sábado, 12 de diciembre de 2009

Alfonsina Storni se despide, dispuesta a todo


Fechado en Panamá
Rolando Gabrielli



¿Es más importante la muerte que la vida de un poeta? La pregunta no devolverá la ausencia que dejó Alfonsina Storni al partir, entre el mito y la desesperación. Se despidió en el poema: “¡Adiós!”:

Las cosas que mueren jamás resucitan,
las cosas que mueren no tornan jamás.
¡Se quiebran los vasos y el vidrio que queda
es polvo por siempre y por siempre será!

Cuando los capullos caen de la rama
dos veces seguidas no florecerán...

El abismo y el vértigo no mueren, Alfonsina, alguien se hará cargo de sus pasos. Hay quienes piensan que dejaste la razón y te enamoraste del vacío. Algunos tocan trompetas para anunciar sus propias tempestades. El mito se renueva y yo siento el eco en un caracol de mar, el viento que lo trae en tu voz.

¿Es mejor saber que no saber? ¿Tú me preguntas a mí o ambos sabemos la respuesta? No tardará en salir el sol aquí y estoy frente al mar. El horizonte se deja ver, pero no tocar. El pasado es a veces un perro sin dientes, idolatrado por el olvido. ¿La grandeza del mar es dejar que lo circunden de tierra y naufraguen una y mil veces?

Alfonsina se despide en el poema de su amigo entrañable, Horacio Quiroga, quien no pudo llevársela a vivir a la selva donde terminó suicidándose... y le escribe un poema al suicida:

Morir como tú, Horacio, en tus cabales,
Y así como en tus cuentos, no está mal;
Un rayo a tiempo y se acabó la feria...
Allá dirán.
Más pudre el miedo, Horacio, que la muerte
Que a las espaldas va.
Bebiste bien, que luego sonreías...
Allá dirán.

Menos de dos años después, Alfonsina decidió partir, y para ello escogió las aguas de Mar del Plata... Alfonsina decía que su nombre quería decir, dispuesta a todo. Fue, sin duda, una mujer apasionada, de avanzada en su tiempo. De origen suizo, su familia se residenció en la Argentina. Trabajó como obrera a los 14 años de edad, mesera y en el teatro. Finalmente se hizo maestra rural, como Gabriela Mistral, que siempre tuvo elogios para su poesía y cabellera. Alcanzó varios premios y reconocimientos importantes por la crítica en su época.

Fue un 25 de octubre cuando decidió partir, hace 71 años. Y no deja de hacer noticia y ser recordada desde ese entonces, tal y como ella lo solicitara en una carta de despedida encontrada hace unos días en la Sociedad Argentina de Escritores. La carta está dirigida a su amigo Manuel Galvez y no tiene fecha. Le da las gracias y un adiós.

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