lunes, 19 de noviembre de 2007

Crónica de una muerte anunciada...

5/11/2007 EL CRIMEN QUE SE CONVIRTIÓ EN UNA NOVELA MÍTICA

56 años de venganza
• El hombre que desencadenó el asesinato narrado por García Márquez en 'Crónica de una muerte anunciada' narra los hechos reales en que se inspiró la novela


Rupert Everett interpreta a Bayardo San Román en la versión cinematográfica de 'Crónica de una muerte anunciada'. MAURICIO BERNAL
BARCELONA
La historia tuvo lugar en 1951 en la región de La Mojana, en el norte de Colombia. Margarita Chica y Miguel Reyes acababan de casarse. Él era un comerciante que todas las semanas navegaba de ida y vuelta el río San Jorge y ella era la maestra del pueblo, y parece que modista en sus ratos libres. "Yo estaba confiado en la virginidad de Margarita --recuerda Miguel, que ahora tiene 85 años y muchas dificultades para hablar seguido sin cansarse--. Preparamos una boda de primera categoría". El matrimonio no duró ni una semana: Margarita no era virgen y Miguel la devolvió a sus padres. Los hermanos lavaron la afrenta matando al que la había desvirgado y Gabriel García Márquez escribió uno de sus libros más celebrados: Crónica de una muerte anunciada.
"Nos casamos --continúa Miguel--, pero al ir al acto sexual ella me esquivó hasta última hora, me apartó, me engañó, no quiso nada conmigo". El Nobel colombiano convirtió a Miguel Reyes Palencia en Bayardo San Román, y a Margarita Chica en Ángela Vicario, y empezó el libro con una frase de la que siempre se ha sentido orgulloso: "El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo". Santiago Nasar se llamaba en la vida real Cayetano Gentil: el hombre que murió acuchillado por robarle la virginidad a Margarita.
"La segunda noche le dije: tú me estás vacilando, esta noche te tienes que acostar conmigo porque yo me casé contigo. Ella se defendía y dijo que ya habíamos hecho el amor y que yo estaba borracho y que no me pertenecía".
Miguel vive ahora en Nueva York, pero hace unos días estuvo en Santa Marta, una de las tres grandes ciudades del Caribe colombiano, presentando el libro donde cuenta la historia que inspiró al escritor de Aracataca: La verdad, cincuenta años más tarde. "Yo tenía que explicarles a mis hijos qué era realmente lo que había pasado. Por eso hice el libro".
Aquella noche, la segunda de su matrimonio con Margarita, Miguel decidió no aceptar más largas: "O lo hacemos esta noche o esta vaina se rompe aquí", la amenazó. Y su mujer no tuvo más remedio que ceder. El hombre lo cuenta así: "En el momento de la penetración... ¡epa je! ¿Qué pasa contigo?, le dije. Tú no estás virgen". "Lo que pasa es que desconfías de mí", contestó ella. "No le creo. Esta vaina me la aclara".
Miguel cogió del brazo a su mujer y, con arreglo a las costumbres de la época --y del país--, fue y se la devolvió a los padres. Alertados, los hermanos de Margarita --Víctor y Joaquín Chica, Pedro y Pablo Vicario en la novela-- se presentaron en la casa familiar y le preguntaron qué había pasado. "Cayetano me perjudicó", dijo ella. Los hermanos no se lo pensaron demasiado: fueron a la carnicería, cogieron un par de cuchillos y recorrieron el pueblo anunciando que Cayetano era hombre muerto.
De todos los personajes involucrados en la historia, Miguel es el único que sigue con vida.
Al día siguiente de que los hermanos Chica mataran a Cayetano se fue del pueblo porque le daba miedo correr la misma suerte. Pasó el tiempo y poco a poco dejó de pensar en ello. Treinta años después, en 1981, leyó la novela y se quedó sorprendido por las audacias de imaginación del Nobel. "Me pareció que despistaba", dice. Para entonces se había vuelto a casar y ya tenía varios hijos.
En Santa Marta, Miguel ha contado varias veces los detalles del asesinato de Cayetano. Como es habitual cuando el nombre de Gabo está de por medio, a la prensa local no le ha pasado desapercibida la repentina reaparición de este doble agente de la literatura.
¿Cómo mataron a Cayetano? Sin piedad. Cuando por fin lo encontraron, los hermanos Chica lo tiraron al suelo y lo molieron a patadas. Luego le clavaron sus cuchillos: 18 veces. "El hombre, herido, se tapó el estómago con las manos para que no se le salieran los intestinos y se fue a su casa. La mamá, cuando lo vio, se asustó mucho, cerró la puerta y lo dejó afuera, donde murió".

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