domingo, 30 de noviembre de 2008
jueves, 13 de noviembre de 2008
90 Aniversario de su muerte
El surrealismo, el arte póstumo de Apollinaire
Ideó y dio nombre a esta vanguardia, que años después impulsaría André Breton
Apollinaire, en la Primera Guerra Mundial, poco después de ser herido. (Foto: EL MUNDO)
ARTURO LUNA
MADRID.- En 1911, Guillaume Apollinaire fue arrestado como sospechoso de haber robado 'La Gioconda' del mismísimo Museo del Louvre, tras alentar públicamente a los verdaderos culpables del hurto a quemar el cuadro de Leonardo Da Vinci.
Apasionado en el amor y con un olfato infalible para descubrir las tendencias emergentes, el nombre del escritor francés, fallecido el 9 de noviembre de 1918, se sitúa entre la más osada y visionaria de las elites artísticas.
Aunque nunca pudiera disfrutar del ascenso del surrealismo; la vanguardia que ideó, a la que dio nombre y que André Breton no consagró hasta varios años después de su muerte. Paradójicamente, fue en la pintura en el arte en el que más influyó Apollinaire en vida, como crítico en algunas de las publicaciones más selectas del París bohemio y como amigo de cubistas, entre ellos Picasso y Georges Braque. La poesía tuvo que esperar.
Su valioso legado literario vivió más tarde en los textos de Paul Éluard o del propio Breton, quien en 1924 dio forma al concepto que había alumbrado Apollinaire, el mentor de toda una generación de poetas que sólo encontraban reflejo en él en unos años de vanguardia dominados por otras artes.
"El cubismo y antes el fauvismo quieren transformar su arte volviendo a los principios originales", escribió Apollinaire como crítico de arte. Y así es como él creó su literatura, retorciendo la tradición y dotándola de un nuevo sentido. Para la posteridad quedarán sus conocidos 'Caligramas', poemas dispuestos de tal forma que representan gráficamente los objetos y conceptos a los que se refieren. O lo que es lo mismo, la máxima y más amplia expresión del verso libre.
Proyectos frustrados con Picasso
Nacido en Roma en 1880 como Wilhelm Albert Włodzimierz Apollinary de Wąż-Kostrowicki, el literato francés de origen polaco y vástago de la aristocracia europea amamantó la anormalidad, abandonado por su padre y criado de forma errante por una madre ludópata.
Apenas cumplidos los 20, se trasladó a París. El barrio de Montmatre, tan venerado por turistas, cineastas y pseudo-bohemios de hoy, pronto se convirtió en su feudo. De su estrecha relación con Picasso surgió una voluntad nunca consumada de emprender proyectos artísticos comunes y una relación epistolar que es claro manifiesto de la génesis de las vanguardias.
Para la posteridad quedarán sus conocidos 'Caligramas', poemas dispuestos de tal forma que representan gráficamente los objetos y conceptos a los que se refieren
Múltiples y diversos empleos le alimentaron antes de que publicara en 1909 su primer libro, 'El encantador en putrefacción'. En poesía debutó en 1911 y fue dos años más tarde cuando se editó 'Alcoholes', recopilación de sus poemas desde los 18 hasta los 30 años.
Pero aún queda parte de la obra del francés por conocer. Este mes de noviembre la editorial barcelonesa Acantilado publica 'Cartas a Lou', volumen inédito en el que se reúne la correspondencia que mantuvo con una de sus amantes, la condesa Louise de Coligny, y los sensuales y tiernos poemas que creó para ella este fervoroso seguidor de los textos de Marat Sade, que recibió a cambio de sus composiciones frialdad e indiferencia por parte de su amada.
Algunos quisieron ver en ello una de las razones por la que en 1914, como muchos otros artistas de vanguardia, Apollinaire decidió alistarse en el ejército para participar en la Primera Guerra Mundial. Dos años después fue herido de gravedad, lo que le dejó como secuela una debilidad física que no le permitió hacer frente a la epidemia de gripe de 1918.
jueves, 11 de septiembre de 2008
miércoles, 10 de septiembre de 2008
¿Qué es el arte?, reflexiones de Tolstoi*
"¿Qué es, pues, el arte, considerado fuera de esa concepción de la belleza que sólo sirve para embrollar inútilmente el problema? Las únicas definiciones del arte que demuestran un esfuerzo para substraerse a esa concepción de la belleza, son las siguientes:
1º según Schiller, Darwin y Spencer, el arte es una actividad que tienen hasta los animales y que resulta del instinto sexual y del instinto de los juegos;
2º según Verón, el arte es la manifestación externa de emociones internas, producida por medio de líneas, de colores, de movimientos, de sonidos o de palabras;
3º según Sully, el arte es la producción de un objeto permanente o de una acción pasajera, propias para procurar a su productor un goce activo y hacer nacer una impresión agradable en cierto número de espectadores o de oyentes, dejando aparte toda consideración de utilidad práctica.
Aunque superiores a las definiciones metafísicas que fundan el arte sobre la belleza, estas tres definiciones tampoco son exactas.
La primera es inexacta porque, en vez de ocuparse de la actividad artística propiamente dicha, sólo trata de los orígenes de esta actividad. La adición propuesta por Grant Allen también es inexacta, porque la excitación nerviosa que cita se manifiesta en otras formas de actividad humana, además de la actividad artística, y esto es lo que ha producido el error de las nuevas teorías estéticas, elevando al linaje de arte la confección de hermosos vestidos, de suaves perfumes o de guisos agradables.
La definición de Verón, según la cual el arte expresa las emociones, es inexacta porque un hombre puede expresar sus emociones por medio de líneas, de sonidos, de colores o de palabras, sin que su expresión obre sobre otros; y en tal caso, no sería nunca una expresión artística.
La de Sully es inexacta porque se extiende desde los ejercicios acrobáticos al arte, mientras hay, por el contrario, productos que pueden ser arte sin dar sensaciones agradables a su productor ni al público; así ocurre con las escenas patéticas o dolorosas de un poema o de un drama.
La inexactitud de todas estas afirmaciones procede de que todas, sin excepción, lo mismo que las metafísicas, cuidan sólo del placer que el arte puede producir, y no del papel que puede y debe desempeñar en la vida del hombre y de la humanidad.
Para dar la definición correcta del arte, es pues, innecesario ante todo, cesar de ver en él un manantial de placer, y considerarle como una de las condiciones de la vida humana. Si se considera así, se advierte que el arte es uno de los medios de comunicación entre los hombres.
Toda obra de arte pone en relación el hombre a quien se dirige con el que la produjo, y con todos los hombres que simultánea, anterior o posteriormente, reciben impresión de ella. La palabra que transmite los pensamientos de los hombres, es un lazo de unión entre ellos; lo mismo le ocurre al arte. Lo que le distingue de la palabra es que ésta le sirve al hombre para transmitir a otros sus pensamientos, mientras que, por medio del arte, solo le transmite sus sentimientos y emociones. La transmisión se opera del modo siguiente:
Un hombre cualquiera es capaz de experimentar todos los sentimientos humanos, aunque no sea capaz de expresarlos todos. Pero basta que otro hombre los exprese ante él, para que enseguida los experimente él mismo, aun cuando no los haya experimentado jamás.
Para tomar el ejemplo más sencillo, si un hombre ríe, el hombre que le escucha reír, se siente alegre; si un hombre llora, el que lo ve llorar, se entristece. Si un hombre se irrita o excita, otro hombre, el que lo ve, cae en un estado análogo. Por sus movimientos o por el sonido de su voz expresa un hombre su valor, su resignación, su tristeza; y estos sentimientos se transmiten a los que le ven o le oyen. Un hombre expresa su padecimiento por medio de suspiros y sonidos, y su dolor se transmite a los que la escuchan. Lo propio ocurre con otros mil sentimientos."
*León Tolstoi (1828-1910) fue destacado escritor ruso, autor de obras extraordinarias como Ana Karenina y La guerra y la paz.
martes, 2 de septiembre de 2008
Un hombre inmune a la muerte.
Cultura| 28 Ago 2008 - 9:17 pm
El 28 de agosto de 1828, 180 años atrás, nació en Yasnaia Poliana, Rusia, León Tolstoi
Por: Fernando Araújo Vélez
León Tolstoi. Sus dos obras cumbres, ‘Guerra’ y paz’ y ‘Anna Kareninna’ las escribió antes de cumplir 50 años. Buscó a Dios con desesperación y se hizo cómplice de la Muerte, luego de haber huido de ambos por años y años.
Tolstoi en sus años de juventud. Él mismo se describía como un campesino ruso, común y corriente. La diferencia estaba marcada por sus ojos grises.
Fue el temor a la Muerte que presintió, lloró y lo desoló una mañana de otoño de 1865 el que llevó a León Nicolaievitch Tolstoi a enfrentarse con Ella y volverla su cómplice. La descubrió, le arrancó su manto de misterio, la desnudó, desesperado, como a las prostitutas que desnudaba en sus tiempos de juventud, sólo para amarla, sólo para olvidar aquella madrugada que describió con un “Trato de echarme a dormir, pero, apenas en la cama, el terror me hace levantar. Es una angustia, una angustia como la que precede al vómito; parece que mi ser se va a romper a trozos, sin llegar nunca a romperse, sin embargo. Trato de dormir otra vez; pero el terror está conmigo, junto a mí, rojo, blanco...; algo se quiere romper dentro de mí y, sin embargo, no pasa de ser una sensación”.
Antes, iluso, convencido de que su exuberancia física y su vitalidad jamás se iban a extinguir, e incluso desafiante, había dicho: “No puedo interesarme por la muerte, principalmente por el motivo de que no existe mientras yo viva”. La había tildado de “espantajo” y “espectro”. Se había referido a ella como “indigna de ser creída”.
Su temor, su gran pánico, había surgido cuando apenas era un niño que acababa de cumplir cinco años. Su madre acababa de morir. Los adultos lo llevaron a que se despidiera de ella por última vez, y él la tocó, fría e inerme. Sufrió por su madre, por la Muerte, y tuvo que atragantarse sus gritos porque así lo imponían las normas, y así lloró, hasta que no aguantó más y salió del cuarto de velación corriendo, sin destino fijo. Luego volvió a sentir la misma angustia con los decesos de su padre, de uno de sus hermanos y de su tío.
Él era la vida. “Deseo vivir mucho, mucho tiempo; el pensar en la Muerte me llena de un temor infantil y poético”, había escrito en una carta de juventud. Era la vida por sus músculos, sus huesos, su fuerza, su energía. Tolstoi era capaz de levantar a un hombre con una mano y sostenerlo 20, 30 segundos. Nadaba, corría, hacía gimnasia, montaba a caballo como un cosaco y en las tardes, cuando se cargaba a la espalda su escopeta de cazador, podía recorrer las leguas de las leguas sin jadear. La primera vez que se enfermó fue del alma, cumplidos los 50 años; la segunda y última, poco antes de su muerte, el 10 de noviembre de 1910.
Él era la vida, y tanta vida no podía sucumbir ante una debilucha muerte, pero sucumbió, claro. Sucumbió y tuvo que describirla con todos sus horrores en La Muerte de Iván Iljitch, cuando el protagonista se diluía y en medio de sus tormentos gritaba: “No quiero, no quiero”. Sucumbió cuando se enfrentó a ella para describir el morir en Tres Muertes, sus páginas más psicológicas según Stefan Zweig, retratos que hubieran sido inconcebibles sin “aquel sacudimiento catastrófico, sin aquel pavor que lo hace tambalear todo de arriba abajo, sin ese temor vigilante y desconfiado; para poder describir así esas muertes, Tolstoi ha tenido que vivir su propia muerte y por adelantado, hasta en las fibras más pequeñas de su ser, y vivir esa muerte en sí mismo en el futuro, en el presente y en el pasado”.
