sábado, 24 de noviembre de 2007

Peter Brook


18/11/2007 ARTES ESCÉNICAS |RETROSPECTIVA

El festival L'Alternativa repasa la obra agitadora de Peter Brook
• "Ningún director tiene derecho a creerse superior al público", afirma


Peter Brook, ayer, en el terrado del Hotel Casa Fuster, de Barcelona. Foto: ÁLVARO MONGE CRISTINA SAVALL
BARCELONA
Peter Brook no puede aparecer al mismo tiempo en Barcelona y Girona, pero su obra sí. El director de escena británico, sabio agitador cultural que ha revolucionado los dogmas del teatro, optó anoche por acudir a la inauguración de la retrospectiva cinematográfica que estos días le dedica el festival de cine independiente L'Alternativa en el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona. A esa misma hora, su compañía se encontraba en el Teatre de Salt (Gironès) representando dentro de Temporada Alta Fragments, obra inspirada en relatos de Samuel Beckett.

CONTRADICCIONES
La lucidez y la ironía acompañan las respuestas de Brook, un referente internacional por la trascendencia de su aportación creativa. El cine y el teatro, como buen pragmático, le interesan por la posibilidad de introducir pensamientos contradictorios. La diferencia está, según sus palabras, en la actitud. "El director de cine se encuentra solo. Su posición es extremadamente autoritaria. En sociedad se le consideraría un fascista porque impone un único punto de vista, pero en el mundo del arte implantar una posición personal se considera autoría", argumentó ayer antes de presentar en el CCCB la película que él mismo eligió. Tell me lies (Miénteme), rodada en 1977, recoge las reflexiones dispares que suscitó la guerra de Vietnam entre la comunidad artística e intelectual de Londres en los años 60, discursos que cobran especial actualidad.
Para él, el teatro es esencialmente lo contrario del cine. "El director intenta ser un dictador, pero acaba siendo un malentendido. Hay un guía, como ocurre en toda expedición, pero el trabajo es fruto de un esfuerzo colectivo". El papel que juega la mirada del público es esencial. "El teatro debe difundir diferentes puntos de vista. El momento de la verdad llega cuando los espectadores reciben distintos mensajes. Ningún director tiene derecho a creerse superior al público".
No siente el menor reparo en asegurar que todavía no ha descubierto el misterio de Hamlet, uno de sus montajes más célebres. "Shakespeare es un fenómeno único. Aporta puntos de vista ilimitados, pero la gracia está en que jamás conoceremos su secreto". El enigma de Chéjov sí que lo conoce: "Era médico, de ahí proviene su enorme generosidad". Y sobre Beckett insiste en borrar la negrura y desesperación con que se interpretan sus textos teatrales. "La poesía profunda se encuentra en el corazón de su obra, y ahí únicamente hay luz". El autor de Dublín, según Brook, intentaba evitar las mentiras y los compromisos. "No quería transmitir una visión beatificadora del mundo, pero no era pesimista". En eso coinciden.

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