufriera a las 3 de la tarde durante un almuerzo en el restaurante Amazonia Grill, de la urbanización Las Mercedes, que frecuentaba en los últimos meses. Según el diario Últimas Noticias, aún a las 5 de la tarde se esperaba la llegada de un paramédico que certificara la muerte y permitiera el levantamiento del cadáver. Los restos de González León son velados hoy en la Funeraria Vallés de La Florida.
Nacido en Valera (Trujillo) en 1931, González León fue el autor de País portátil (Seix Barral, 1968), novela que en 2008 arribará a sus 40 años, y en la que narra la épica historia de la familia trujillana Barazarte a través de los recuerdos y vivencias del último de sus hijos, Andrés, un guerrillero urbano que debe atravesar Caracas para cumplir una misión. La obra obtuvo en 1968 el premio Biblioteca Breve y en 1979 fue llevada al cine por los realizadores venezolanos Iván Feo y Antonio Llerandi.
El escritor acababa de ver la edición en Venezuela de su novela Viejo, publicada por Alfaguara en 1995, y que recibió elogios incluso de Gabriel García Márquez, quien aseguró era “la novela que yo hubiera querido escribir”.
A los 15 años fue corresponsal del diario El Nacional en la zona andina y a los 24, ya graduado de abogado en la Universidad Central de Venezuela (UCV), donde además fue profesor de literatura, fundó con Guillermo Sucre, Edmundo Aray, Rodolfo Izaguirre, Efraín Hurtado y otros el grupo Sardio, que editó una revista del mismo nombre que difundía escritores de todo origen y de gran compromiso político.
El escritor, quien nunca ocultara su tendencia izquierdista, fue también un activo luchador contra la dictadura de Marcos Pérez Jiménez a principios de los 50. Más tarde colaboraría con revistas como Letra Roja y El Techo de la Ballena. El Nacional también le dio el premio del Concurso Anual de Cuentos de 1956 por “El lago”.
Sus primeras incursiones en la literatura fueron como cuentista, con las obras Las hogueras más altas (Buenos Aires, Goyanarte, 1959; Premio Municipal de Prosa 1958), Asfalto-Infierno y otros relatos demoniacos (El Techo de la Ballena, Caracas, 1963) y Hombre que daba sed (Jorge Álvarez, Buenos Aires, 1967), donde describía ambientes urbanos y campesinos sombríos y dramáticos.
Además publicó Damas (1979), De ramas y secretos (poesía; Rayuela, Caracas, 1980), El libro de las escrituras (serigrafías de Marco Miliani; Ediciones de Galería Durban-Arte Dos, Caracas-Bogotá, 1982), Solosolo (1985), Linaje de árboles (Planeta, Caracas, 1988), Del rayo y de la lluvia (crónicas poemáticas; Contexto Audiovisual-Pomaire, Caracas, 1991), Viejo (Alfaguara, 1995), El viejo y los leones (cuento para niños; Rayuela, 1996), Hueso de mis huesos (poesía; ilustraciones de Manuel Quintana Castillo; Rayuela, Caracas, 1997) y Viento blanco (Rayuela, Caracas, 2001), así como la antología de sus relatos, Todos los cuentos más Uno, publicada por Alfaguara en 1998. En 1978 había obtenido el Premio Nacional de Literatura y en 2003 el doctorado honoris causa de la Universidad Católica Cecilio Acosta (Unica), de Maracaibo.
En los años ‘60 es designado primer secretario de la Embajada de Venezuela en la República Argentina, donde adquiere vinculaciones valiosas. De vuelta a Venezuela trabajará como profesor de la Facultad de Economía de la UCV. Durante quince años mantendrá en el canal del Estado venezolano Televisora Nacional (canal 5) el programa Contratema, en el que pretendía, según dijo en una entrevista, “interesar a la gente por la literatura, demostrar que no es difícil con cierta malicia”.
A mediados de los ‘90 retornará al servicio diplomático como agregado cultural de Venezuela en España, país en el que volvería a la televisión, como colaborador y frecuente presentador del espacio Taller Abierto de la Televisión Educativa Iberoamericana.
En los últimos años había retomado su columna semanal en El Nacional, bajo el título “De ayer, de hoy y de siempre”. No dudó en compartir su experiencia con las nuevas generaciones, por lo que fue uno de los impulsores de la iniciativa “Escribas”, en la que dirigió cátedras literarias junto a otros destacados autores venezolanos.
Como un homenaje a su obra y a lo que representa en el universo literario venezolano, el PEN de Venezuela creó en 2004, en sociedad con el Grupo de Empresas Econoinvest y el Grupo Editorial Norma, el premio Bienal “Adriano González León”, con el propósito de difundir la obra de los novelistas venezolanos. El galardón fue obtenido en 2004 por Milton Quero Arévalo y en 2006 por Héctor Bujanda.
“Para mí es inconcebible”, dijo en otra entrevista más reciente, “que muchos compañeros con quienes construimos una idea de la izquierda venezolana hoy estén tan confusos y no hayan aprendido la lección brutal del fascismo, el nazismo, el gran engaño del estalinismo y, sobre todo, la construcción artificial de esas repúblicas socialistas, que no fueron sino países espantosamente sometidos y vejados”.
Fuentes: ABN • El Nacional • El Tiempo • Últimas Noticias
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