El 28 de octubre de 1910 Tolstoi empezó a morir. Ya había escrito que sólo en soledad se podía aproximar a Dios, y él quería creer en Dios. Lo había buscado desde el 30 de agosto de 1878, un día después de su cumpleaños número 50. Lo había retado, acorralado, insultado, pero Dios era el único camino que le quedaba después de haber recibido la gloria en vida por Guerra y paz, por Anna Kareninna, por los honores de los zares, por los comentarios de los críticos y su título de noble. Un día
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Cultura| 28 Ago 2008 - 9:17 pm
El 28 de agosto de 1828, 180 años atrás, nació en Yasnaia Poliana, Rusia, León Tolstoi exclamó “Señor, dame fe”. Ese día, sobre las seis de la mañana, como una sombra, salió de su habitación hacia la cochera de su casa y se metió en un carruaje que instantes más tarde se dirigía hacia el Cáucaso a paso muy lento. Tolstoi había descubierto a su mujer, Sofía Andreievna, hurgando entre sus papeles.
Esa mujer que ya no estaba en su alma había sido su amor y su penitencia durante más de 40 años. Con ella había tenido 13 hijos y había vivido hasta las más íntimas sensaciones. No obstante los celos, que rompieron la unión espiritual el mismo día del matrimonio porque él le mostró su diario-confesión repleto de mujeres y amoríos y ella nunca pudo superarlo, terminaron por llevarlos al odio. Tolstoy llegó a la estación de trenes y desde allí le envió su última carta a Sonia: He hecho lo que es habitual a los viejos de mi edad; abandono esa vida mundana para pasar los últimos días de mi vida en el retiro y en el silencio”.
Buscaba a Dios. Compró su boleto que lo llevaría a Él a nombre de T. Nikolaieff. Se subió en un vagón de tercera, medio oculto por una capa, y se detuvo en el convento de Schamardino para despedirse de su hermana, la abadesa. Estuvo con ella unos días. El 31 continuó su camino con una de sus hijas, de incógnito, pero en una vuelta de su huida un transeúnte lo reconoció. Entonces todos los pasajeros supieron que en ese tren de tercera iba León Tolstoi. Lo supieron los periódicos. Su fotografía salió en las primeras planas. Policías, periodistas, curiosos, familiares, amigos y enemigos, detectives y enviados del Zar salieron en su búsqueda. La orden imperiosa era detenerlo en la primera parada que hubiera. Dios se había alejado de nuevo.
Tolstoi se recostó contra una ventana. Sudaba. Pasaba del frío al hervor. Temblaba. Su hija lo cubrió con una manta. Habló con el conductor de la locomotora. Le explicó que su padre se sentía muy, muy mal. Se detuvieron en Astapovo. El maquinista le ofreció su pequeño cuarto para que pasara allí el tiempo que necesitara, y allí el gran hombre se fue extinguiendo, acurrucado en una cama de metal, con su diario y un lápiz en una tembleque mesita de noche. El pueblo, el país y su esposa se asomaban por una ventana, pero no podían ingresar. Con él sólo estaban su hija, el médico y un extranjero. Quizás el Dios que tanto había buscado. Y la Muerte, la Muerte su antigua enemiga, su vieja cómplice. La Muerte amiga durante sus últimos días.
Sus dudas a los 50 años:
¿Para qué vivir?
¿Qué causa tiene mi existencia y la de los demás?
¿Qué objeto tiene mi ser o cualquier otro?
¿Qué sentido tiene la división en “bien” y “mal” que siento dentro de mí y para qué hago esa distinción?
¿Cómo debo vivir?
¿Qué es la vida? ¿Cómo puedo salvarme?
Palabras de la condesa Sonia en la estación de Astápovo en el invierno de 1910*
Ahora estás muriendo en la estación de Astápovo
y las noticias vuelan sobre Rusia.
La muerte está en tu rostro, tu rostro está en los diarios
y cae y cae la nieve sobre lo irreparable.
Van y vienen los trenes sobre el imperio blanco
y el Zar envía las tropas y llegan por millares los paisanos,
reporteros, fotógrafos;
todos entran y salen del cuarto improvisado junto a las paralelas
y cabecean los médicos, y nuestros tristes hijos van y vienen,
y todos pueden verte y despedirte y acariciar tu frente
menos yo, que te di mi vida entera,
yo, que me arrojé al lago cuando supe de tu ausencia,
yo que viví cuarenta largos años
sosteniendo ante Dios en el vacío las tormentas de tu alma
y salvando tus sueños,
no podré sostener tus viejas manos que ya explora la muerte,
las viejas crueles manos de mi príncipe,
no tendré para el resto de mi vida el consuelo de una palabra,
debo mirar de lejos la cabaña
tras un fragor de trenes y soplos de humo azul y nieve que no cesa,
porque así lo has querido, porque de toda Rusia,
del país que te llora como si fuera el Zar el que se muere,
sólo a mí me has cerrado para siempre las puertas.
*(Fragmento). William Ospina, Poemas, editorial La Otra Orilla.
Fernando Araújo Vélez | EL ESPECTADOR
miércoles, 20 de agosto de 2008
Hotel antiguo por Eugenio Montejo.
Una mujer a solas se desnuda,
pared por medio, en el hotel antiguo
de esta ciudad remota donde duermo.
Abren las sedas un rumor disperso
que se mezcla al follaje
de los helechos en el aire.
Se oyen llaves que giran en un cofre,
jadeos ahogados, prendas,
la inocencia de gestos solitarios
que beben los espejos.
A su tiempo la noche se desnuda
y las calles apiladas se doblan
en un vasto ropaje
con la fatiga de un final de fiesta.
Una mujer a solas tras los muros,
unos pasos, un oscuro deseo,
hasta mí llega de otro mundo
como alguien que he amado y que me habla
desde un ataúd lleno de piedras
pared por medio, en el hotel antiguo
de esta ciudad remota donde duermo.
Abren las sedas un rumor disperso
que se mezcla al follaje
de los helechos en el aire.
Se oyen llaves que giran en un cofre,
jadeos ahogados, prendas,
la inocencia de gestos solitarios
que beben los espejos.
A su tiempo la noche se desnuda
y las calles apiladas se doblan
en un vasto ropaje
con la fatiga de un final de fiesta.
Una mujer a solas tras los muros,
unos pasos, un oscuro deseo,
hasta mí llega de otro mundo
como alguien que he amado y que me habla
desde un ataúd lleno de piedras
miércoles, 13 de agosto de 2008
Los Wayuú reivindican la defensa de su tierra
La Organización Indígena Yanama y demás organizaciones y comunidades wayuú proclaman su derecho territorial como habitantes ancestrales
Latinoamérica - 10/08/2008 9:50 - Autor: SIEC - Fuente: SIEC
Mujeres del pueblo Wayuú de la Guajira.El Pueblo Wayuú de la Guajira realizará el primer Conversatorio sobre la Defensa del Territorio Étnico, en el cual se abordaran los temas de territorio, recursos naturales y autonomía. La reunión se llevará a cabo en el Cabo de la Vela los días 8 y 9 de agosto; uno de los propósitos es conmemorar el Día Internacional de los Pueblos Indígenas, 9 de agosto, por mandato de Naciones Unidas.
La Organización Indígena Yanama y demás organizaciones y comunidades wayuú proclaman su derecho territorial como habitantes ancestrales, y tal como lo establece el artículo 26 de la Declaración Universal de los Derechos de los Pueblos Indígenas de la ONU: “los pueblos indígenas tienen derecho a poseer, utilizar, desarrollar y controlar las tierras, territorios y recursos que poseen en razón de la propiedad tradicional u otra forma tradicional de ocupación o utilización, así como aquellos que hayan adquirido de otra forma”
Propósitos del Conversatorio
* Reunir a un número determinado de importantes dirigentes wayuú con trayectoria en la defensa de los derechos indígenas, también a destacados miembros de la cultura afrodescendiente y alijuna que hayan mostrado trabajo, solidaridad, interés y preocupación por la defensa de los temas territoriales y sus implicaciones en la vida de los habitantes.
* Desarrollar este primer conversatorio, a partir de la reflexión sobre importantes documentos, tales como: La Declaración Universal de los Derechos de los Pueblos Indígenas, aprobada por las Naciones Unidas en el 2007; el Convenio 169 de la OIT, ratificado por Colombia mediante la Ley 21 de 1991; y, la Constitución Política de Colombia de 1991.
* Examinar el impacto de la actual legislación nacional, relacionada con los temas de territorio, recursos naturales y autonomía de los pueblos indígenas, con el objeto de identificar los puntos críticos y la vulnerabilidad a que se somete la integralidad colectiva de los grupos étnicos que habitan la península de La Guajira.
* Identificar los puntos geo-económicos en situación de vulnerabilidad actual y futura correspondiente al territorio de los grupos étnicos, para discutir y planificar acciones que conlleven a su defensa integral.
* Construir una Agenda de Trabajo, como el inicio de esfuerzos conjuntos que tenga como propósito una real y efectiva defensa del territorio nacional
Ejes temáticos
Territorio. El tema de territorio abordará aspectos como legislación nacional y su impacto en la conservación del territorio; los convenios y tratados internacionales sobre territorios indígenas; el ejercicio de lo inalienable; la consulta y la concertación: su impacto en las comunidades y fragilidad en su uso; áreas territoriales, actualmente vulnerables, frágiles y críticas para su conservación; áreas territoriales mitológicas y cosmogónicas: conservación y protección; áreas territoriales susceptibles de reclamación y recuperación; y construcción de políticas públicas para la defensa del territorio indígena.
Explotación de recursos naturales. En este tema se discutirán aspectos como la explotación de recursos en tierras habitadas por comunidades wayuú; la explotación de los recursos naturales, su impacto y afectación en la vida de los habitantes donde se adelantan; construcción de políticas públicas de protección al hábitat indígena; y estrategias para la conservación de los recursos naturales por parte de los wayuú.
Autonomía de los pueblos indígenas y sus implicaciones políticas y organizativas. Este tema el eje central a tratar es el libre ejercicio de la autodeterminación y su significado para los pueblos indígenas. También se trataran aspectos como el papel de las actuales organizaciones y sus procesos de lucha; identificación, ubicación y razón de ser; y estrategias para el ejercicio de la autonomía y respeto al territorio ancestral.
Para mayor información comunicarse con la coordinadora del conversatorio, Remedios Fajardo Gómez, quien agradece confirmar la asistencia a los números telefónicos: 3106032517 y 3008036577
sábado, 9 de agosto de 2008
Comienza el Festival de Edimburgo con 'Auge y caída de la ciudad de Mahagonny', de Brecht
Se trata de una versión que permite concentrarse más en el texto y la música, influida por el jazz y el music-hall
EFE - Edimburgo - 09/08/2008
El Festival Internacional de Edimburgo difícilmente podía haber elegido una obra en principio más electrizante para su inauguración. Auge y caída de la ciudad de Mahagonny, la feroz sátira del capitalismo con texto de Bertolt Brecht y música de Kurt Weill, no ha perdido nada de su fuerza dramática desde 1930.
Han cambiado, sin embargo, los tiempos y si su estreno en 1930, en plena República de Weimar, se vio alterado por la acción de las camisas pardas y degeneró en un auténtico tumulto hacia el final de la representación, la audiencia siguió anoche la famosa ópera con exquisita atención en la Usher Hall de la capital escoces.
Se trata en esta ocasión de una versión concertante, que permite concentrarse más en el texto -en inglés- y, por supuesto, la música, influida poderosamente por el jazz y el music-hall y que trata de ser accesible al gran público sin perder nada de su complejidad sinfónica. Como explica el compositor austríaco HK Gruber, que dirigió en Edimburgo, Weill demostró que era posible "escribir música muy moderna, expresándolo todo al mismo tiempo de forma muy simple, lo que junto resultaba revolucionario".
La variedad de estilos y fuentes musicales es típica de Weill, pero lo realmente sorprendente es cómo el compositor logra en Mahagonny sintetizar los elementos más dispares en un todo coherete.
Es sabido que el resultado final no convenció totalmente a Brecht, que llegó a calificarla de ópera "culinaria": era para él un tipo de obra que deleitaba a la audiencia en lugar de hacerle reflexionar como en el teatro "didáctico" que él mismo propugnaba.
Sin embargo, en eso radica por el contrario la modernidad de esa composición de Weill, que interesó profundamente en su día a Stravinsky, a quien no le gustó nada en cambio su trasfondo marxista.
En declaraciones anteriores al estreno, Gruber explicó que siempre quiso dirigir Mahagonny desde que escuchó en los años sesenta una grabación con la voz inimitable de la gran Lotte Lenya, la esposa de Kurt Weill. "Fue un auténtico descubrimiento...No me cansaba de escucharla, ahora, cuarenta años más tarde, tengo esa ópera en el corazón, en el cerebro, en la memoria. Desde el primer día en que soñé con ser director de orquesta quise dirigirla...pero no como una obra escénica sino como oratorio", explicó Gruber al diario The Scotsman.
Y así, sin adornos escénicos, es como la ha presentado en Edimburgo con la Royal Scottish National Orchestra, el Edinburgh Festival Chorus, las voces femeninas de la Royal Scottish Academy of Music y un grupo de solistas que incluía a Giselle Allen (Jenny Hill), Anthony Dean Griffey (Jim Mahoney), Susan Bickley (Begbick) y Peter Hoare (Jack Smith).
Fue una interpretación impecable desde el punto de vista coral y orquestal, con una extraordinaria sección de viento, a las que la dirección enérgica de Gruber trató de sacar el máximo partido, pero en la que a las voces solistas les costó un poco calentarse.
Al final, a base de esfuerzo, Gruber consiguió elevar la tempertura ambiente, y el público se lo agradeció con una prolongada ovación.
Esta noche el Festival de Edimburgo ofrece la ópera Las Dos Viudas, de Bedrich Smetana, basada en una farsa francesa de Jean Pierre Félicien Mallefille cuya acción el compositor checo traslada al mundo de la pequeña aristocracia rural de su país
martes, 29 de julio de 2008
Buñuel
El director de cine Luis Buñuel, en 1960. /ARCHIVO
EFE |
MADRID
Actualizado Martes, 29-07-08 a las 06:45
La obra del 'genio de Calanda', como se le conocía por haber nacido en esa localidad aragonesa, está más vigente que nuncaTras la Guerra Civil, vivió en París, EEUU y, finalmente, en México donde rodó algunas de sus películas más significativas
El cineasta hizo siempre lo que quiso y contó lo que sentía, sin importarle los convencionalismos.
Pocos cineastas han desarrollado una carrera tan redonda, coherente y, sobre todo, personal, como el gran Luis Buñuel, que dejó para la historia imágenes tan impactantes como la de la cuchilla cortando un ojo o las hormigas saliendo de un agujero en la palma de una mano.
Al cumplirse veinticinco años de su muerte -falleció en Ciudad de México el 29 de julio de 1983-, la obra del 'genio de Calanda', como se le conocía por haber nacido en esa localidad aragonesa (norte de España), está más vigente que nunca.
Nacido el 22 de febrero de 1900, Luis Buñuel estudió Historia en Madrid pero fue su estancia en la Residencia de Estudiantes de la capital, donde conoció a Federico García Lorca, Salvador Dalí y Rafael Alberti, la que orientó su vida hacia el arte, razón por la que se trasladó a París, donde comenzó a trabajar en el cine.
Su primera película, Un perro andaluz (1929) fue todo un manifiesto del surrealismo, a la altura del literario de André Breton, y, a pesar de sus evidentes fallos técnicos, sigue siendo en la actualidad todo un alarde de imaginación y originalidad. De esa película, de tan sólo 18 minutos, proceden esas dos impactantes imágenes, molestas y perturbadoras, que son una clara muestra de la influencia de los sueños en sus primeras obras: la del ojo cortado por una cuchilla, procedente de un sueño del propio Buñuel, y la de las hormigas, salida de la capacidad onírica de Dalí.
Radicalismo estético
Junto con La edad de Oro (1930), son los dos ejemplos más claros del surrealismo en cine. Películas cuyo "radicalismo estético se ha convertido en la garantía de su prestigio cultural", según el diario The New York Times. Tras ese radical inicio, Buñuel saltó a continuación a un genero completamente diferente, el documental, pero eligió un tema no por realista menos surrealista: la situación en la región española de Las Hurdes. Durísimo documental de 27 minutos que recoge la desoladora situación de esa zona en la España de 1932 y que ofrece secuencias terribles como la del entierro de un niño en su ataúd blanco descendiendo por el río.
Aunque Buñuel se centró después en la ficción, sus películas siempre estuvieron cargadas de una fuerte crítica social, una denuncia de la situación de colectivos marginados, como ocurrió con Los Olvidados, una obra maestra por la que obtuvo el premio a la mejor dirección y el de la crítica internacional en el Festival de Cannes de 1951 y que fue rodada en 1950 en México, país en el que el cineasta recaló tras la Guerra Civil española y tras vivir en París y en Estados Unidos, de donde tuvo que salir por las presiones que sufrió al ser acusado de comunista por Dalí.
En el país azteca también rodó algunas de sus películas más significativas, como Nazarín (1959) -palma de Oro en Cannes- o El ángel exterminador (1962), con una vuelta temporal a España para realizar Viridiana (1961), una dura crítica a la falsa caridad. Viridiana, que también obtuvo la palma de Oro de Cannes, en 1962, generó un importante escándalo cuando el periódico vaticano L'Osservatore Romano la tachó de blasfema y sacrílega, lo que provocó que la censura española la prohibiera.
Tras su etapa mexicana, Buñuel regresó a Francia, donde rodaría las películas que más prestigio le dieron y con las que alcanzó una enorme sutileza en sus críticas sociales, además de una mayor libertad creadora debido a los más y mejores medios de que dispuso.
Reconocimiento mundial
Con Belle de Jour (1966) consiguió el León de Oro de Venecia por una película muy avanzada en la que Catherine Deneuve interpreta el papel de una burguesa que es incapaz de mantener relaciones sexuales con su marido y que comienza a trabajar en un burdel para satisfacer sus deseos y fantasías.
La trilogía formada por La vía láctea (1968), El discreto encanto de la burguesía (1972) -que ganó un Óscar a la mejor película extranjera-, y El fantasma de la libertad (1974) es probablemente la cumbre de su carrera. Lo absurdo se convierte en protagonista de estas historias con las que Buñuel atacó sin piedad la vida burguesa, en especial con esa reunión de amigos en El discreto encanto de la burguesía en la que nuca pasa nada.
Su última película, Ese oscuro objeto del deseo (1977), fue menor en comparación con las genialidades realizadas anteriormente, pero, al igual que con toda su obra, es una muestra más de que Buñuel hizo siempre lo que quiso y contó lo que sentía, sin importarle los convencionalismos. "No creo haber hecho nunca algo por dinero. Lo que no hago por un dólar no lo hago ni por un millón", reconoció el propio Buñuel.
El cineasta ruso Andrei Tarkovski dijo de él: "La fuerza dominante de sus películas es siempre el inconformismo. Su protesta -furiosa, sin compromisos y acerba- se expresa sobre todo en la textura sensible del filme, y es emocionalmente contagiosa". Y "por encima de todo, Buñuel es el portador de una conciencia poética", agregó.
martes, 22 de julio de 2008
El dolor emocional realmente duele.
Las nuevas investigaciones revelan que el cerebro procesa de la misma forma el dolor emocional y el dolor físico.
Ya lo dicen las canciones y los poemas: el amor duele. Pero ahora, gracias a la nueva tecnología, los científicos están confirmando que el sufrimiento emocional realmente puede doler físicamente.
Las nuevas investigaciones cerebrales revelan que la misma parte del cerebro que procesa el dolor físico también se encarga de procesar el dolor emocional.
Y esto explica, afirman los expertos, que de la misma forma como una lesión física puede causar dolor crónico, mucha gente nunca se recupera de una herida emocional.
El dolor emocional, sabemos, puede adquirir muchas formas. Puede ser el rompimiento de una relación, la exclusión social, o la forma más extrema que es la pérdida de un ser querido.
Muchas personas que han experimentado este tipo de dolor extremo a menudo hablan de "un dolor en el pecho", "un vacío debajo del esternón", o de pensar que se están volviendo locos por tanto dolor.
"La gente que ha sufrido daños emocionales a menudo traduce ese dolor en algo físico", afirma el profesor David Alexander, director del Centro de Investigación de Trauma en Aberdeen, Escocia y quien ha ayudado a sobrevivientes de desastres, incluidos en tsunami en Asia y la guerra de Irak.
"Hablan, por ejemplo, de que les explota la cabeza o de un dolor en el estómago. Es un paralelo muy fuerte", agrega.
Y sin embargo, afirma el experto, las investigaciones médicas tienden a concentrarse en el dolor físico.
Supervivencia
Un equipo de neurocientíficos de la Universidad de California Los Ángeles, (UCLA), está intentando cambiar esa tendencia centrando sus estudios en el dolor emocional.
Gracias a la nueva tecnología, dicen los investigadores, ahora es posible analizar lo que pasa en el cerebro y en el corazón.
La doctora Naomi Eisenberger ha logrado demostrar qué partes del cerebro se activan cuando sentimos dolor emocional.
La investigadora desarrolló un juego de computadora en el que deliberadamente se hace que los participantes se sientan excluidos.
Los escáneres cerebrales que se toman simultáneamente han revelado que el cerebro procesa de la misma forma el dolor que la persona siente al ser rechazada socialmente que el que siente con el dolor físico.
Este proceso se lleva a cabo en una zona cerebral llamada corteza cingular anterior.
La investigadora cree que el dolor físico y el dolor emocional están relacionados de esta forma porque las relaciones sociales son cruciales para nuestra supervivencia como especie.
Enfrentado a una situación de peligro, un hombre solo tiene menos posibilidades de sobrevivir que un grupo de humanos.
"El sistema de uniones sociales está muy vinculado al sistema de dolor físico para asegurar que el ser humano permanece conectado de cerca a los otros", afirma Naomi Eisenberger.
"Cuando se nos separa de una relación, o un grupo nos rechaza, es muy doloroso -agrega- así que intentamos evitarlo".
El dolor físico es una advertencia de nuestro organismo para no hacer algo que nos hace daño, por ejemplo, caminar con un tobillo o una pierna rota.
El dolor emocional, afirman los expertos, también puede ser una advertencia, por ejemplo, para no volvernos a acercar a cierto tipo de hombre o de mujer que nos puede herir emocionalmente.
Y de la misma forma como el dolor físico puede volverse crónico, también ocurre los mismo con el dolor emocional.
Mary Frances O'Connor, otra investigadora de UCLA lo llama "pena compleja" y ésta, dice, ocurre en aproximadamente 10% de las personas que sufren la pérdida de un ser querido.
"Estas personas experimentan mucha amargura y enojo, y sienten que su futuro no tiene sentido. Además no pueden adaptarse al dolor con el paso del tiempo, como muchas otras personas sí lo hacen", afirma O'Connor.
Corazón roto
Los científicos sospechan que estas personas que no logran adaptarse al dolor, también son las que experimentan los mayores niveles de dolor físico.
Es por eso, afirman los expertos, que sí es posible morir de un corazón roto.
"Una persona tiene mayor riesgo de morir en los seis meses después de que perdió a un ser querido" afirma el Martin Cowie profesor de cardiología del Hospital Brompton, en Londres.
"Y esta tendencia ocurre más entre los hombres", agrega.
Esto se debe a que la gente que sufre una muerte cercana tiene más probabilidad de tener un accidente o de sufrir un infarto o embolia.
Porque las hormonas que están involucradas en el estrés de la pérdida de un ser querido aumentan las posibilidades de que ocurran estos eventos, explica el experto.
Por eso, agrega, es muy importante identificar y tratar a las personas cuyo dolor emocional podría convertirse en dolor crónico y provocar una debilitante depresión o incluso la muerte.
sábado, 28 de junio de 2008
Recomendaciones (wasâyâ) y consejos (nasâ'ih)
Sa’îd ibn 'Uzman ha referido esto: Yo he oído decir a Dhû-l-Nûn:
«¡Guárdate de formar parte de los que se atribuyen indebidamente el conocimiento, o de los que desnaturalizan el renunciamiento, o también de los que se agarran a las practicas rituales!». Alguien le pregunto entonces: «¡Que Al-lâh te tenga misericordia! ¡Explícanos eso!» Y he aquí cual fue su respuesta: «¡No sabes pues esto! Si llamas la atención sobre ti en materia de conocimiento, cuando no has realizado absolutamente las verdades profundas, tú eres de los que pretende falsamente. Si se te atribuyes elogiosamente en el aspecto del renunciamiento una condición a la que eres inferior, tú la desnaturalizas. Y si vinculas tu corazón exclusivamente a las practicas rituales creyendo que serás salvado de Al-lâh gracias a ellas, en lugar que lo seas por Al-lâh a través del culto que le rindes, ni te agarras únicamente a estas practicas, en lugar de vincularlas a Aquel que dispone de ellas y que Se muestra bueno para contigo haciéndote el don».
Abu Ya’qub Ishâq ibn Ibrahîm al-Hawwâs ha referido esto: Yo he oído a Dhû-l-Nûn decir:
«¡Que el que se empeña en el camino que conduce a la vida futura, interrogue y consulte lo mas posible a los sabios, y que lo primero que pregunte, sea comprender porqué todas las cosas no pueden ser alcanzadas mas que gracias a la inteligencia! ¡Desde el deseo de servir a Al-lâh, trata de comprender que servirás, y entonces Lo servirás!».
Yûsuf ibn al-Husayn ha referido esto: Yo he oído a Dhû-l-Nûn hacer la recomendación siguiente a un hombre que le había pedido consejo:
«¡Que las cosas a las que tu des preferencia y que te serán las más queridas, sean cumplir perfectamente lo que Al-lâh te ha impuesto y preservarte de lo que te ha prohibido! Porque de lo que Al-lâh te ha hecho un deber es lo mejor para ti y vale bastante más que los actos piadosos que tú te eliges sin estar obligado, pensando que ellos realizan de una forma mas eficaz lo que tu deseas, coma es el caso para el que se castiga en media de la pobreza y de las privaciones. La única cosa que debe importar al servidor, es observar constantemente sus deberes de obligación estricta, cumpliéndolos de una manera perfecta y según todas las reglas, y considerar con atención lo que le ha sido prohibido, de forma a preservarse lo mejor posible. Hay una cosa que separa de su Señor a los servidores, que les impide saborear el dulzor de la fe y realizar la verdadera sinceridad, y que separa sus corazones de la visión de la vida futura y de lo que Al-lâh ha preparado para Sus amigos y para Sus enemigas, coma si tuvieran este espectáculo bajo los ojos. Y esta cosa, es que ellos descuidan la importancia del perfecto cumplimiento de las obligaciones que Al-lâh ha impuesta a sus corazones, a sus oídos, a sus vistas, a sus lenguas, a sus manos, a sus pies, a sus vientres y a sus órganos sexuales. Si ellos se consagraran a todas estas cosas y las cumplieran perfectamente, eso les llenaría de una piedad tal que sus cuerpos y sus corazones sufrirían de llevar el peso del magnifico socorro y de los clones generosos con los que se les gratificaría. Pero la mayor parte de los «recitadores del Corán» (qurrâ’) y de los ascetas (nussak', sin duda a tomar aquí en el sentido de «falsos devotos») han hecho poco caso del carácter infame de los pecados y han dado poca importancia a sus propios defectos, privándose así para mas adelante de la recompensa que será el gozo de los hombres de buena voluntad. ¡pide perdón a Al-lâh por lo que dices pero no haces!».
«La Corona del Islam» ha referido esta recomendación de Dhû-l-Nûn a su hermano Dhû-I-Kifl:
«¡Sé aquel que se describe como un hombre de bien,
pero no seas el que (solamente) describe el bien!».
Muhammad ibn al Husayn al Gawhrî ha referido esto: Yo he oído a Dhû-l-Nûn decir:
«El que sabe que tiene que presentarse ante Al-lâh para que Él le interrogue sobre lo que ha hecho en este mundo, está obligado a no dar la preferencia a lo que solo es poca cosa y miserable sobre lo que es magnífico y dado a profusión. No se debe dar la preferencia a la indolencia y a la negligencia sobre la y la diligencia. Y eso sobre todo si es de los que Al-lâh ha fortalecido por la perfección del saber y de los que Él ha fecundado la inteligencia por las pruebas que aporta la comprensión; no debería por tanto errar por las tinieblas de la despreocupación, coma hacen los ignorantes. Es sorprendente, de todo hecho sorprendente, que tales hombres puedan abandonar la obediencia a Al-lâh, complacerse en otra compañía que la suya, y poner su confianza en este bajo mundo, con todas sus vicisitudes y su multitud de azores, que los humilla siempre más, y que respetan todavía mas. ¡Y es sorprendente también que no se despierten de su entorpecimiento, para quitarse el collar de hierro que aprieta su cuello y desgarrar el velo de los vicios (literalmente: «de la herrumbre», rân; (cf. Corán LXXXIII, 14) que recubre su cuello!.
El mejor de los consejeros ¡hermano mío! es aquel que se encargara de ti en el camino y te dará la señal de partida, pero no aceptará de ti ni «mas tarde», ni «yo espero», ni «acaso», ni «eso se hará», porque jamás he visto tal actitud aportar otra cosa que el fracaso y la pesadumbre al que la adopta».
*Del libro La maravillosa vida de Dhû-l-Nûn el Egipcio
Editora Regional de Murcia
Fecha Original:03/11/2003
«¡Guárdate de formar parte de los que se atribuyen indebidamente el conocimiento, o de los que desnaturalizan el renunciamiento, o también de los que se agarran a las practicas rituales!». Alguien le pregunto entonces: «¡Que Al-lâh te tenga misericordia! ¡Explícanos eso!» Y he aquí cual fue su respuesta: «¡No sabes pues esto! Si llamas la atención sobre ti en materia de conocimiento, cuando no has realizado absolutamente las verdades profundas, tú eres de los que pretende falsamente. Si se te atribuyes elogiosamente en el aspecto del renunciamiento una condición a la que eres inferior, tú la desnaturalizas. Y si vinculas tu corazón exclusivamente a las practicas rituales creyendo que serás salvado de Al-lâh gracias a ellas, en lugar que lo seas por Al-lâh a través del culto que le rindes, ni te agarras únicamente a estas practicas, en lugar de vincularlas a Aquel que dispone de ellas y que Se muestra bueno para contigo haciéndote el don».
Abu Ya’qub Ishâq ibn Ibrahîm al-Hawwâs ha referido esto: Yo he oído a Dhû-l-Nûn decir:
«¡Que el que se empeña en el camino que conduce a la vida futura, interrogue y consulte lo mas posible a los sabios, y que lo primero que pregunte, sea comprender porqué todas las cosas no pueden ser alcanzadas mas que gracias a la inteligencia! ¡Desde el deseo de servir a Al-lâh, trata de comprender que servirás, y entonces Lo servirás!».
Yûsuf ibn al-Husayn ha referido esto: Yo he oído a Dhû-l-Nûn hacer la recomendación siguiente a un hombre que le había pedido consejo:
«¡Que las cosas a las que tu des preferencia y que te serán las más queridas, sean cumplir perfectamente lo que Al-lâh te ha impuesto y preservarte de lo que te ha prohibido! Porque de lo que Al-lâh te ha hecho un deber es lo mejor para ti y vale bastante más que los actos piadosos que tú te eliges sin estar obligado, pensando que ellos realizan de una forma mas eficaz lo que tu deseas, coma es el caso para el que se castiga en media de la pobreza y de las privaciones. La única cosa que debe importar al servidor, es observar constantemente sus deberes de obligación estricta, cumpliéndolos de una manera perfecta y según todas las reglas, y considerar con atención lo que le ha sido prohibido, de forma a preservarse lo mejor posible. Hay una cosa que separa de su Señor a los servidores, que les impide saborear el dulzor de la fe y realizar la verdadera sinceridad, y que separa sus corazones de la visión de la vida futura y de lo que Al-lâh ha preparado para Sus amigos y para Sus enemigas, coma si tuvieran este espectáculo bajo los ojos. Y esta cosa, es que ellos descuidan la importancia del perfecto cumplimiento de las obligaciones que Al-lâh ha impuesta a sus corazones, a sus oídos, a sus vistas, a sus lenguas, a sus manos, a sus pies, a sus vientres y a sus órganos sexuales. Si ellos se consagraran a todas estas cosas y las cumplieran perfectamente, eso les llenaría de una piedad tal que sus cuerpos y sus corazones sufrirían de llevar el peso del magnifico socorro y de los clones generosos con los que se les gratificaría. Pero la mayor parte de los «recitadores del Corán» (qurrâ’) y de los ascetas (nussak', sin duda a tomar aquí en el sentido de «falsos devotos») han hecho poco caso del carácter infame de los pecados y han dado poca importancia a sus propios defectos, privándose así para mas adelante de la recompensa que será el gozo de los hombres de buena voluntad. ¡pide perdón a Al-lâh por lo que dices pero no haces!».
«La Corona del Islam» ha referido esta recomendación de Dhû-l-Nûn a su hermano Dhû-I-Kifl:
«¡Sé aquel que se describe como un hombre de bien,
pero no seas el que (solamente) describe el bien!».
Muhammad ibn al Husayn al Gawhrî ha referido esto: Yo he oído a Dhû-l-Nûn decir:
«El que sabe que tiene que presentarse ante Al-lâh para que Él le interrogue sobre lo que ha hecho en este mundo, está obligado a no dar la preferencia a lo que solo es poca cosa y miserable sobre lo que es magnífico y dado a profusión. No se debe dar la preferencia a la indolencia y a la negligencia sobre la y la diligencia. Y eso sobre todo si es de los que Al-lâh ha fortalecido por la perfección del saber y de los que Él ha fecundado la inteligencia por las pruebas que aporta la comprensión; no debería por tanto errar por las tinieblas de la despreocupación, coma hacen los ignorantes. Es sorprendente, de todo hecho sorprendente, que tales hombres puedan abandonar la obediencia a Al-lâh, complacerse en otra compañía que la suya, y poner su confianza en este bajo mundo, con todas sus vicisitudes y su multitud de azores, que los humilla siempre más, y que respetan todavía mas. ¡Y es sorprendente también que no se despierten de su entorpecimiento, para quitarse el collar de hierro que aprieta su cuello y desgarrar el velo de los vicios (literalmente: «de la herrumbre», rân; (cf. Corán LXXXIII, 14) que recubre su cuello!.
El mejor de los consejeros ¡hermano mío! es aquel que se encargara de ti en el camino y te dará la señal de partida, pero no aceptará de ti ni «mas tarde», ni «yo espero», ni «acaso», ni «eso se hará», porque jamás he visto tal actitud aportar otra cosa que el fracaso y la pesadumbre al que la adopta».
*Del libro La maravillosa vida de Dhû-l-Nûn el Egipcio
Editora Regional de Murcia
Fecha Original:03/11/2003
viernes, 27 de junio de 2008
martes, 3 de junio de 2008
El tormento de un contrabajo
En Primera Fila Entrega No 108
Estimados lectores:
A continuación presentamos la centésima octava entrega de “En primera fila”, una serie de publicaciones que les hacemos llegar, gracias a la gentil colaboración del
Lic. Luis Alberto Rosas.
Dos Razones para ir a San Martín
La marquesina actual del teatro San Martín de Caracas, exhibe dos extraordinarias ofertas para disfrutar de buen teatro venezolano: Segundo Padre, en su Sala Principal y El contrabajo, en la Sala TextoTeatro , sendas propuestas que hablan muy bien del intenso trabajo que los profesionales del arte escénico venezolano realizan amén de las dificultades de producción.
El Contrabajo
Patrick Süskind vuelve a la escena venezolana, esta vez de la mano de la agrupación Amarcord Teatro, bajo la égida de la primera actriz Maria Teresa Haiek, quien junto a su actor Jesús Miguel Das Merces, dan vida a la atormentada historia de un músico encerrado en su cápsula insonorizada, atrapado por la enajenante relación que lleva con su instrumento: el contrabajo.
La anécdota no nos es ajena, puesto que en 1998, gracias a la agrupación Skena, pudimos apreciar esta joya de la literatura universal de la mano del director Basilio Álvarez y el actor Giovanni Reali, quienes cosecharon grandes éxitos con la puesta en cuestión.
Sin embargo, la lectura que Haiek realiza nos muestra a este músico de la Orquesta Nacional alemana, dependiente de un sueldo y atrapado en sus disertaciones internas frente a su realidad, encarnado de manera contundente por el actor Jesús Miguel Das Merces. Un personaje construido desde el interior para conmover al público, sin necesidad de lo obvio, de la desesperación y del exagerado gesto que supondríamos podría caracterizar este tipo de personalidad. Por el contrario, Das Merces junto a Haiek, logran hilar fino la vida interna tan compleja de este carácter para enfrentarlo al espectador en una puesta en escena sencilla, coherente, limpia y sin ninguna intención más que la de llevar a escena de manera correcta un difícil texto que ya por su formato de monólogo invita a la distancia escénica.
Lo interesante de esta propuesta es que lo anterior no ocurre, todo lo contrario, el espectador acompaña a este hombre a través de sus relatos, de su soledad, de su deseo de consumar el amor sin que la relación con su instrumento se lo impida. Atrapa al público haciéndolo padecer la dependencia de un ser humano con un incómodo instrumento, que no solamente le brinda el modo de subsistencia al personaje en cuestión, sino que es su conexión con el arte y con el mundo exterior.
Es sin duda una característica innegable en los textos de Süskind, la necesidad de contar la vida de aquéllos que han decidido aislarse de la sociedad donde viven y construir personalidades que llegan a la patología con sus acciones, para terminar en ciclos interminables de encierro y cuestionamiento constante de lo felices o infelices que pueden llegar a ser con sus formas de vida.
Süskind nació en la localidad bávara de Ambach- Alemania. “Desde 1968 a 1974 estudió Historia medieval y moderna en Munich y Aix-en-Provence. Su primera obra fue un monólogo teatral, El contrabajo (1984), aunque el éxito le llegó con El Perfume (1985), que lo desveló como un gran narrador. Sus siguientes novelas La Paloma (1988) y La historia del señor Sommer (1991), narración ilustrada con dibujos de Sempé, no tuvieron el éxito de El Perfume. Actualmente vive una vida aislada al lado del lago Starnberger, en su ciudad natal.” (Tomado de: http://www.epdlp.com/escritor.php?id=2340
Sólida propuesta ésta que presenta Amarcord Teatro, que se perfila como una extraordinaria oportunidad para disfrutar de teatro de autor bien realizado, con una actuación sincera, veraz, que trasciende los estereotipos y se concentra en las transiciones emocionales de este difícil carácter, que llega a conmover de manera contundente al espectador cuando se identifica con el drama de este ser condenado por sí mismo a padecer la cárcel que su autor le creó. Aunado a la cuidada producción que lleva adelante Luis Alfredo Mancera.
En síntesis, aplaudimos, reconocemos y recomendamos ampliamente las dos propuestas escénicas que nos brinda el Teatro San Martín, más hoy en día cuando revisamos nuestra cartelera teatral y descubrimos la pléyade de espectáculos en serie que inundan los teatros de la ciudad, hay que sacar con pinzas las verdaderas propuestas artísticas, creativas, profesionales y realizadas con verdadera consciencia de arte teatral, respetando al público que paga por verlas y éstas forman parte de ese grupo. Sin lugar a dudas estas dos piezas dan un respiro a nuestra cartelera y a las cuales les auguramos los mejores resultados pues consolidan lo que realmente se denomina, a nuestro juicio: buen teatro.
L. A. R.*
Caracas, 1 de Junio de 2008
Comentarios: luisalbertorosas@gmail.com
* Egresado de la Escuela de Artes de la UCV (Mención Artes Escénicas. Cohorte 1999), actor, director, productor, docente universitario, Fundador y Presidente del Grupo Teatral Delphos.
lunes, 26 de mayo de 2008
"El Contrabajo"
¿Qué puede hacer un actor o actriz solo en el escenario frente a un grupo de espectadores? ¡Pues actuar! He allí lo que ha hecho el joven Jesús Miguel Das Merces con el monólogo El Contrabajo(estrenado en Münich el año 1981) del escritor expresionista Patrick Süskind , bajo la dirección general de la actriz María Teresa Haiek con el grupo Amarcorteatro, presentado en la sala San Martín de Caracas el viernes 30 de mayo en su temporada 2008. Fue un trabajo escénico con una duración aproximada de una hora y diez minutos. Un tiempo que transcurrió con un discurso de un músico, específicamente un contrabajista o "funcionario público de la Orquesta Nacional" como bien se oye decir a lo largo del texto. La actuación de Jesús Miguel Das Merces se paseó por la amargura y la frustración de un hombre apasionado por la música con una vasta cultura en la materia cuya decepción es no haber trascendido con su arte en la eternidad aunado a la condena de no encontrar pareja, la capacidad histriónica del actor en proyección nos trasladó al mundo personal del protagonista masculino con una destreza medida y dosificada que dio por resultado un personaje acabado y en cónsona vinculación con el autor y la dirección escénica. El montaje fue muy digno. Sólo un actor, un texto o discurso y el público. En líneas generales, eso es la esencia del teatro occidental. Durante el monólogo la variedad de emociones se fueron colando lo que creó una malla comunicacional entre el público y el trabajo actoral. La dirección de Haiek estuvo concisa, sencilla y centrada en el hombre de treinta y cinco años, contrabajo de la "Orquesta Nacional" enamorado de una Mezzosoprano o tal vez de su propio instrumento hasta el punto de metamorfosearlo en su imaginación en una mujer voluptuosa de caderas. El trabajo discursivo estuvo repleto de matices y de imágenes lingüísticas. El texto fue coherente con su contenido y cohesionado en su relación oral-escrita.
Durante la (re)presentación se observó una investigación clara y exhaustiva en cuanto al repertorio musical que se utilizó, incluso se tocó unos acordes en el contrabajo. Aquí otro punto a favor del montaje, la dirección y el actor en cuestión se esmeraron en realizar una correcta ejecución parcial del instrumento.
Sólo puedo repetir que me pareció un montaje interesante en cuanto a la génesis del teatro como hecho artístico y socio cultural, sin dejar de apuntar la correcta y perfilada superación profesional en el campo de la actuación de Jesús Miguel Das Merces llevado por la veteranía y capacidad estética de María Teresa Haiek-
Hecho por: Bruno Mateo.
Ccs, 01 de junio de 2008
jueves, 22 de mayo de 2008
El contrabajo de la Haiek
Artes escénicas y literatura venezolanas /Informaciones y críticas /E.A. Moreno-Uribe
Thursday, May 22, 2008
Durante las dos últimas décadas hemos visto tres montajes caraqueños, bien diferentes entre sí, gracias a Dios, del monólogo El contrabajo, del alemán Patrick Süskind (Ansbach, 26 de marzo de 1949). El primero, de legendaria factura e inolvidable por todo lo que ahí se mostró, lo dirigió Enrique Porte, lo actuó el músico José Vaisman Sandino y se presentó en un espacio improvisado de la Asociación Cultural Humboldt; el segundo, en la Sala Horacio Peterson, fue otro espectáculo creativo a cargo del puestista Basilio Álvarez y el intérprete Giovanni Reali, ayudado por un singular dispositivo escenográfico; y ahora, el tercero, muy pedagógico y centrado más en el hombre, comandado por María Teresa Haiek, y con el actuante Jesús Das Mercedes hace temporada en el Teatro San Martín,en Artígas.
¿Por qué tanto interés de los teatreros criollos por esa pieza estrenada en Munich (1981), la cual es una especie de filete mignon para las agrupaciones? No tenemos muchas respuestas, pero es obvio que se trata de un texto atractivo, que no requiere muchos gastos de producción, salvo el aparatoso instrumento musical, y además es una especie de reto para aquellos que pretendan ser actores y además monologantes. Y, según nuestro juicio, la versión española está editada y la fusilan cotidianamente, porque abarata los costos y además es “un sólido resuelve”, ya que no ingresan al país muchos textos teatrales, sin contar las digitalizaciones que viajan por la Web. Es, pues, delicada prueba de fuego para las nuevas generaciones de comediantes que se atrevan a llevarlo a escena.
El contrabajo, que no supera los 70 minutos de correcta interpretación, no es otra cosa que el melodrama de un músico enamorado de su instrumento y de una difícil dama que todavía no ha cedido a sus requerimientos. Es también toda una docta clase sobre la importancia del contrabajo en la orquesta, una disertación entretenida bien combinada con los líos amatorios del monologante. Todo se realiza dentro de una especie de espacio insonorizado, que es donde mora el caballero.
Es, pues, un acto teatral grato y mucho más cuando se pondera a un respetable comediante emergente como Jesús Das Merces, quien ha sido bien llevado por la veterana educadora María Teresa Haiek y producido por AmarcorTeatro. Una institución que funciona desde el 25 de junio de 1990, cuando debutó con el montaje de El rey se divierte, de Víctor Hugo, en el Teatro Alberto de Paz y Mateos de Caracas. Desde ese momento ha intensificado sus labores con talleres de actuación, voz y expresión corporal, además de válidos espectáculos. Son gente buena y casada con el teatro, como lo han demostrado hasta ahora, a pesar de contar con magros recursos, los cuales “equilibran” con sus pasiones y sus propuestas escénicas.¡Buena suerte
Posted by E. A. Moreno-Uribe at 5:27 AM
domingo, 23 de marzo de 2008
El autor es un ausente de su ciudad natal y Domingo
Desde la mítica Staromestské Namestí, el turista sólo emplea cinco minutos en llegar a la calle U Radnice, donde nació Kafka. Cinco minutos suficientes para abandonar toda esperanza de encontrar bien señalizada y a resguardo la casa natal, quede avisado. Sólo se conserva la entrada, clamando en silencio por una mano de limpieza, pero la fachada no conoce la brocha y la pintura, como atestiguan sus potentes desconchones, desde tiempo ha. El escultor a quien se encargó la placa de la esquina tampoco tuvo su mejor día, pues acertó a componer la cara escuálida y casi infantil de un Kafka que se sabe que es Kafka porque pone «Kafka» en la leyenda. Peor es la librería-exposición de la planta baja. Valga como librería, pero no vendría mal a sus empleados un somero cursillo orientativo para que aprendan a informar al curioso sobre en qué lugar de Praga están tomadas las fotos de Kafka que se exponen. Pregunté y sólo coseché vaguedades: «Me parece que es una plaza de la Ciudad Vieja?», «debe de ser una calle de por aquí?». Intrigado por saber si tan difícil era lo que preguntaba o tanta la ignorancia de la pareja librera, fui a tiro fijo: haciéndome el tonto, les pregunté por el nombre de un lugar en que Kafka aparece, en una foto famosa, a sabiendas de que era la Staromestské Namestí: «Me suena? quizás una calle cerca del Reloj?», me respondieron a dubitativo dúo, observando como por primera vez la foto. Kafka no vive en su casa natal.
Lo gordo es lo del palacio Goltz-Kinský, donde fue bachiller y donde su padre abrió tienda. Es, ni más ni menos, el lugar que eligieron los munícipes praguenses para instalar, al fondo de la planta baja, los urinarios públicos en que desahogan sus premuras los centenares de turistas que visitan la Staromestské. Ni en la Casa del Unicornio, ni en la cercana Casa del Minuto (o, quizá mejor, «al Minuto»), ni en las calles Celetná y Pariszká hay testimonio indicativo de que Kafka vivió allí o por allí estuvo de tertulia.
Junto a la entrada de la sinagoga española, se levanta la estatua con la que el escultor Jaroslav Róna ganó, hace cinco años, el concurso para un monumento a Kafka. Es sobre Kafka del mismo modo que puede ser sobre la apoteosis del mazapán toledano. Eso sí, resulta muy práctica para fotografiarse muy culto ante ella. Los libros de las sinagogas tampoco recuerdan a Kafka como uno de los suyos, quizá porque el escritor tardó lo suyo en acercarse al yidis y a la cultura judía. Se le menciona, pero lo justo.
Como Kafka escribió en alemán, me acerqué al Café Arco, en la calle Hybernska, lugar donde charló con los escritores que habían adoptado tal lengua. Sorpresa y anécdota. No es ya un café propiamente dicho, pues en sus mesas alargadas comían en discreto silencio quienes después supe que eran funcionarios del Ministerio checo del Interior, surtidos en el bufé contiguo. Parece ser que, molestos los nacionalistas checos por la naturaleza germana del lugar, lo convirtieron durante la época comunista en lo que es hoy, comedor de policías y gente muy de orden. Café, lo que se dice café, es el inolvidable Slavia, reformado para bien, o el magnífico de la Casa Municipal, con un pianista que no es clavado a Wagner, sino que es, sin duda, Wagner redivivo. No obstante, no se respira en ellos a Kafka tanto como en la «kavarna» del hotel Europa, en la plaza Wenceslao, donde Kafka dio lectura pública a «La condena». Los espejos que aún se conservan, parte del mobiliario y el altillo -que sólo pude entrever por las conminaciones tajantes, en puro checo pero indubitables, de una camarera- sí son de Kafka, sí los vio Kafka.
El castillo
Cruzado el puente Carlos, se va subiendo el barrio de Hradcany hasta llegar a la catedral de San Vito y al Callejón del Oro o de Los Alquimistas. Ahí sí que los encargados del turismo praguense se esforzaron, ahí sí que supieron explotar a Kafka. Porque el callejón sería nada -un conjunto de casitas diminutas, de una sola planta y desván- si su hermana Ottla no le hubiese cedido el número 22 a Kafka para que escribiese allí unos meses. Que sería nada lo saben, pues no se puede visitar de modo independiente, sólo gastándose unas cuantas coronas checas en un paquete más amplio. Con los libros de Kafka que allí se exponen a la venta y media docena de turistas, ya no se cabe en la casita azul. Un aplauso por haber sabido sacar divisas de tan insignificante lugar. Cerca, uno de los lugares que a Kafka más le gustaban, el Belvedere y su parque, con espléndidas vistas sobre el Moldava y la ciudad, que dicen las guías? sin mencionar a nuestro autor.
Al bajar, viene lo gordo: hay un Museo Kafka, en Cihelná, número 2, en una placita. Bien está. Dos gigantescas kas en ángulo agracian la entrada. En su interior, los decoradores (o como se llamen hoy los artistas encargados de llenar con cosas un lugar) acogieron todo lo que acude al imaginario colectivo cuando se menciona la palabra Kafka: espejos, laberintos, oscuridad (hay zonas propicias para romperse la crisma), cartelones, falsos palimpsestos y una musiquilla ambiente tan chirriante y sorpresiva que haría las delicias de un aprendiz de torturador. Porque, ya que nadie lee a Kafka más allá de «La metamorfosis», «kafkiano» se identifica con embarullado, siniestro, complicado, confuso, inexplicable? cuando una lectura en condiciones de Kafka lo revela como uno de los más ordenados, rectos, sencillos, claros y diáfanos autores que en el mundo han escrito sobre la condición humana, ella sí embarullada, siniestra, etcétera.
Pero no es lo gordo que Kafka se vaya a quedar para siempre como un escritor rarillo gracias al poco gusto por leer y gracias a ese museo pretendidamente kafkiano. Lo gordo es que el militante kafkiano que ya dije ser se llenó de gozo al oír los gritos jocosos y el aire de fiesta de los grupos de jóvenes que, por las calles aledañas, se acercaban al museo. Pero el gozo, al pozo. No iban a ver ni mucho menos el Museo Kafka: iban, en sucesivas oleadas cada vez más jacarandosas, a ver las dos figuras masculinas de bronce, de más de dos metros, que al escultor David Cerny le dejaron poner allí quién sabe quiénes muy postmodernos mandamases. Dos figuras verduscas y móviles cuya gracia reside en que están orinando sobre el estanque en que hunden sus pies. Allí, jóvenes y mayores, se retratan apurando todas las posibilidades que da el chorro de falso pis, y no digo más?
Praga es una ciudad hermosísima de la que Kafka se empapó: su luz, sus bruscos cambios de tiempo, las agujas angustiosas de sus iglesias, el potente Moldava, los abundantes y muy sugestivos pasadizos, el adoquinado de las calles. Pero Praga no consigue empaparse, con respeto y buen hacer, del más grande de los escritores de Europa central. O lo remedia pronto o toda la marea de turismo teledirigido que la invade sólo se quedará con que en esa ciudad nació un novelista friki que tiene un museo detrás de las esculturas meonas, esas que molan.
Titulares Ines.es
- Poesía de la semana -
Domingo 11 de mayo de 2008
Domingo
Tove Ditlevsen
Traducción de Francisco J. Uriz
Nunca ocurre nada los domingos.
Nunca encuentras un nuevo amor en domingo.
Es el día de los infelices.
Día de pensión o día de familia.
Las horas más dolorosas de la amante
cuando se imagina a su amado
con sus hijos en las rodillas
mientras su mujer, sonriente,
entra y sale con tentadoras bandejas.
Un día maldito.
Alguna vez tuvo que haber sido diferente.
¿Por qué si no tendríamos todos
que esperar con ansias el domingo durante toda la semana?
¿Quizá cuando íbamos a la escuela?
Pero ya entonces las campanas sonaban
compungidas y grises como lluvia y muerte.
Ya entonces las voces de los adultos
eran débiles e insonoras como si buscasen a tientas
y en vano las palabras dominicales.
El olor a humedad y a pan mohoso,
a sueño, botas de goma y achicoria
ya subía entonces por la escalera
y la calle, que estaba dura, vacía y diferente
de una manera desolada
El olor dominical nos forraba
con la gruesa capa de la decepción
que sigue a una expectativa
sin meta específica.
Pero, entonces ¿cuándo? En un lugar anterior a la memoria
hubo felicidad, una expectativa irresistible
que todavía nadie había sido capaz de defraudar.
Entonces las campanas significaban que papá estaba en casa,
el bigote, las negras cejas y el olor a tabaco mascado
estaban allí y allí quedaban, en un lugar cercano,
y quizá la risa de tu joven madre
sonaba más alegre que los otros días.
Es domingo. Tú nunca encontrarás
un nuevo amor ese día.
Estás sentada en el cuarto de estar
apabullada y rígida como una figura de cartón
a los ojos de los niños.
Escarban con los pies
y se pelean sin energía.
«Deberíamos hacer algo», dices.
«Sí», dice una voz detrás del periódico.
Entonces os calláis los dos, porque todo lo que tenéis ganas
de hacer es oculto y secreto
y sería inaceptable para el otro.
Las campanas de la iglesia suenan. Las narices de los niños
se llenan de desesperanzado olor heredado.
Sobre sus dulces rostros se desliza
una fealdad pasajera.
Una luz marchita
nace en sus ojos.
Pero todos esperamos el domingo
toda la semana, toda nuestra vida,
esperamos la ilusión de cientos
de largos domingos vacíos, agotadores.
Día familiar, día de pensión,
el infierno de los amantes secretos.
Ese día en que la nauseabunda grisura de los adultos
impregna a los niños y establece
la incomprensible melancolía dominical de los años venideros.
Tove Ditlevsen (1918 - 1976) Nació en Copenhaguen, Dinamarca. Nacida en una familia obrera, su formación fue enteramente autodidacta. Trabajó de oficinista y debutó en 1939. Ha publicado poemas y novelas, que encontraron un gran número de lectores.
poesiasemanal.com
jueves, 13 de marzo de 2008
¿Pudo Lennon haber sido feliz con otra y volver a ser un Beatle?
ABC John Lennon, en Cannes en 1971ANNA GRAU SERVICIO ESPECIAL. NUEVA YORK
¿Pudo John Lennon haber sido más feliz con otra mujer que con Yoko Ono y volver a ser un Beatle? Esta es la reivindicación de fondo de «Instamatic Karma», el segundo libro entregado a la imprenta por May Fung Yee Pang, más conocida como May Pang. Y por haber convivido con Lennon durante dieciocho meses de paréntesis en su matrimonio con Yoko Ono.
May Pang ya era autora de «Loving John» (Amando a John), donde hacía una primera memoria de su relación, que en la leyenda ha quedado como una especie de descenso a los infiernos del ex Beatle. Él mismo se refería a su período lejos de Yoko Ono como «el fin de semana perdido». Lennon estaba parafraseando el título de una película americana cuyo protagonista es un escritor sumido en el alcoholismo.
¿Era un John Lennon en horas bajas el que anduvo con May Pang? De esta época data su expulsión de un club de Los Ángeles, borracho como una cuba. También data de entonces la definitiva disolución de The Beatles. Uno de los documentos clave del libro es la foto en que se ve a Lennon estampando su firma al pie del documento que finiquitaba legalmente la sociedad.
Y es que «Instamatic Karma» -titulado así en honor de su canción «Instant Karma»- es básicamente un libro de fotografías. Vemos a Lennon nadando en Long Island, relajado con su hijo Julian, etc. Larry Kane, periodista y amigo de Lennon, sostiene que éste le confesó en privado que esta época fue «la más feliz de mi vida». May Pang incluso siembra la duda de cómo podría haber cambiado la historia de la música. The Beatles se disolvieron en diciembre de 1974. Sostiene May Pang que en febrero de 1975 ella y Lennon tenían planes para visitar en Nueva Orleáns a Paul y Linda McCartney. El día antes Lennon la dejó a ella y lo dejó todo para volver con Yoko Ono.
Existe entre ambas mujeres un fascinante juego de espejos. Ambas son orientales, aunque Yoko Ono es japonesa y May Pang nació en Estados Unidos, hija de inmigrantes chinos. May Pang es diecisiete años más joven. Ahora está divorciada, tiene dos hijos, diseña bisutería y es una ardiente protectora de los animales. Tiene un perro salvado del Katrina y sigue rodeándola un halo de dulzura y de buen rollo, justo lo contrario de lo que sucede con su rival.
Productora musical
May Pang entró en la vida de los Lennon como productora musical, puesta a sus órdenes en Apple Records. Se convirtió primero en su chica para todo y después en su asistente personal. ¿Entonces Lennon es el típico que deja a su mujer por la secretaria? Pues sí, pero atención, porque aquí nada es lo que parece: para empezar fue la misma Yoko Ono la que le arregló la relación con May Pang.
Fue Yoko Ono la que le comunicó a la asistente que ellos dos habían decidido separarse. Añadió que Lennon había empezado a salir con otras pero que lo mejor era que estuviera con May Pang, quien al principio rechazó la oferta alucinada. Yoko Ono ignoró sus protestas y los despachó juntos a Los Ángeles. Dieciocho meses después pasó a recoger a su John, con la noticia de que había encontrado una nueva cura para su tabaquismo. Y su John simplemente volvió con ella.
miércoles, 5 de marzo de 2008
Sobre Lucas Cranach el Viejo (1472-1553)
Hasta el 8 de junio
Londres acoge una muestra sobre Lucas Cranach, propagandista de Lutero y pintor de desnudos femeninos
Semanas antes de su inauguración, el Metro prohibió que se anunciara en sus túneles una de sus obras más famosas, una Venus cubierta sólo con una gasa
Lucas Cranach el Viejo (1472-1553), contemporáneo de Durero, propagandista de Martín Lutero y pintor al mismo tiempo de sinuosos desnudos de heroínas bíblicas o mitológicas, es objeto de una gran exposición que comienza este sábado en la Royal Academy of Arts londinense. Cranach fue un artista de enorme éxito material, cuyas pinturas e imágenes tuvieron una enorme demanda entre los ricos coleccionistas alemanes y su estudio, convertido casi en factoría, produjo numerosas réplicas, entre ellas de sus fascinantes desnudos femeninos. Gran cultivador del retrato, Lucas Cranach pintó varios de su amigo Martín Lutero, de los que se hicieron también numerosas reproducciones que se difundieron rápidamente por toda Europa, contribuyendo a la difusión de la Reforma protestante.
Joaquín Rábago/Efe
Londres
Semanas antes de su inauguración, la exposición armó un cierto revuelo cuando el Metro londinense decidió no admitir como cartel anunciador en sus túneles uno de sus desnudos femeninos más famosos, que muestra a una Venus de felina sonrisa cubierta sólo con una gasa tan transparente como provocativa.
Cranach fue un artista de enorme éxito material. Ocupó durante varios años el cargo de burgomaestre de Wittenberg, ciudad íntimamente vinculada a la reforma del fraile agustino -en su castillo clavó Lutero sus 95 tesis contra el negocio de las indulgencias- y corte de Federico III el Sabio, príncipe elector de Sajonia.
Sus pinturas e imágenes tuvieron una enorme demanda entre los ricos coleccionistas alemanes y su estudio, convertido casi en factoría, produjo numerosas réplicas, entre ellas de sus fascinantes desnudos femeninos.
Ingenuo y taimado erotismo
Destacan éstos por un elegante y entre ingenuo y taimado erotismo que aún hoy, época de saturación sexual, sigue sorprendiendo por la forma, entre disimulada y coqueta con que esas heroínas bíblicas miran muchas veces al espectador.
Pintor enormemente versátil, Cranach pintó en su etapa de Viena, ciudad donde comienza a saberse algo de su vida, excelentes retratos de humanistas y otros personajes relacionados con su nueva universidad.
De esa época son también obras devocionales como La Crucifixión, en las que destaca su maestría como paisajista, o su espectacular Martirio de Santa Catalina (hacia 1505), obra que presagia su actividad en Wittenberg como pintor de cámara de Federico el Sabio.
Gran cultivador del retrato
Gran cultivador del retrato, Lucas Cranach pintó varios de su amigo Martín Lutero, de los que se hicieron también numerosas reproducciones que se difundieron rápidamente por toda Europa, contribuyendo a la difusión de la Reforma protestante.
Sus grabados para la primera edición del Nuevo Testamento, traducida por el propio Lutero en 1522 y considerada una obra fundamental desde el punto de vista no sólo religioso sino del alemán moderno, alcanzaron también enorme popularidad.
Su amistad con aquel monje excomulgado por el Papa León X y su colaboración con el también teólogo reformista Felipe Melanchton no impidió a Cranach, sin embargo, atender los pedidos del rival de ambos, el arzobispo de Maguncia y cardenal Alberto de Hohenzollern.
Cranach retrató al famoso cardenal, aunque no del natural sino copiándolo del famoso grabado de Alberto Durero, y representándolo como San Jerónimo en su estudio, rodeado de animales.
También se deben a sus pinceles piezas de retablo para la catedral de Maguncia y diversas tablas devocionales para su arzobispo así como para otros mecenas católicos.
Tanto escenas bíblicas o de martirios de santos como partidas de caza
Cranach, llamado así por la ciudad alemana donde nació (Kronach), supo satisfacer en todo momento los deseos de sus patronos, y así pintó también lo mismo escenas bíblicas o de martirios de santos que espectaculares partidas de caza, a la que tan aficionados eran sus benefactores.
También dibujó con su taller centros de mesa para banquetes, escudos heráldicos y todo tipo de enseñas, e hizo también los grabados del lujoso catálogo de la colección de reliquias del príncipe elector Federico.
Su holgada posición de pintor de cámara de Federico terminó con la derrota que infligió a éste Carlos I de España y V de Alemania en 1547, año en que Cranach se trasladó primero a Augsburgo y luego a Weimar, donde moriría a la edad de 81 años.
La exposición de la Royal Academy, organizada conjuntamente con el museo Städel, de Fráncfort, y que estará abierta hasta el 8 de junio, permite al visitante hacerse una idea muy completa de la extraordinaria maestría y versatilidad de un pintor cuya influencia llega hasta Picasso, Modigliani y, actualmente, el estadounidense John Currin.
martes, 4 de marzo de 2008
Muestra única en España reúne 50 inventos de Da Vinci
«Leonardo Da Vinci. Hombre-Inventor y Genio» se mostrará hasta el próximo 13 de abril en León.
Medio centenar de modelos de los inventos de Leonardo Da Vinci, así como dieciocho reproducciones de sus obras pictóricas tan influyentes como »La Gioconda«, integran una exposición »excepcional« que se muestra desde hoy en León por primera vez en España y que revela el ingenio de un hombre adelantado a su tiempo.
Así lo ha explicado hoy el presidente de Caja España, Santos Llamas, en el acto inaugural de esta exposición con el título de »Leonardo Da Vinci. Hombre-Inventor y Genio«, la cual se mostrará hasta el próximo 13 de abril en León, ciudad a la que ha llegado procedente de México y tras pasar por importantes salas de Europa y América, con un total de 300.000 visitantes.
La exposición reúne sobretodo inventos del artista fabricados en madera por cualificados artesanos de Florencia (Italia), como Paolo Carthiari, además de obras artísticas como una réplica de la »Última Cena«, una de sus pinturas más representativas, junto a »La Gioconda«, y que da la bienvenida al visitante a la muestra.
Entre los inventos destacan el de una bicicleta que nunca llegó a construir; una sala de los espejos, que demuestran la ley de la reflexión; así como una máquina que muestra la »imposibilidad del movimiento perpetuo« y que podría ser un anticipo de la posterior Ley de la Gravedad de Isaac Newton, según ha explicado el director del Museo Provincial de León, Luis Grau.
Grau, experto en la obra de Da Vinci (1452-1519) ha ejercido de guía para esta muestra, ya que el comisario de la misma Christoph Rahofer no ha podido trasladarse a León.
Muchos de estos inventos son interactivos, con lo que se pueden activar »pulsando, apretando o moviendo las manivelas«, con el fin de que se pueda comprender mejor su funcionamiento y finalidad.
En la muestra, se pueden contemplar inventos como una »barrena vertical«, con la que se puede clavar una fosa, y junto a ella el denominado »tornillo de Arquímedes«, útil para elevar el agua a un lugar más alto del de donde éste se encuentra, inventos, ambos, muy útiles para transportar agua para una antigua ciudad fortificada.
Un autómata programable, que podría ser el precedente del robot, poleas, grúa, una máquina de piñones para el cambio de marchas, cadenas, un cojinete de tres esferas, incluso un mecanismo que podría ser el antecedente de una cremallera integran esta muestra, que refleja como Da Vinci fue capaz de adelantarse a su tiempo.
»La mayoría de estas máquinas proceden de bocetos que nunca se llevaron a la práctica«, según Grau, que ha añadido que la mayoría de ellos inventos estaban »concebidos para ahorrar esfuerzo al ser humano«.
»Posiblemente no sea el mejor pintor, ingeniero, músico, escultor y matemático, lo impresionante es que fue bueno en todo, tocó todos los palos y dejó una gran huella que ha quedado patente en esta exposición«, ha dicho Grau.
Entre las obras pictóricas que se muestran de Da Vinci, destaca la »Batalla de Anghiari, una copia de una obra de Rubens, quien a su vez reprodujo un fresco de Da Vinci, que ha desaparecido y que constituyó uno de los encargos más importantes que recibió el artista.
domingo, 2 de marzo de 2008
Gabriel Jaime Franco
Puesto que se es un hombre
no se es grande.
Mas es haber venido aquí tan grande,
que haber creído ser un día
es haber sido.
Ahora hago en verdad esto o aquello,
mas no entiendo muy bien
por qué no soy un hombre que embetuna o hace fila,
quien ofrece cursos de ingles o enciclopedias,
algo así,
porqué no sería yo quien ora,
quien ahora muere,
quien intenta ser en esto
o en esto
o en aquello
Porqué sólo soy quien se pregunta,
quien se deshalla y se descentra,
sólo quien intenta no sabe muy bien qué.
Por qué soy al fin quien soy, si fuera.
Mas fue creer haber sido tan grande,
que sólo haberlo creído es haber sido.
*Gabriel Jaime Franco nació en Medellín en 1956. Miembro del consejo de redacción de la revista Prometeo. Ha publicado los libros En la Ruta del Día (1989), La Tierra de la Sal (1994) y Reaprendizaje del Alfabeto (Premio nacional de poesía Fuego en las Palabras, en 1997). Ha sido incluido en las antologías Cinco poetas Jóvenes, Disidencia del Limbo, Conozcámonos Mejor (Brasil-Colombia), Postal de fin de siglo y Quién es Quién en la Poesía Colombiana.
Revista de Arte y Cultura en la Red -
www.enfocarte.com
no se es grande.
Mas es haber venido aquí tan grande,
que haber creído ser un día
es haber sido.
Ahora hago en verdad esto o aquello,
mas no entiendo muy bien
por qué no soy un hombre que embetuna o hace fila,
quien ofrece cursos de ingles o enciclopedias,
algo así,
porqué no sería yo quien ora,
quien ahora muere,
quien intenta ser en esto
o en esto
o en aquello
Porqué sólo soy quien se pregunta,
quien se deshalla y se descentra,
sólo quien intenta no sabe muy bien qué.
Por qué soy al fin quien soy, si fuera.
Mas fue creer haber sido tan grande,
que sólo haberlo creído es haber sido.
*Gabriel Jaime Franco nació en Medellín en 1956. Miembro del consejo de redacción de la revista Prometeo. Ha publicado los libros En la Ruta del Día (1989), La Tierra de la Sal (1994) y Reaprendizaje del Alfabeto (Premio nacional de poesía Fuego en las Palabras, en 1997). Ha sido incluido en las antologías Cinco poetas Jóvenes, Disidencia del Limbo, Conozcámonos Mejor (Brasil-Colombia), Postal de fin de siglo y Quién es Quién en la Poesía Colombiana.
Revista de Arte y Cultura en la Red -
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martes, 26 de febrero de 2008
Los «ensayos» de Montaigne:
Los «ensayos» de Montaigne: Se reúnen en un solo volumen, y en la versión hasta hoy definitiva, todos los escritos que Michel de Montaigne, quizá el «pensador mundano» europeo más leído y citado, dedicó a los temas eternos del arte de vivir
Quienes tenemos un punto de fetichismo respecto de los escritores preferidos no podemos evitar un suave respingo del espíritu al ir acercándonos a la que fuera su casa. Saliendo desde la autopista de circunvalación de Burdeos hacia el Este, hacia Bergerac, en menos de una hora se toma una desviación hacia la izquierda, pasado Castillon. En unos diez minutos, animado por el olor a madera de la serrería próxima y flanqueado por los viñedos que llenan esa parte del Perigord, entraba en el pequeño pueblo de Saint Michel de Montaigne. El «Foyer laïque rural» a la izquierda, antes de la iglesia y del edificio de la Alcaldía, de dos plantas y ventanas con postigos, simpleza clásica, francés o francés. Un discreto monumento a los mozos del pueblo caídos en la Guerra del 14, con rotundos obuses clavados en la tierra, escoltándolo. Una placa con una encendida arenga patriótica de De Gaulle, de julio del 40. Ni una voz, ni un bar, ni un alma por la calle a esa hora de la tarde, gris el cielo, unos jirones de niebla y, a unos pasos, la avenida de cedros, proyectada por el abuelo del escritor, que conduce al «Chatêau de Montaigne», al «castillo de la montaña», una descansada colina en realidad, elevada a rango mayor por la «grandeur» francesa. Vuelve el respingo mientras camino por el sendero de guijarros, tras el cartel que advierte de que se entra en «propiedad privada abierta al público», hacia la casa en la que es preciso convencer a la guardesa con dulces palabras y esforzados razonamientos para que abra la Torre, la Torre del castillo, la Torre en que Michel de Montaigne escribió Los ensayos que conmovieron al mundo.
La Torre
Escribe Montaigne: «En casa, me aparto un poco más a menudo a mi biblioteca, desde donde, con toda facilidad, dirijo la administración doméstica. Estoy a la entrada [del castillo], y veo debajo de mí mi huerto, mi corral, mi patio, y dentro de la mayoría de las partes de mi casa. Ahí, hojeo ahora un libro, luego otro, sin orden ni plan, a retazos. A veces pienso, a veces registro y dicto, mientras me paseo, mis desvaríos, que tenéis delante. La biblioteca se encuentra en la tercera planta de una torre. La primera es la capilla; la segunda, una estancia y su anexo, donde duermo con frecuencia, para estar solo. Encima tiene un gran guardarropa. En el pasado era el lugar más inútil de la casa. Paso ahí la mayor parte de los días de mi vida, y la mayor parte de las horas del día. De noche, no estoy nunca. A su lado, hay un gabinete no exento de elegancia, donde puede hacerse fuego en invierno, iluminado de una manera muy agradable». Estoy ahora en ese gabinete, con el pulso acelerado, de cinco pasos de largo por tres de ancho. Recorro el espacio sin libros donde estuvo la biblioteca de Montaigne: alrededor de mil volúmenes, dicen, quién sabe. El pésimo gusto con que ha sido redecorado y las inscripciones que han dejado en la pared muchos mastuerzos de entre los once mil visitantes que aquí acuden cada año atacan mi tensión arterial, ya excitada por la fantasía. Es preciso detenerse a reflexionar en este lugar que acogió tan titánico esfuerzo de reflexión.
El pensador
Me río yo de los juegos de estimulación cerebral que anuncian los mercaderes en la tele. Para estimulación cerebral diaria, Los ensayos de Montaigne, ahora disponibles en castellano en el «montaje del director», es decir, en la edición que su «hija de alianza», Marie de Gournay, preparó en 1595. Lo ofrece Acantilado a un precio más que asequible si se compara con los artefactos Wii y otras maquinitas de jugar. Quien quiera mantener en forma su máquina de pensar aquí tiene el engrase necesario.
El mismo día en que cumplió 38 años, «hastiado ya hace tiempo de la esclavitud del Palacio y de las tareas públicas», Michel de Montaigne, heredero de un padre que le impuso el latín como única lengua materna, decide retirarse a su castillo y consagrar su Torre («este dulce escondrijo de sus antepasados»), en la que ahora mismo estoy, «a su libertad, tranquilidad y ocio». Aunque lo nombraron alcalde de Burdeos en dos ocasiones, aunque viajó con provecho por Italia, aunque llegó a estar preso por intrigas políticas, será en la Torre donde se busque a sí mismo para encontrarnos a todos. Lo hizo mediante 113 «ensayos», es decir, mediante 113 «tentativas», escritos en los que desarrolla sus ideas sin necesidad de mostrar todo el aparato erudito. Los hay muy cortos y está la «Apología de Ramón Sibiuda», un libro dentro del libro, cuya lectura nos recomendaba Gustavo Bueno hace, ay, 38 años, a sus alumnos de entonces. Creó, pues, un género y lo subió a lo más alto, labor muy similar a la de su contemporáneo Cervantes. Montaigne medita, apoyándose en sentencias de Plutarco, de Séneca y demás buena compañía, sobre la amistad, la tristeza, la ociosidad, el dormir, la pedantería, los caníbales, la soledad, los olores, la conciencia, la ira, la virtud, los cojos, la vanidad, los carruajes, la fisonomía, la embriaguezÉ dándose a veces el lujo de mostrar todo su saber sobre algo tan de hoy como el etnocentrismo y las distintas costumbres, con toda una lista de modos culturales ajenos al europeo, que se acaba convirtiendo en un tratado sobre la relatividad y los límites de la tolerancia: es el capítulo XXI, del Libro I.
La isla desierta.
Dos jóvenes atienden con amabilidad el pequeño comercio sobre Montaigne que hay en la casa de la entrada. Desde llaveros a marcalibros; desde Los ensayos hasta docenas de libros sobre el autor. Es decir, un respeto y, a la vez, un buen negocio de souvenirs: hay que vivir en este mundo, lo contrario de tantos lugares de España en los que preguntas por las huellas de un autor allí nacido y te miran los aborígenes como si vieran a la güestia. Montaigne vivía en el mundo, aun retirado a la Torre, aplicándole una filosofía sencilla, juiciosa y estrictamente razonada. Alguien ha considerado a Los ensayos un medicamento contra la tristeza y no falta quien defienda que, leídos, no se necesita leer nada más. Si fue su autor un estoico, escéptico luego; epicúreo al final, quede para entretenimiento de eruditos. Tómese el libro, comiéncese por cualquier página y el cerebro lo agradecerá. De vuelta, a la altura del febril tráfico de Lormont, me satisface pensar que con Los ensayos y El Quijote bastaría para que tuviesen muy buen pasar los ratos de lectura en una isla desierta.
Quienes tenemos un punto de fetichismo respecto de los escritores preferidos no podemos evitar un suave respingo del espíritu al ir acercándonos a la que fuera su casa. Saliendo desde la autopista de circunvalación de Burdeos hacia el Este, hacia Bergerac, en menos de una hora se toma una desviación hacia la izquierda, pasado Castillon. En unos diez minutos, animado por el olor a madera de la serrería próxima y flanqueado por los viñedos que llenan esa parte del Perigord, entraba en el pequeño pueblo de Saint Michel de Montaigne. El «Foyer laïque rural» a la izquierda, antes de la iglesia y del edificio de la Alcaldía, de dos plantas y ventanas con postigos, simpleza clásica, francés o francés. Un discreto monumento a los mozos del pueblo caídos en la Guerra del 14, con rotundos obuses clavados en la tierra, escoltándolo. Una placa con una encendida arenga patriótica de De Gaulle, de julio del 40. Ni una voz, ni un bar, ni un alma por la calle a esa hora de la tarde, gris el cielo, unos jirones de niebla y, a unos pasos, la avenida de cedros, proyectada por el abuelo del escritor, que conduce al «Chatêau de Montaigne», al «castillo de la montaña», una descansada colina en realidad, elevada a rango mayor por la «grandeur» francesa. Vuelve el respingo mientras camino por el sendero de guijarros, tras el cartel que advierte de que se entra en «propiedad privada abierta al público», hacia la casa en la que es preciso convencer a la guardesa con dulces palabras y esforzados razonamientos para que abra la Torre, la Torre del castillo, la Torre en que Michel de Montaigne escribió Los ensayos que conmovieron al mundo.
La Torre
Escribe Montaigne: «En casa, me aparto un poco más a menudo a mi biblioteca, desde donde, con toda facilidad, dirijo la administración doméstica. Estoy a la entrada [del castillo], y veo debajo de mí mi huerto, mi corral, mi patio, y dentro de la mayoría de las partes de mi casa. Ahí, hojeo ahora un libro, luego otro, sin orden ni plan, a retazos. A veces pienso, a veces registro y dicto, mientras me paseo, mis desvaríos, que tenéis delante. La biblioteca se encuentra en la tercera planta de una torre. La primera es la capilla; la segunda, una estancia y su anexo, donde duermo con frecuencia, para estar solo. Encima tiene un gran guardarropa. En el pasado era el lugar más inútil de la casa. Paso ahí la mayor parte de los días de mi vida, y la mayor parte de las horas del día. De noche, no estoy nunca. A su lado, hay un gabinete no exento de elegancia, donde puede hacerse fuego en invierno, iluminado de una manera muy agradable». Estoy ahora en ese gabinete, con el pulso acelerado, de cinco pasos de largo por tres de ancho. Recorro el espacio sin libros donde estuvo la biblioteca de Montaigne: alrededor de mil volúmenes, dicen, quién sabe. El pésimo gusto con que ha sido redecorado y las inscripciones que han dejado en la pared muchos mastuerzos de entre los once mil visitantes que aquí acuden cada año atacan mi tensión arterial, ya excitada por la fantasía. Es preciso detenerse a reflexionar en este lugar que acogió tan titánico esfuerzo de reflexión.
El pensador
Me río yo de los juegos de estimulación cerebral que anuncian los mercaderes en la tele. Para estimulación cerebral diaria, Los ensayos de Montaigne, ahora disponibles en castellano en el «montaje del director», es decir, en la edición que su «hija de alianza», Marie de Gournay, preparó en 1595. Lo ofrece Acantilado a un precio más que asequible si se compara con los artefactos Wii y otras maquinitas de jugar. Quien quiera mantener en forma su máquina de pensar aquí tiene el engrase necesario.
El mismo día en que cumplió 38 años, «hastiado ya hace tiempo de la esclavitud del Palacio y de las tareas públicas», Michel de Montaigne, heredero de un padre que le impuso el latín como única lengua materna, decide retirarse a su castillo y consagrar su Torre («este dulce escondrijo de sus antepasados»), en la que ahora mismo estoy, «a su libertad, tranquilidad y ocio». Aunque lo nombraron alcalde de Burdeos en dos ocasiones, aunque viajó con provecho por Italia, aunque llegó a estar preso por intrigas políticas, será en la Torre donde se busque a sí mismo para encontrarnos a todos. Lo hizo mediante 113 «ensayos», es decir, mediante 113 «tentativas», escritos en los que desarrolla sus ideas sin necesidad de mostrar todo el aparato erudito. Los hay muy cortos y está la «Apología de Ramón Sibiuda», un libro dentro del libro, cuya lectura nos recomendaba Gustavo Bueno hace, ay, 38 años, a sus alumnos de entonces. Creó, pues, un género y lo subió a lo más alto, labor muy similar a la de su contemporáneo Cervantes. Montaigne medita, apoyándose en sentencias de Plutarco, de Séneca y demás buena compañía, sobre la amistad, la tristeza, la ociosidad, el dormir, la pedantería, los caníbales, la soledad, los olores, la conciencia, la ira, la virtud, los cojos, la vanidad, los carruajes, la fisonomía, la embriaguezÉ dándose a veces el lujo de mostrar todo su saber sobre algo tan de hoy como el etnocentrismo y las distintas costumbres, con toda una lista de modos culturales ajenos al europeo, que se acaba convirtiendo en un tratado sobre la relatividad y los límites de la tolerancia: es el capítulo XXI, del Libro I.
La isla desierta.
Dos jóvenes atienden con amabilidad el pequeño comercio sobre Montaigne que hay en la casa de la entrada. Desde llaveros a marcalibros; desde Los ensayos hasta docenas de libros sobre el autor. Es decir, un respeto y, a la vez, un buen negocio de souvenirs: hay que vivir en este mundo, lo contrario de tantos lugares de España en los que preguntas por las huellas de un autor allí nacido y te miran los aborígenes como si vieran a la güestia. Montaigne vivía en el mundo, aun retirado a la Torre, aplicándole una filosofía sencilla, juiciosa y estrictamente razonada. Alguien ha considerado a Los ensayos un medicamento contra la tristeza y no falta quien defienda que, leídos, no se necesita leer nada más. Si fue su autor un estoico, escéptico luego; epicúreo al final, quede para entretenimiento de eruditos. Tómese el libro, comiéncese por cualquier página y el cerebro lo agradecerá. De vuelta, a la altura del febril tráfico de Lormont, me satisface pensar que con Los ensayos y El Quijote bastaría para que tuviesen muy buen pasar los ratos de lectura en una isla desierta.
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